Quiero ser asesor fiscal, ¿qué debo saber?

Por lo general, la mayoría de los jóvenes no suele mostrar demasiado interés por cómo funcionan las cuentas del hogar. Y mucho menos por cómo se hace la declaración de la renta. Sin embargo, existen algunos casos en los que estas actividades suponen una gran atracción para algunos adolescentes, llegando a suponer casi un hobbie. Un caso similiar podría ser el de los que encuentran fascinante descubrir el funcionamiento de las tripas de sus ordenadores o las piezas ocultas bajo el capó de los vehículos paternos. Si es este tu caso -o el de alguno de tus hijos- sigue leyendo, tal vez estés a punto de descubrir la carrera ideal para él o ella.

Los asesores fiscales, como su propio nombre indica, proporcionan asesoramiento tanto a particulares como a empresas acerca de temas fiscales. Entres sus funciones podemos destacar el análisis de la situación económica de cada cliente, calculando la cantidad de impuestos que ha de pagar y buscando la manera -por supuesto, siempre dentro de la legalidad- de rebajar su factura tributaria. Del mismo modo, son ellos quienes se encargan de ejercer como mediadores entre sus clientes y las correspondientes autoridades fiscales con el fin de negociar cualquier posible ventaja económica. Por supuesto, se ocupan de redactar las declaraciones de la renta de sus clientes y se ponen en contacto con la agencia tributaria en nombre de los mismos con el fin de tramitarlas.

Para ello, un asesor fiscal ha de mantenerse constantemente actualizado respecto a los cambios que puedan llegar a producirse en la legislación tributaria actual. Y, por encima de todo, debe ser capaz de explicarle de una manera sencilla y clara a sus clientes todas las leyes y regímenes tributarios por los que se regulan los impuestos. Esto le servirá no sólo para responder a cualquier duda que sus clientes puedan hacerle llegar respecto a cualquier tema de su competencia. También le permitirá ofrecer buenos consejos para reducir los gastos en la gestión de empresas e incluso dentro del propio hogar.

Así, los asesores fiscales estudian la contabilidad financiera de sus clientes de una manera detallada, analizando todas las actividades fiscales generadas por sus clientes. Sólo así podrán hablarles con propiedad cuando les expongan cuáles serán las consecuencias tributarias de sus decisiones y qué acciones convendría llevar a cabo para mejorarlas. En este sentido, los asesores financieros son unos excelentes estrategas en el mundo de los negocios y las operaciones financieras tales como fusiones o reorganizaciones de empresas.

Su ámbito de actividad será el que cada uno de ellos se marque dependiendo si es autónomo o si trabaja para una empresa. En cualquier caso, podrá ceñirse al ámbito estatal o ampliarlo de forma internacional. Esto último, como cabe esperar, le abrirá más puertas, permitiéndole evaluar la fiscalidad de empresas que operen en diferentes países.

Si te interesa todo lo que hemos expuesto en los párrafos anteriores, se te dan bien los números y las nuevas tecnologías, tienes facilidad para desentrañar los entresijos de las leyes, te gusta el mundo de los negocios y posees un don para la negociación y la diplomacia tal vez pueda interesarte alguno de los estudios oficiales que las universidades de nuestro país ofrecen a día de hoy:

1. Grado en economía y finanzas.
2. Grado en economía financiera y actuarial.
3. Grado en finanzas y contabilidad.
4. Grado en fiscalidad y administración pública.

Informa rte de cada uno de ellos te será tan fácil como hacer clic en cada uno de los respectivos enlaces. Además, si quieres saber más no dudes en acudir a tu universidad más cercana y solicitar asesoramiento personalizado. Infórmate a través de las áreas de administración correspondientes, pero también hablando con los actuales alumnos de la carrera para que te cuenten sus impresiones y aspiraciones. Habla con profesores titulares sin cohibirte. Al fin y al cabo es de tu futuro de lo que estamos hablando.

Escoger una carrera es un paso importante que siempre podemos corregir, pero que no tenemos por qué hacerlo si desde el primer momento estamos seguros de nuestra elección.