¿Cómo problematizar los contenidos programáticos de las asignaturas escolares?

A la hora de abordar la cuestión de los contenidos programáticos, es inevitable pensar en las ilustraciones de Francesco Tonucci. Una imagen dialogada nos pone a prueba al permitirnos realizar una comparación casi en simultáneo con nuestra propia práctica docente. Pero ¿qué es lo que deja entrever una docente casi impoluta hablándole a un niño en una notable situación de disparidad de condiciones? La imagen habla de una escuela que a pesar de los superficiales intentos de cambios, fundamentalmente los promovidos por el Estado Post Social y pensados desde una visión atravesada por la cuestión del Poder, evidencia una trama mucho más compleja que requiere otro tipo de lectura. La trama de la que hablo es aquella que, como bien la ha descrito Paulo Freire en Pedagogía del oprimido,  afirma que “la pedagogía dominante es la pedagogía de la clase dominante”. Si bien el pensador parafrasea de manera de seducir y captar la mirada del lector con esas palabras, el peso de las mismas expone una relación de dependencia casi obscena. Relación que se ha reformulado desde el esclavismo hasta llegar al sistema capitalista.

Sobre coincidencias conceptuales, espacios de Poder y dimensión de la palabra:

Max Weber, sociólogo alemán del siglo XIX, introdujo la terminología que hoy nos permite analizar la realidad desde un posicionamiento crítico de la misma. Él hablaba de la relación dominador-dominado pero también planteaba la obediencia como factor vincular necesario para el mantenimiento de dicho lazo. Es en este punto donde encontramos coincidencias entre Max Weber y Paulo Freire a la hora de abordar estos vínculos generados y mantenidos por el sistema económico dominante, reafirmado y consolidado a través de los nuevos modos de imposición (globalización). Podríamos continuar hablando de economía pero lo que más nos interesa aquí, y para ir virando hacia lo verdaderamente importante, es poner a la luz cómo  esa relación de dependencia entre opresor y oprimido se retroalimenta y se reproduce en el ámbito educativo. Es en este espacio en donde el ejercicio del Poder se naturaliza de tal manera dejándonos tan poco margen como actores sociales en la búsqueda de una transformación posible. Desde lo prescripto el discurso se despliega adquiriendo formas inimaginadas. Es a partir de aquí donde nos encontramos frente a la llave que nos facilitará acercarnos a la posibilidad de una verdadera transformación social. Así como Weber introdujo términos “puentes”, es decir, palabras que nos ayudan a entender o esclarecer una situación determinada, Paulo Freire hablaba de la concepción bancaria de la educación para referirse a la trama consecuente en la que se entretejen lazos de dominación para los cuales se requieren del opresor y del oprimido. Pero esta relación no solo es desigual sino que se auto renueva o se auto alimenta gracias al discurso. La característica primordial de la educación disertadora tiene que ver con la sonoridad1. Pero ese sonido  se caracteriza por ser unilineal, es decir que no existe la posibilidad de un ida y vuelta porque el Poder es arbitrario. Según Weber el "Poder significa la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aún contra toda resistencia y cualquiera sea el fundamento de esa probabilidad"2 Partiendo de esta premisa y de manera de proponer una enseñanza diferente a la enseñanza clásica, la mirada debe centrarse en el valor de la palabra como posibilitadora de la transformación de la realidad. Pero valor en tanto palabra que desestructura, que fluye y hace eco a través de la interacción de los actores sociales. Así como para la educación bancaria la palabra garantiza y perpetúa la relación de interdependencia opresor-oprimido, es a través de la "palabra" donde puede hacerse factible el cambio. Cuando comienza el diálogo en la Educación se instala la oportunidad de la superación de la contradicción educador - educando.

Sobre lo prescripto:

Más arriba hice mención al carácter prescripto de la palabra. En el marco del sistema educativo oficial, lo prescripto confluye en los contenidos que estructuran los diseños curriculares. En este caso lo prescriptivo estaría conformado por los temas y problemáticas que sufren un proceso de selección arbitrario derivando en lo que se conoce como los contenidos programáticos los que a su vez adoptan y legitiman un discurso manipulador. Frente a esta situación no hay posibilidad de diálogo alguna dado que estos contenidos son impartidos de un modo verticalista y toda educación que se considere verdaderamente dialógica debe permitir una discusión al momento de la selección de los contenidos programáticos. Esta situación no es casual sino que habla a las claras de que esta verticalidad es producto del sello histórico-cultural autoritario de la escuela. Su vinculación con el poder político y económico no solo es condicionante, sino determinante a la hora de configurar el entramado de dominación.

El diálogo como herramienta constructiva y liberadora:

Frente a esta situación y partiendo de una concepción no sólo superadora sino hasta inspiradora, aquella alimentada y desplegada por Paulo Freire quien trabajó incansablemente por la Educación entendida como la práctica de la libertad (aquella que no domestica, manipula o aliena) es necesario desverticalizar los contenidos. Aquí nos encontramos frente a un dilema. Ese proceso de desverticalización puede sucederse, pero no es muy habitual, “cuando se está en condiciones de realizar una reforma del currículum desde posiciones progresistas”3 Pero si esto no es factible la otra posibilidad a partir de la cual puede gestarse el proceso de democratización de lo educación, tiene que ver con la lucha cotidiana en el marco de las aulas que el docente deberá afrontar. Es a partir de aquí donde se podrán desplegar una serie de estrategias para retar a los contenidos programáticos. La investigación temática general o específica es aquella que buceará en el educando con el objetivo de dar con los contenidos del diálogo o de interés para él. Aquí es necesario hacer una parada ya que por más que realicemos esta tarea de investigación sustantiva en la búsqueda de aquellos contenidos significativos para los educandos, un alumno sin interés por aprender o desmotivado requerirá de nuestra parte, una acción pedagógica esencial de manera de involucrarlo en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Una vez sorteada esta instancia se está en condiciones de trabajar en la problematización de los contenidos. Pero ¿qué se entiende por problematización de los contenidos? Cuando hayamos seleccionado los “materiales textuales didácticos críticos, complementarios a los oficiales, que nos permiten la problematización y desarrollo del pensamiento autónomo de los alumnos” 3  se estará en condiciones de iniciar el camino de la educación como práctica de la libertad. Sabemos que los contenidos programáticos son estériles, ideologizados y acríticos entre otros, de manera que será todo un desafío para el docente batallar en las instituciones escolares y las aulas con esta realidad. Frente a los materiales de los programas oficiales la labor deberá centrarse en tratar de mostrar a los alumnos los aspectos contradictorios de los mismos como así también detectar aquellos contenidos o materiales que falten de modo de obtener un material didáctico con mayores posibilidades para alimentar el espíritu crítico. Paulo Freire al respecto sostenía que la libertad debe de conquistarse y la reformulación de los contenidos dará como resultado contenidos problematizadores y  críticos. En este punto, si bien el que debe aprender es el alumno, tanto éste como el docente deben adoptar una mirada progresista y superadora, la que pensada desde la base del diálogo, hará posible no solo la democratización de la educación sino una verdadera transformación social.

Para culminar me voy a remitir a lo que sostenía Octavio Paz sobre que "estamos hechos de palabras". Ahora queda desempolvar el verdadero sentido de la Educación para iniciar el recorrido hacia la liberación. 

Co nclusión:

Los paradigmas determinan nuestro modo de ser y de hacer, y es en el sistema educativo donde esos modos se nutren y retroalimentan con mayor facilidad. Es en este espacio de acción donde el discurso se vuelve unilineal denotando una estructura abarcadora que adquiere sentido en la práctica misma del Poder. Dentro de este contexto las palabras adquieren un doble significado teniendo en cuenta la relación dominador-dominado. Para el dominador son la garantía del silencio y la sumisión; en cambio para el dominado implican la obediencia sin cuestionamientos.

Si tomamos como referencia a La Educación como Práctica de la Libertad de Paulo Freire en contraposición con la Práctica de la Dominación, el discurso se convertiría en el disparador a partir del cual la realidad se podría transformar (pedagogía del diálogo).

Para sintetizar diría que las palabras no son ingenuas. Más allá de su fase semántica adquieren otro sentido en el marco de un contexto socio-histórico determinado.

1 FREIRE, PAULO. Pedagogía del oprimido. Editorial Siglo XXI

2  WEBER, MAX. Economía y sociedad. Esbozo de sociología comprensiva. Fondo de Cultura Económica.

3 Material de cátedra de la material Epistemología de la carrera Licenciatura en Tecnología Educativa (UTN.BA)

Referencia de la autora:

Artículo para Epistemología correspondiente a la carrera Lic.  en Tecnología Educativa a Distancia en la UTN (Buenos Aires), realizado por  Carina M. Durelli, Profesora de Historia, Profesora de EGB 1 y 2, Licenciada en Ciencias Sociales y Humanidades con Mención en Teoría Social.