Razones de estado para un software libre

Dentro de las innumerables áreas temáticas que el software libre ofrece para escribir un artículo, he escogido la de la implementación del mismo por parte de los gobiernos. Una tendencia que en los últimos tiempos se ha acelerado, en muchas ocasiones influida por la pesada losa de la crisis económica.

Y es que, muchísimos gobiernos de todo el mundo están empezando a ver al software libre como una poderosa herramienta para disminuir sus costos de administración, reducir la dependencia tecnológica y fomentar sus industrias locales de software. Los Gobernantes de algunos Países de América Latina han considerado como Política de Estado utilizar y adoptar el Software Libre como alternativas viables para la administración pública y sobre todo en la Educación en un intento de ganar independencia económica.

Por ejemplo, el Presidente Lula del Brasil, consciente de implementar modelos propios apoya decisivamente y sistemática la implementación de alternativas libres para la comunidad, el gobierno y sobre todo la administración pública no solo es respaldado por las comunidades de software libre de Brasil, se trata de nuevas reformas políticas orientadas a la tecnología que benefician directamente al desarrollo de los pueblos.

Se ha pasado de este modo, de un modelo en el que grandes empresas poseían el control del software e invertían menos en tecnología a otro en el que el software se populariza. Esta propuesta de implementación reduciría los beneficios de los vendedores de software cerrado. Es de esperar que estas empresas, ejerzan toda la presión a su disposición para evitar que se tomen medidas que involucren migración a software libre.

Frente a ese peligro, hay que considerar que está en juego el control de la información por parte del estado, y las libertades individuales de los ciudadanos.

Debe tenerse en cuenta que una política de este tipo no discrimina en contra de productos o proveedores específicos, sino contra ciertas prácticas nocivas que involucran el control de la información del usuario por parte del proveedor. Es fundamental que el estado no se someta a estas presiones. Eso es lo que motiva las restricciones de esa política, que tienen como fin establecer cualidades mínimas para garantizar los derechos de los ciudadanos, la calidad del software y la seguridad de la información.

En el otro lado, las empresas del antiguo monopolio, que se quejan por una pérdida de beneficios. Según los gobiernos que han apostado por el software libre, argumentan que se implementaría a través de prohibir la industria del software, sino fijando como condición necesaria para uso de software en el estado la característica de “libre” (De la misma manera en que suelen establecerse condiciones necesarias razonables a cumplir en cualquier licitación o contratación que hace el estado).

De hecho, si en “industria de software” consideramos a la industria local, esta será ampliamente beneficiada, ya que las licencias libres le otorgan al gobierno el derecho a contratar profesionales locales para modificar y adaptar sus sistemas (incluso aquellos no desarrollados localmente), y de esta forma fomentar la industria tecnológica local, la economía y el empleo.

Estos beneficios que distinguen al software libre del propietario, provienen de la posibilidad de inspección y modificación libres a cualquier individuo, en vez de estar restringidos al proveedor, que puede usar esa restricción para monopolizar el soporte técnico. Es en este punto en el que se centra la búsqueda de documentación para el reportaje, que se encaminaría a mostrar la transición de políticas económicas y tecnológicas de los gobiernos relacionadas con el software libre. Centrándose en las dos tendencias actuales, los que la llevan a cabo por razones económicas, como el caso de España o los que además de esta, aducen razones de independencia como los de Latino América.

Por esta razón, he escogido fuentes provenientes de periódicos de referencia o estamentos oficiales así como trabajos y estudios universitarios que reflejen este cambio, que sin duda, no ha terminado pero está en pleno proceso.