Utilizan nervios del tórax para regenerar la médula ósea.
Un estudio publicado en la revista Neurotrauma ha demostrado que es posible superar en parte la parálisis producida por una herida en la médula espinal. En un experimento llevado a cabo en ratas, un equipo de científicos coordinado por el doctor Vernon Lin, profesor de medicina física en la Universidad de California (Irvine) y director del Grupo de Heridas de Médula Espinal en el centro médico Long Beach Veterans, insertó en las áreas dañadas de la médula pequeños nervios extraídos del tórax.
Tras mezclarlos con un potente inductor del crecimiento denominado aFGF, que puede hallarse en la mayoría de las células nerviosas, logró que los roedores recuperaran parcialmente el movimiento de sus miembros posteriores, aun cuando tenían dañadas la médula espinal y eran incapaces de moverse.
Según los investigadores, este avance no sólo puede llevar al desarrollo de mejores tratamientos para combatir este tipo de dolencias, sino que viene a poner en duda que este tipo de heridas sean imposibles de curar. "Hemos utilizado los nervios del tórax como cables de conexión y hemos logrado que las ratas recuperaran parte del funcionamiento de las patas", ha indicado Lin. "La regeneración es considerada muy dificultosa porque las áreas dañadas aparentemente inhiben el crecimiento de las conexiones de las células nerviosas".
El factor de crecimiento aFGF se produce normalmente en la médula, pero los investigadores sospechan que es almacenado y sólo utilizado cuando las células nerviosas resultan dañadas. De hecho, investigaciones previas ya habían evidenciado que puede estimular el crecimiento en células nerviosas individuales. "Aunque no recuperaron el movimiento normal, el tratamiento permitió a los roedores avanzar y descargar su peso sobre los miembros posteriores", señaló Lin. "Además, descubrimos que los nervios de las patas estaban recibiendo de nuevo impulsos nerviosos procedentes del cerebro.
Creemos que es posible encontrar la correcta combinación de factores y estimulantes físicos para restituirles el movimiento normal". Ahora, los investigadores planean utilizar robots para lograr colocar con total precisión los injertos. Los ingenios, además, se ocuparían del correcto mantenimiento de las células nerviosas, de forma que los roedores tratados podrían caminar con normalidad.
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