Bodas Al compás de la música
No hay fiesta que se precie sin música. Pero como cada detalle, cada música tiene su momento: la marcha nupcial, el momento de cortar el pastel, la entrega del ramo, el baile con que los novios inauguran la pista, el baile para los invitados...
Y elegirla es importante o, más bien... decisivo. ¿Exagerado? Para nada. ¿Te imaginas que en el momento de entrar en la iglesia empieza a sonar esa canción que siempre odiaste porque te recordaba a la marcha del ejército o a una tiza que se desliza chirriante por una pizarra? ¿Te lo imaginas? ¿O que el ritmo es tan rápido que se te hace imposible avanzar hacia el altar sin tropezar o sin que parezca que llevas cerillas entre los dedos de los pies?
Durante la ceremonia
Cierto es que sobre gustos no hay nada escrito y que a lo mejor tu sueño siempre fue casarte con la música de la Macarena de fondo, pero... no nos engañemos, sea cual sea tu elección lo importante es que es la tuya, y que por tanto es a ti, y por supuesto a tu pareja, a quien debe gustar. Las opciones son muchas: desde los clásicos de siempre (Mozart, Haiden o el tan querido Ave María), a los solos a capella o los ritmos más actuales de Sinatra o María Carey. Pero, recuerda, elegir bien es la clave del éxito, por lo que hay que tener en cuenta tanto la belleza como el valor sentimental de la pieza. Para que siempre te acompañe.
Y tras la ceremonia... ¡LA FIESTA!
No debe faltar en el baile
El vals y el pasodoble. Asegurado. Son casi el requisito principal para disfrutar en pareja de la música, el truco para arrojar a los padres y a los suegros a la pista. Para danzar en compañía de la pareja. El baile ideal para las confidencias con el padrino, la madrina o la hermana.
Y pensando en los invitados...
El flamenco, los clásicos de los sesenta, el rock español, la salsa y la música rociera animan a un muerto, por lo que combínalas con la música más actual o con aquellas canciones que acompañan siempre y te aseguramos el éxito. Y todos felices.
Y recordad: que la orquesta esté a vuestro servicio. Pedidles lo que los invitados y vosotros queráis bailar y... ¡que no decaiga!
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