El mágico poder de una sonrisa

Vivir la vida implica experimentar todo en su totalidad. La existencia está repleta de momentos buenos y excelentes, medios, malos y peores. Pero, ninguna de las cosas más duras que nos pase, debe tener el poder de borrar una sonrisa de nuestro rostro. Una despedida es más dulce y llevadera con una sonrisa; una pérdida es más tolerable si sonreímos los recuerdos, toda esos retazos de historias que tuvimos la suerte de compartir con esa persona especial y única para nosotros; un perdón con una sonrisa, demuestra que es sincero...

En fin, podríamos estar describiendo más y más hechos que ocurren durante nuestra vida, en los que, una sonrisa tuvo el poder de cambiar una circunstancia negativa y dolorosa en un sentimiento lleno de positividad, afecto y ternura. Pero, no se sabe porqué extraño motivo, no caemos en la dulce tentación de dibujar una sonrisa. ¿Orgullo quizás?

Si todos sabemos el poder que tiene una sonrisa ¿por qué no la usamos más a menudo? Nos da miedo, quizás, porque todavía hay personas que creen que regalar una sonrisa para acabar con un conflicto es signo de debilidad. Y, nada más erróneo. Porque, precisamente, es mucho más difícil mostrar un gesto amable ante una situación complicada, que fruncir el ceño y dejar asomar todos esos gestos que se vinculan con lo negativo, la desaprobación, el dolor, el rencor, el enfado...

Hasta ahora, hemos hablado del poder de una sonrisa para los demás. Pero si para los demás es un gesto cargado de tanto poder, imaginemos por un solo momento, todo el caudal de fuerza  y energía que puede suponer sonreír para uno mismo. 

Y, ¿se han preguntado alguna vez si hay personas que sonríen mucho para sí mismas, cuando nadie les ve porque, por un motivo liviano para muchos y que no tiene razón de ser, no esbozan su sonrisa porque temen que una dentadura no muy agraciada, rompa la magia del poder de su sonrisa?

Y, aunque ellos no lo crean, la magia no se rompe por unos dientes mal alineados o más amarillentos de lo correctamente estético. Porque su verdadero poder no reside en un gesto con la boca asociado a la sonrisa, tiene que ver con esa emoción que surge desde lo más adentro de nuestro ser, el alma y el corazón. La sonrisa valiosa es la sonrisa del corazón y que encuentra su manifestación en cada rostro. 

Pero, si continuamos deseando expresar la belleza de nuestra sonrisa, además de con el corazón y el alma, con nuestra boca se puede ayudar a conseguirlo. La devolución en cómodas cuotas mensuales con la única justificación de unos ingresos periódicos, provengan de una nómina, pensión o desempleo, nos hará el proceso mucho más llevadero. 

Si queremos sonreír sin taparnos tímidamente la boca con nuestras manos, lo podemos hacer. Todas las decisiones que tomamos parten de nosotros. Y, si queremos algo y lo queremos de verdad, nada ni nadie debería impedirlo. Eso sí, tómate un pequeño tiempo para echar cálculos y con el corazón en la mano y los pies en el suelo, toma la mejor decisión.