¿Qué nos detiene a hacer lo que sabemos que tenemos que hacer?
Cuantas veces nos encontramos a nosotros mismos diciendo: “¿Por qué me pasa esto siempre a mí?”, “¿Qué tengo que hacer para que esto me pase?” O, “No quiero esto!”
Hay una respuesta sencillo a esto. Y a , literalmente, todos los problemas que afectan a una persona en su vida cotidiana. Hay una ley natural y omnipresente que rige todo este ambiente, acción-reacción. Para cada consecuencia hubo indefectiblemente una causa determinada, sin excepción. Incluso las circunstancias, son moldeadas por la causa de nuestros pensamientos. La ley no descansa y tampoco tiene fallas. Lo sabemos, todos lo saben, pero, ¿Por qué las personas siguen sin aplicar las causas de las consecuencias que quieren experimentar en su vida? La respuesta a esta pregunta es un enigma, nadie lo sabe! Pero si sabemos que algunos lo hacen, y ellos, se destacan.
Analicemos los resultados que obtenemos en nuestra vida, incluidos los que creemos que son “casualidad”… Por ejemplo: Una mala relación en el trabajo, tal vez ni siquiera lo pensaste de esta manera, pero determinadas acciones que fuiste realizando te llevaron a esa relación que posees hoy. Tal vez un saludo desganado en las mañanas, un comentario sarcástico sobre ella, ver constantemente los errores que tiene esa persona, en lugar de concentrarte en sus virtudes. Darle más atención a las críticas que ella tiene para ofrecerte que en los elogios. El hablar mal de otra persona tiene un efecto mucho más grande en nuestro estado anímico que en el de ella. Cuando creemos que estamos diciendo "la verdad", lo único que hacemos es perjudicar a nuestra felicidad. Esas pequeñas causas, fueron generando pequeñas reacciones o consecuencias de manera diaria, hasta que hoy la rueda de pequeñas acciones se han sumado una a la otra y han generado el resultado adecuado, el resultado justo. No el que crees que mereces, o el que quieres merecer, si no, exacta e indefectiblemente lo que mereces, ni más ni menos.
La razón por la que muchas personas quieren creer en la palabra suerte o casualidad es porque no están lo suficientemente predispuestos para realizar las acciones que generarían los resultados que ellos anhelan.
Así que, ya presentada la enfermedad, ¿Qué hay del remedio? ¿Qué podemos empezar a hacer?
- Tomar consciencia de nuestros resultados. ¿Cual es el feedback que la vida me está dando?
- ¿Que responsabilidad tengo yo sobre esto? ¿Cual es la causa de este efecto?
- Cambiar las acciones que te llevaron a ese resultado, por otras distintas.
Es sencillo, demasiado sencillo. Son pasos que cualquiera puede entender y aplicar, que la mayoría de las personas sabe que le podrían ser de utilidad para tener mejores resultados, pero hay un gran problema: No lo hacen!
La razón general de esto: hábitos. La razón mas completa: tu estado emocional, tu personalidad, tu entorno, tu momento, tus creencias. Los hábitos son tan poderosos en nuestra vida que nos pueden hacer ignorar información, e incluso hechos. Nuestros hábitos son un filtro que, (sin nuestro consentimiento) eligen que cosas son importantes para nosotros. Y esto forma nuestra vida, literalmente, lo hace. ¿Alguna vez pensaste en lo maravilloso que sería ir a correr a diario? ¿Tener excelentes notas en tus estudios? Sabes lo que tienes que hacer para conseguirlo. No necesitas asesoramiento, no necesitas un libro (aunque podrías conseguirlo), no necesitas un IQ de 180.
¿Que necesitas? Efectuar la causa que genera el efecto. Hay muchos caminos, y no quiero divagar demasiado en la solución. Para romper un hábito debemos romperlo, valga la redundancia. Debemos actuar en contra de lo que suponemos que es lo normal. Es la forma más sencilla y rápida para lograrlo. Según pruebas cientificas un hábito tarda en formarse entre 21 y 30 días, durante ese periodo es una especie de partido de tenis entre tu viejo hábito y el nuevo, es normal. Perseverancia. Esto significa que lo que sea que hagamos por un periodo similar de tiempo (21-30 días) entrara en nuestro esquema spico-somático y empezaremos a actuar a partir de el.
Podría hablar sobre muchas otras formas como motivación, cambiar rutas de pensamientos , cambiar tu entorno, y una larga lista de etcéteras. Pero si quieres el remedio de la enfermedad no necesitas todos los componentes del remedio, necesitas una sola cosa: la cura. Una pequeña táctica que funciona: Pon el remedio delante de tú vista todo el tiempo, para que se te haga a ti mismo difícil ignorarlo.
Como dije al principio de este artículo, la ley no falla. Nosotros fallamos al aplicarla. En este preciso momento podemos elegir cambiar un viejo hábito y empezar a formar uno nuevo. Deshacerte de un resultado y conseguir otro. No es necesario hacer algo gigante, podes cambiar un pequeño hábito que no te este gustando, para empezar a ver los resultados.
Ahora si, llegamos al fin. Enfermedad y remedio ( y una humilde y breve descripción de como utilizarlo). ¿Lo harás?
“Si ha de ser o no, depende de mí.” – Napoleon Hill
"Para que las cosas cambien, vos tenes que cambiar." - Jim Rhon
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