Recorriendo las empresas de trabajo temporal en España y otras anécdotas laborales en un paraíso que empieza a salir de la crisis
Por Marcela González
Hace 15 años cuando viajé por primera vez a España, me encontré con un país boyante, enérgico, lleno de oportunidades laborales y personales que permitía a autóctonos y a extranjeros moverse con cierta libertad, de un trabajo a otro, disfrutando de una manera casi democrática del concepto: Calidad de Vida.
La primera de las sorpresas para mi, fue encontrarme con que mi título de Arquitecta no era válido allí. Esta situación me obligó a retomar mis estudios para hacerme a un título que me permitiera ejercer como profesional y así fue como estudié Ingeniería de la Edificación.
De esta forma, las oportunidades laborales fueron muchas, trabajando como delineante en un despacho de diseño e ingeniería, siendo becaria en una entidad del estado participando de proyectos internacionales y finalmente haciendo parte de una Interventoría (Direcció ;n facultativa) para una obra que duró casi tres años.
No hubo lugar al retroceso, aún cuando en un comienzo no tenía “papeles” para trabajar como arquitecta. Aún así tuve grandes experiencias personales en lo laboral cambiando de un sector a otro: Durante algún tiempo trabajé como Dependienta en una panadería los fines de semana y también como Secretaria en una inmobiliaria muy prestigiosa del país.
Quizá fueron trabajos de corta duración, entre seis meses y un año, pero dejaron en mi, recuerdos inolvidables de personas que me hicieron reír mucho, de amistades que permanecieron durante muchos años y de procesos de adaptación que enriquecieron la manera cómo veo la vida ahora mismo.
La camiseta de Arquitecta estuvo colgada durante un tiempo en el que no me pude permitir quedarme quieta. Así fue como conocí la variedad de panes catalanes, la situación del mercado inmobiliario en España e inclusive el mundo de la tercera edad, pues como estudiante de Ingeniería – Arquitectura Técnica – como se llamó mi carrera antes de la homogeneización de carreras a nivel europeo, hice parte de un programa de formación en las Tics para Adultos Mayores.
Ancianos y menos ancianos hicieron parte de mis días. Aquellos a los que un día les enseñé a abrir sus correos electrónicos, para al otro día volverlos a abrir ya que habían olvidado por completo sus contraseñas.
No hubo oportunidad para pensar si hacía o no parte de una clase baja o media, porque la sociedad simplemente me había abierto sus puertas y yo tomaba de ella lo mejor, su servicio de salud, su sistema de transporte público, sus equipamientos urbanos completísimos, y un gran número de ventajas de algunos de los países desarrollados.
Pero ¿qué paso?
Hace exactamente dos años me encontré con un amigo recorriendo literalmente las empresas de trabajo temporal. Muy diligentemente dejábamos Hojas de Vida (currículums) en cada una de ellas, sin respuesta alguna. El país había cambiado. La construcción se había detenido, los empleos se habían reducido, la competencia había aumentado, y era mucha la gente que deambulaba en búsqueda de una oportunidad.
Como ratas escapamos de un barco a punto de naufragar y por circunstancias locales fuimos expulsados del paraíso. Por suerte, y gracias a nuestro origen colombiano, pudimos regresar a una tierra que ofrecía ahora las oportunidades que en España se reducían.
Así sin más, tuvimos que adaptarnos a una nueva situación que implicaba cambiar de país, cambiar de costumbres, regresar con familiares y retomar amistades antiguas.
Puedo decir que aunque en algunos momentos fue duro, tanto allí como aquí, no me arrepiento absolutamente de nada. Sí estoy en deuda con España, que me dio tanto: una segunda carrera, una trayectoria laboral, unos ingresos que me permitieron ahorrar, una hija más, una nacionalidad, y muchos, muchos momentos de felicidad.
Ahora bien, si para entonces hubiera conocido la posibilidad de Trabajar desde mi Computador Investigando el Mercado de cualquier país del mundo, captando Representantes de diferentes países y creando Redes de colaboración a nivel mundial, probablemente no me hubiera visto en la obligación de abandonar el barco.
Pero eso lo sé ahora y me da cierta nostalgia la imagen de la Desempleada que fui por dos meses (hay gente parada desde hace más de dos años) trazando recorridos de una empresa de trabajo temporal a otra buscando una oportunidad en una fábrica o en un hotel, con tal de estar en el lugar en el que quería estar.
Trabajando en mi propio Negocio por Internet tengo la posibilidad de vivir en donde yo quiera en la medida en que vaya consiguiendo mi libertad financiera. Lo paradójico del tema es que probablemente es aquí en Bogotá, donde quiera estar, en medio del smog de mi ciudad natal, compartiendo el plan de ir a comer helado con mis sobrinas, participando del boom inmobiliario que la economía local me ofrece por ahora y compartiendo con las personas que están aquí y ahora.
La diferencia es que puedo elegir y a diferencia de hace unos años, no me veo en la obligación de tomar una decisión desesperada como lo fue cambiar de país en busca de una oportunidad local de trabajo.
Ahora desde mi humilde y orgulloso puesto de trabajo intento captar Representantes en España, gente que en medio de un entorno sencillamente maravilloso, se ve desesperada sin una oportunidad laboral.
Como propósito personal y en deuda a todo lo que recibí por parte de un país increíble, deseo que haya mucha gente trabajando en su “ordenador” desde casa y haciendo dinero al otro lado del charco.
Marcela González Arquitecta y Escritora
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