Los beneficios de yogurt
El sabor inconfundible y las beneficiosas bacterias del yogurt, excelentes para el sistema inmunológico, han sido muy importantes en la alimentación del ser humano durante siglos. Tanto es así, que cantidad de expertos creen que el yogurt fue conocido mucho antes que la agricultura. Es más, no sólo es exquisito como postre, solo o con azúcar, mermelada, miel o frutas, puede ser un ingrediente imprescindible de numerosas salsas para pastas, ensaladas y carnes.
El yogurt recibe el nombre de manera originaria de la palabra búlgara: 'jaurt'. Procede de la zona de los Balcanes y de Asia Menor, de donde viene este increíble manjar lácteo. Muchas tribus nómadas pronto se dieron cuenta de que la leche se transformaba en una masa casi completamente sólida cuando la transportaban en sacos de piel de cabra, debido al calor y al contacto de la leche con la piel de cabra fomentaban su fermentación a través de la acción de las bacterias ácidas. El yogurt se empezó a conocer en diferentes partes del mundo y pronto se incorporó a la cocina de numerosas e importantes civilizaciones. Los griegos lo empezaron a emplear para tratar problemas de estómago e intestinales. Por otra parte, en La India, empezó a llamarse como 'dahi', alimento que era referido a los dioses.
Evidentemente, una de las mayores características del yogur es su importante cantidad de calcio. Los yogures se convierten de esta manera en un aliado imprescindible para fortalecer los huesos y los dientes. Sus proteínas, grasas e hidratos de carbono, predominando la lactosa, suministran una energía suficiente al cuerpo como para afrontar la gran jornada laboral o académica. Lo importante del yogur es que, además, no engorda. Las distintas variedades desnatadas se recomiendan en todas las dietas de adelgazamiento, ya que aportan energía y nutrientes básicos, pero a su vez aportan muy pocas calorías.
El yogurt aporta vitaminas A y B, el ácido fólico, y su contenido en fósforo, potasio, magnesio, cinc y yodo, ofrece la cantidad nutricional imprescindible en la dieta. Dos bacterias se encargan de hacer el resto: el lactobacillus bulgaricus y el streptococcus thermophilus, que continúan vivos tras la fermentación y que le dan al yogur la acidez y aroma característicos, además de proteger y regular la flora intestinal. Únicamente disfrutaremos de las magníficas propiedades de estos fermentos si conservamos el yogur temperatura muy baja.
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