Historia de las plantas o hierbas medicinales
El uso de plantas o hierbas con fines terapéuticos, medicinales o como remedios caseros se remonta a la época de los Sumerios, hace 5.000 años, quienes ya describían el uso y beneficios para la salud de plantas medicinales como el laurel, el tomillo o el comino.
Los Egipcios utilizaban ajo, cilantro, menta, e incluso opio, y pueden también encontrarse referencias sobre el uso de plantas medicinales y sus propiedades en el Antiguo Testamento.
En la cultura China, el empleo de hierbas como remedios caseros para curar diferentes males relacionados tanto con el cuerpo como con la mente data del siglo 3 antes de Cristo. En diversas tumbas se han llegado a encontrar manuscritos con hasta 250 sustancias procedentes de plantas, sus propiedades y correspondientes usos.
En la Antigua Grecia, así como en la Roma de los emperadores, las prácticas medicinales comunes se basaban en el uso de simples plantas con propiedades curativas, combinadas con aire fresco, algo de actividad, descanso y una dieta saludable.
El primer gran tratado escrito en Europa sobre sus propiedades y los usos de hierbas o plantas medicinales fue De Materia Medica, escrito en el siglo I después de Cristo por el médico griego Dioscorides; un tratado extendido y utilizado comúnmente hasta bien entrado el siglo XVII.
Llegada la Edad Media, la utilización de estas plantas o hierbas para combatir enfermedades o como remedios caseros era ya una práctica extendida, algo a lo que se opuso la Iglesia Católica, que defendía la curación o tratamiento a través de la fe.
Aun así, numerosos monjes lograron preservar manuscritos de plantas medicinales, tanto que los huertos y jardines de los monasterios se convirtieron en pequeños centros donde acudir si se requería un tratamiento realizado con hierbas.
Durante esta etapa, el miedo y las supersticiones poblaban Europa, ocasionando que las plantas o hierbas medicinales, los usos caseros y sus supuestas "propiedades mágicas o usos mágicos", atribuidas por los más crédulos y desconfiados, fuesen consideradas tabú, provocando la persecución y castigo de aquellos que hiciese uso de ellas.
Tras esta "caza de brujas", las propiedades de este tipo de hierbas o plantas fue transmitida gracias al boca a boca y la labor de curanderos y sus aprendices. Aun así, mucha de la tradición se perdió durante la Inquisición, cuando muchos herboristas fueron asesinados.
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