Sólo se que nada se, el Orgullo y la Humildad científica, el atrevimiento de la ignorancia y la alegría que da la ingenuidad
Por Marcela González
Recientemente escuchaba en los entrenamientos de Elena Fraga, Fundadora de Misión Fortuna una afirmación que me llamó la atención:
“Me gusta trabajar con personas que nunca hayan trabajado Mercadeando en la Red, ni utilizando el Internet como mecanismo para captar prospectos, porque les enseño de cero a trabajar, ya que no vienen con mañas”
Y es que la verdad pasamos una vida entera acumulando información y adquiriendo conocimientos que en determinado momento se quedan obsoletos o que simplemente se desactualizan a razón del paso del tiempo, mientras seguimos creyendo saber, sin dar cabida a los consejos de los demás.
El proceso de desaprender para aprender nuevamente hace que el camino sea más largo e incluso tedioso.
Al final de años y años de estudios, “Lo que queda es la culturilla, que se va perdiendo con el paso del tiempo” decía un profesor de arquitectura de la Escuela de Arquitectura de Barcelona. Y es verdad, seguramente pocos recordamos las incalculables lecciones memorizadas en los años de colegio y/o de universidad.
Una de las cosas que puedo decir con certeza es que entre más te adentras en un tema, más eres consciente de lo poco que sabes acerca de él. Es una de las grandes decepciones del Investigador y con la que convive en silencio.
A medida que investigo, me entero de que hay gente que sabe mucho más que yo de temas similares al que indago, o de que realmente lo que yo creía saber está en continua transformación y que lo que yo sabía hace unos años ha sido superado con creces por expertos en la materia.
De allí la famosa frase “Sólo sé que nada sé” que se lleva por delante esta otra: “Ni siquiera me entero de que no sé nada.”
Dicha situación me obliga casi a determinar que ya está bien de mirar lo que está afuera, El estado del Arte como dirían en Investigación, es decir lo que hasta ahora otros han investigado acerca de un tema, para empezar a investigar a nivel local casi que ignorando de manera sistemática lo que viene de fuera para generar algún conocimiento auténtico que salga de adentro de nosotros mismos, de nuestras comunidades, con nuestros recursos y con nuestras herramientas.
Con la premisa de que jamás un resultado será igual a otro, ya que utilizo información local, tengo la certeza de que mi trabajo siempre será genuino.
Investigar un Sistema constructivo para una comunidad determinada, con unos materiales locales y con una identidad cultural específica, jamás será igual aquí que en cualquier otro lugar del mundo. Y eso ya lo hace especial.
A veces saber tanto estropea las cosas. Un amigo arquitecto me decía hace poco:
“No soy capaz de hacer una intervención en la casa de mi mamá, porque como uno ya sabe cómo es que las cosas se deben hacer, mejor ni intentarlo”.
Es decir, el conocimiento, en lugar de impulsarlo, lo paralizaba. Tal cual.
Mientras que otro individuo, constructor dedicado con alma y corazón a la construcción de viviendas, decía:
“Pues no sé muy bien cómo hacerlo pero ahí llevamos bastantes metros cuadrados construidos, creando hogares”…(y el fulano, no es ni arquitecto ni leches.)
Increíblemente tener mayores conocimientos hace que esa ingenuidad con la que el principiante se determina abordar un proyecto, se desvanezca en aras de la prudencia.
Entonces ¿Qué es mejor? ¿Saber mucho o no saber nada? ¿Paralizarme por causa de la prudencia o actuar en aras de la ignorancia?
Umberto Eco en su libro “Cómo se hace una tesis” al final de sus acertadas y prácticas instrucciones, incluye la Humildad Científica como la capacidad de obtener conocimiento de cualquier individuo con el que uno se encuentre. Nunca subestimes la información que otro te puede dar. Puede ser el eslabón perdido que andabas buscando para cerrar un tema o para llegar a una conclusión.
Así mismo define el Orgullo Científico que caracteriza a aquellos, que una vez que terminan su proyecto o investigación, le defienden a capa y espada.
Finalmente si una persona se determina actuar, no es preciso que esté lleno de conocimientos, y en todo caso siempre es mejor dejar escapar ese halo de ignorancia que todos tenemos para hacer caso omiso a las creencias establecidas, aprovechándonos precisamente del desconocimiento.
Hace unos días conocí a dos expertos en Mercadeo que me dijeron: “Sólo después de dos años, empezarás a tener ingresos en tu trabajo de Mercadeo en red“, y yo inocentemente dije, “Ah pues no lo sabía. De hecho con el poco tiempo que llevo en esto, ya he tenido ingresos. Por suerte no me había enterado de lo que me estás diciendo.”
La ignorancia es atrevida, claro que si. Pero es que atrevernos es precisamente lo que hace falta para emprender un proyecto con ilusión.
Mientras sea un enano, como decía Eco, de lo único que me preocuparé de momento, será de ponerme en los hombros de un gigante.
He seguido paso a paso las instrucciones y entrenamientos de mi mentora en Mercadeo, Elena Fraga, y no sólo he tenido excelentes resultados empezando de ceros, si no que no me he preocupado por obtener el Estado del Arte en lo que se refiere a Mercadeo. Me da exactamente igual saber qué hacen otros porque estoy concentrada en lo que hago yo para Ganar Dinero desde mi casa, a la hora que quiero y dedicándome a muchas otras cosas que me interesan incluso más que ésto.
Confiando en la persona que he elegido como tutora, apoyándome en su experiencia y tomando el camino corto que ella, a razón de sus equivocaciones, me indica, me ahorro perderme en el mar de la internet y además hago algo que a mi me gusta que es escribir. (ya lo he dicho en otras ocasiones).
¿Me funciona? Es la pregunta clave. Claro que me funciona. Y no sólo eso, estoy muy muy contenta.
Es la alegría que da la ingenuidad.
Besos y Abrazos.
Marcela González Arquitecta y Escritora
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