La psicología espiritual. Aprendiendo a abrir el tercer ojo.

Si hablamos de salud, inexorablemente necesitamos incluir las emociones y el estado de nuestro espíritu. No caben dudas ya, que el cuerpo y su estado físico y fisiológico dependen de las emociones y pensamientos que elegimos tener cada día y finalmente, éstos últimos, sencillamente serán producto del estado de limpieza o contaminación de nuestra alma ( en experiencias que se han ido acumulando en esta y otras vidas) .

Por eso, los tratamientos psicoterapéuticos que no consideren el enfoque de lo psicológico y lo espiritual unidos, ya están destinados al fracaso. Considerar el marco de un tratamiento y la dirección de la cura sin contemplar la causa espiritual ( y especialmente la escucha de lo espiritual ) es como intentar cruzar una ciudad con los ojos vendados. Imaginemos el tiempo que nos llevaría y los accidentes a los que estaríamos expuestos!.

Cuando llega a mi consulta una persona con su sufrimiento, habitualmente la pregunta por el origen es inexistente al principio. El padecer y el displacer se imponen y con ellos, la búsqueda del alivio.

Me preguntan: estoy sufriendo, que hago?

Aqui se abre el tema de la actitud.

Lo más común es que frente a lo que nos pasa, aparezca la rabia, el enojo, la tristeza, la desesperación, la culpa, el miedo y  especialmente la proyección: coloco afuera lo que no puedo ver en mi adentro. Es mas fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el mio. Esa mirada es producto de la educación materialista que siempre ha puesto el acento en lo exterior, en las circunstancias exteriores, sean físicas, ambientales, sociales, familiares etc. El árbol me está tapando el bosque. Pues me dificulta buscar donde voy a encontrar la solución.

Y donde es? En mi mismo, en mi interior, Todo está en mi. Yo he sembrado la semilla de todo cuanto me acontece en la vida, desde lo mas hermoso hasta lo mas terrible. Si no hubiera plantado la semilla, hoy no habría de recoger los frutos. Y el sembrador siempre he sido yo mismo. Eso se llama tomar conciencia, encontrarme con mi responsabilidad.

Dejar de hacer cargo a los otros y a mis circunstancias de lo que me pasa, y tomar las riendas de mi vida. Soy el capitán de mi barco, nadie lo puede conducir por mi. Yo lo dirijo, elijo el rumbo, la dirección y me hago cargo de las consecuencias.

Puede enojarme, o parecerme un cuento chino esto, pero verdaderamente es así. Cuanto antes me entere, antes comenzaré a transitar la ruta rumbo a la felicidad. Las leyes del Universo son  inmutables. Pueden gustarme o no, pero están allí y son efectivas para la vida de todos nosotros. Elijo entenderlas o sigo quejándome y con ello empeoro aún más la calidad de mi vida. La ley de causa y efecto siempre funciona. A una acción le corresponde una reacción, una consecuencia. Siembro algo bueno, cocecho algo bueno. Siembro algo contrario a las leyes correctas, cocecho una adversidad para mi vida o la vida de mis descendientes.

La pregunta del millón frente al sufrimiento es : Por qué a mí??? Existe en esos momentos poca reflexión, la mente queda nublada por la emoción. Aparecen la bronca , el deseo de venganza, la crítica, el juzgamiento, la autocompasión.

El pensamiento de ser "víctima" es el primero que se impone. Si estoy colocado en ese escalón, no me hago responsable, y especialmente me impotentizo para elegir la respuesta adecuada desde la reflexión para tomar Acción.

Si abro la visión espiritual y hago una lectura de lo que me está pasando, situado en la vereda de la responsabilidad y la toma de conciencia de mi karma, cuan distinto será el resultado, cuan rápido podré avanzar, que distinto será el resultado!!

Entonces, allí la pregunta es muy distinta y se sostiene en otro eje. Qué debo cambiar? Por qué me envian esta prueba? Para qué? Qué tengo que aprender? Que tengo que modificar en mi sentimiento y acción? No es el otro, soy yo. En todo caso lo que veo en el otro que no me gusta o me está perjudicando, es exactamente el reflejo de lo que tengo en mi interior y que es tóxico, por lo cual necesito transmutarlo.

Acepto, no fuerzo nada, soy dócil, no me resisto y escucho lo que desde arriba me están diciendo. Corro mi ego y escucho lo que mi alma me está diciendo. La verdad se encuentra en mi interior. La enfermedad mental y física es en verdad enfermedad de mi alma.  Mi alma pide a gritos que la escuche y que captando lo que quiere decirme, trasmute esa energía . Me pide que destrabe los nudos de la energía ( que con mucho trabajo conseguí hacer, por obra de mi mente) y vuelva a dejar fluir el significado de mi esencia.

Cuando, con ese trabajo terapéutico, cada persona puede volver a conectar de a poco con su Yo Verdadero, comienza a recuperar la alegría. Alegría para pensar, para resolver, para accionar, para hacerse responsable, para dejar de victimizarse, para saber que siendo responsable de su vida, la puede modificar. Que buena noticia! Eso genera la alegría que tiene un niño cuando le regalan un juguete!  Por que ahí me doy cuenta que puedo hacer algo, que todo depende de mí, que no soy un títere de nada ni de nadie, que puedo elegir hacia donde voy!

Entonces, llega el momento de conectar con la gratitud. Agradezco más(aún mis adversidades), y me quejo menos. Genero un flujo de energía mas limpia, mas liviana, que hace que avance más rápido, que comience a darme cuenta que soy el protagonista de mi historia. Eureka!!!

Estoy alegre y ahí es cuando puedo realizar la siguiente tarea: no juzgar de manera racional lo que me pasa, sino comenzar a abrirme a una verdadera comprensión espiritual de mi situación.

Entonces, despierto sinceramente al reconocimiento de mis deudas kármicas, que son el verdadero origen de mi padecer presente o pasado. Allí radica la causa de lo que es mi vida, esta vida.

Se ve un poco más claramente como debe ser la escucha del terapeuta? Sin ese marco, es muy difícil ayudar al despertar espiritual y apertura de conciencia de cada ser. Y si no logramos eso, fracasamos en nuestra tarea como agentes de salud. Y lo peor es que las personas quedan estancadas en una lectura material que los impotentiza y les impide vibrar mas alto y liviano, conectando con su esencia, con su misión, con el para qué han venido a esta encarnación. Si no logramos ayudarlos a esa tarea, será un gran desperdicio de vida.

A medida que voy despertando, logro conectarme con el pedido de perdón sincero, cada día un poco más sentido; con la humildad( quién puede tirar la primer piedra? Quién puede juzgar?) y finalmente con el servicio.

Nunca debo olvidar algo muy básico: por ley de exacto equilibrio, obtengo aquello que concedo . Ingresa en mi el mismo tipo de vibración que emano. Todo lo que emito, viaja y vuelve amplificado a mi mismo.

El trabajo en mi consultorio tiene ese eje primordial: ayudar al despertar de conciencia de cada ser que el universo trae hasta mi, porque nada es casual sino causal. Y definitivamente la tarea de ayudar a sanar es reparatoria del karma.  Por eso el ingrediente fundamental tiene que ser el amor.  Con el trabajo terapéutico, el plus es el amor y el servicio, y el profundo y sincero deseo de que el otro alcance su felicidad.

Muchas gracias y que una lluvia de bendiciones siempre caiga sobre tu vida!