Determinantes de la participación ciudadana en México
Una vez dados a conocer los resultados de cualquier ejercicio electoral, se manifiesta en la población un sector bastante claro: Los eternos inconformes. Aquellos que vieron frustrada su elección, es decir, que votaron por la oposición y aquellos que ni siquiera se asomaron por la casilla. Para estos últimos, las excusas son de todos los colores y sabores -aunque en su mayoría amargos–, pueden ir desde el famoso “No tuve tiempo” hasta el tan increíble como sínico “No recordaba que hoy era día de elecciones”, pasando por el también clásico “¿Para qué voto? Si al cabo todos son iguales”. En todo caso, lo que sí deberían hacer conciencia este grupo de indecisos y olvidadizos es que su abstinencia termina siendo un factor clave a la hora de los conteos finales, y con ello, indirectamente –porque no sufragaron por alguien en concreto- el rumbo de los siguientes 6 años de su país, que no es, en lo absoluto, poca cosa.
Es por ello que incentivar la participación ciudadana o, lo que me parece más retador, crear conciencia e interés social en los asuntos políticos del país debe superar no sólo barreras naturales como el acceso a zonas serranas y sus obstáculos de difusión de información y desplazamiento de material electoral, sino que se enfrenta a dos gigantes rivales: La indiferencia y la desilusión. La ignorancia, a pesar de lo que se podría pensar, no es un gran obstáculo, muestra de ello se da en el más reciente proceso electoral, en el que el Instituto Federal Electoral (IFE) desarrolló una campaña donde ofrecía recursos digitales de información, facilitó contenidos educativos y promovió la formación de Organizaciones Ciudadanas. Con todo ello puso herramientas suficientes en las manos de los ciudadanos, si no para tener una decisión sobre un personaje en concreto, útiles al menos para involucrarlos en la participación. Sin embargo, contra la indiferencia y desilusión ninguna campaña será suficiente, el mejor remedio para estas dos es una Administración que realmente vele por los intereses del país, un Gobierno que no se quede en promesas o propuestas, sino que se base en hechos y pueda presumir de logros significativos, que finalmente se pueda jactar de haber hecho al país progresar. El partido político que realice lo anterior mantendrá el poder sin ningún problema.
Estadísticas del Estudio Censal de 2009, realizado por el IFE, muestran que los comicios registraron un 44.06% de participación ciudadana, mayor al porcentaje de 41.68% registrado en el 2003 pero muy por debajo del 57.7% de participación ciudadana en 1997. Lo que destaca es que de los tres tipos de secciones (Urbana, Rural y Mixta) las que más participan son la rural y la mixta, con ello se demuestra que las barreras naturales y supuesta ignorancia de los habitantes de zonas rurales no son trascendentes.
Otro factor son los jóvenes, quienes representan el 27% de la población del país. Siempre se les ha tachado de indiferentes, sin embargo, decidieron alzar la voz en este 2012 y además sirvieron de inspiración a los sectores de población de edades mayores. Durante el más reciente ciclo electoral, se desarrolló un Movimiento Estudiantil llamado #YoSoy132, el cual creció a nivel nacional y realizó manifestaciones por las calles de las principales ciudades del país. Su objetivo era concientizar a la ciudadanía y en particular se manifestaban en contra de uno de los candidatos a la Presidencia. Los antecedentes eran adversos, puesto que estadísticas arrojaban que, hasta el 2009, la población entre 40 y 79 años de edad es la que más participa en los comicios, sin embargo, como consecuencia de este movimiento el porcentaje de jóvenes que acudió a las casillas aumentó de 49% a 63%.
Este tipo de movimientos dejaron en claro que el Sistema Político Mexicano necesita una renovación a fondo, necesita de ideas frescas, de acuerdo a la actualidad del país. Las tres fuerzas políticas que dominan la escena política manifiestan tres papeles muy marcados: Conservar el poder y defender los intereses del sector empresarial son los roles de las dos más grandes, mientras que la tercera fuerza, manifiesta intenciones favorables a la mayoría predominante de la población que la clase media, sin embargo, se encuentra maniatada por las dos anteriores además que ha sido víctima de sus propios infortunios en su organización interna.
En las elecciones presidenciales del 2012, salió a la escena un personaje nuevo: Gabriel Quadri de la Torre. Logró captar atención gracias a su brillante desempeño en los dos debates organizados por el IFE, con propuestas por demás interesantes. Sólo había un pequeño detalle, era candidato del partido fundado y promovido por Elba Esther Gordillo, líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación desde 1989. Ese simple hecho anuló las esperanzas de captar un porcentaje significativo de votos, ya que los ciudadanos temían que, en caso de resultar ganador, el poder en realidad lo ejercería Elba Esther Gordillo, cosa que era inaceptable.
Otro caso es el de Andrés Manuel López Obrador, quien aseguró un fraude en las elecciones del 2006, por lo que no sólo organizó manifestaciones y un plantón que provocó caos en la capital del país, sino que se autoproclamó Presidente Legítimo. Seis años más tarde volvió a competir como candidato en las elecciones presidenciales, con el mismo lema del Cambio Verdadero de seis años atrás, aunque ahora pregonando un ideal de amor y apego a la legalidad. Volvió a ser derrotado. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, fundador del PRD, compitió en tres ocasiones a la Presidencia, AMLO lo ha hecho en dos. ¿Habrá tercera?
Con todo lo anterior, no me cabe duda que tenemos los políticos que merecemos. La ciudadanía no presiona a los partidos políticos y mucho menos se crean nuevas fuerzas políticas. Los partidos políticos se encuentran en una zona de confort y negocian entre sí posiciones en el gobierno, de tal manera que todos salen ganando. Sin participación activa de la ciudadanía la situación no cambiará.
Con todo, el panorama parece aclararse: el más reciente ciclo electoral arrojó un panorama que permite hacernos ilusiones sobre un progreso en la Participación Ciudadana. Los jóvenes lograron un movimiento bien conformado y levantaron la voz, las estadísticas dicen que se rompió record de asistencia a las urnas en las elecciones del 1° de Julio y se formaron varias Organizaciones Ciudadanas, como la promovida por Alejandro Martí. Esto quiere decir que el cambio es perfectamente alcanzable incluso en el corto plazo. Todo está en las manos de los ciudadanos.
-.EDCD.-
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