Se buscan árbitros
La campaña puesta en marcha por el Comité Tècnic d´ Arbitres de Catalunya este mismo septiembre, “Fes-te Àrbitre”, deja patente la grave crisis que atraviesa el colectivo arbitral en nuestra comunidad. Tanto en baloncesto como en fútbol, la crisis de vocación arbitral se acrecienta hasta el punto que, si las cosas continúan de este modo, en poco tiempo se puede dar el caso que se tenga que frenar el ritmo de las competiciones del deporte base en Cataluña.
La mayoría de personas entrevistadas para la elaboración de este reportaje apuntan a dos direcciones para dar una posible explicación al déficit de árbitros. Se trata de dos actores situados en la esfera más alta del panorama deportivo español. El periodismo deportivo y los clubes de la liga profesional de fútbol. César Ochoa, presidente del CTA de Catalunya, admite que "los mensajes de crítica feroz de los medios de comunicación tienen un doble efecto perverso, sobre todo, en el deporte de base. Por un lado, si el diario dice tajantemente que los árbitros españoles son malos, un padre en un campo de regional no tiene ningún problema a decirle de todo al árbitro.
Por la otra, esta corriente de conflictividad desanima a muchos chicos a probar suerte en la carrera arbitral. Finalmente, se habla de falta de vocación..."
Y es que, en un mundo como el del fútbol, dónde hay multitud de intereses en juego, muchos de ellos no deportivos, se tiene que saber leer entre líneas porque, en la mayoría de ocasiones, las cosas no son lo que aparentan.
Josep Pla Gimenez, árbitro del colegio catalán en la divisón LEB Plata de baloncesto, intenta explicar de dónde viene y, sobre todo, a qué intereses responde esta tormenta mediática:
"Al contrario de los de baloncesto, los árbitros de fútbol dependen directamente de la federación española. Por este motivo, los clubes, cargan contra los árbitros, en realidad cargan contra la federación".
Pla explica otra razón, mucho más compleja, que puede ayudar a entender porque el fútbol proyecta esta imagen constante de violencia.
“Creo que tiene mucho que ver con la educación recibida en la gente que practica fútbol y baloncesto. Siempre se ha dicho que la gente que juega a baloncesto, tiene otro nivel formativo y académico, y claro está que siempre hay excepciones, pero en general el baloncesto siempre ha sido mucho más ligado al ámbito escolar y universitario que el fútbol".
Lo que se desprende de las declaraciones de Josep Pla, es que existen dos culturas totalmente diferenciadas entre el fútbol y el baloncesto, pese a que pueda llegar a ser ofensivo para los practicantes e incluso seguidores del deporte rei.
El más perjudicado por toda esta polémica es el deporte de base. Manuel Gómez Castro, es director del IES Camí de Mar de Calafell y durante muchos años fue Concejal de Deportes de l´ Ajuntament de Calafell, hace algunas reflexiones sobre cómo y por qué hemos llegado a esta situación: "Antes el deporte de base se articulaba en torno a los colegios, donde había maestros y curas. En aquellos patios no se veía nada de anti deportivo. En cambio, cuando empezaron a mandar a los padres a través de las AMPES la cosa cambió de forma notable y empeoró mucho..."
Manuel también explica que la relación entre padres, clubes y jugadores tiene mucha importancia en el futuro del deporte base de Cataluña.
"Hace unos años fuí a una reunión de un club, y la presidenta me dijo que ella no podía detener a los padres porque ellos eran los que pagaban la cuota. Todavía hay una gran mayoría que tiene esta concepción.".
Nuestros vecinos del norte, ya han empezado a tomar una serie de medidas que habría que tener mucho en cuenta: "En Francia algunos clubes hacen firmar un compromiso ético-deportivo entre el niño, el padre y el club.
Un contrato donde se compromete a seguir el ideal del club, y donde queda claro que, de no seguirlo, puede ser expulsado del club".
Por otro lado, en las esferas más bajas del futbol también se hace sentir el clima bélico contra los árbitros. Joel Pérez Moragrega, es árbitro de fútbol en categoría territorial y estudiante de cuarto curso de derecho. Joel me explica cómo, muchas veces, aplica sus conocimientos sobre el ordenamiento jurídico cuando "imparte justicia" en un campo de fútbol. Por ejemplo in dubio pro reo es la frase latina que expresa la presunción de inocencia, un principio legal que reza que cualquier acusado es inocente hasta que no se demuestre el contrario. Pues bien, en Joel opina que "en caso de duda la decisión tiene que favorecer la conducta menos lesiva para el culpable". Para los no iniciados en el lenguaje jurídico: si un árbitro duda, no ha de pitar nada. Y aquí no se acaban los símiles jurídicos de Joel. También me explica que una vez leyó una sentencia de un caso de agresión a un árbitro donde había un fragmento que todo el mundo tendría que tener mucho presente antes de criticar la actuación de los árbitros:
"Los errores de los árbitros forman parte del juego, y, de hecho, estos errores son previsibles por la velocidad del juego, igual de previsibles que los errores de los jugadores".
Marc Gutiérrez Morros es taxista y árbitro de vocación. Dice que el del fútbol "es un mundo cruel”. A él una vez lo agredieron a patadas entre cuatro jugadores y, gracias a la rápida intervención de otros jugadores y espectadores, no sufrió lesiones de gravedad. También explica que no hace de árbitro por dinero (cobra entre 30 y 90 euros), lo hace porque le gusta.
Marc, también se muestra muy crítico con la actitud de los padres de los jugadores de categorías inferiores "en un campo de fútbol a la gente saca lo peor de sí mismo.
Me hace gracia ver padres pegando collejas al niño por hablar mal y después verlo poniendo al árbitro de hijo de puta para arriba...".
El conflictivo papel del árbitro
Arbiter es la palabra latina de la cual derivan arbitrar, arbitrio, arbitraje, etc. Significa fundamentalmente testigo, testimonio o espectador. Si buscamos la palabra en el diccionario, se define arbitrariedad como un acto contrario a la justicia, a la razón, a las leyes.
Entonces, ¿cuál es su función? Lo que se espera del árbitro que haga de testigo y que dé fe de lo que ha visto, que pite todas las incidencias y, en caso de duda (por ejemplo con la famosa frase del reglamento que dice que una entrada que toca la pelota se tiene que sancionar sólo si está hecha de manera temeraria) arbitre aunque no esté seguro. En este caso tendrá que recurrir a su propio arbitrio que, cuando menos seguro esté, más arbitrario tendrá que ser. Tiene que tomar una decisión en un segundo y no puede abstenerse ante la duda, porque eso querría decir decantarse a favor de un equipo y en contra del otro. La única arbitrariedad que le está prohibida al árbitro es la de utilizar diferentes criterios para los dos contrincantes. Eso es todo lo que se puede pedir a los árbitros.
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