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tarde para volver Capitulo 11

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Hacía tiempo que la situación económica de Alex y Mabel había empezado a mejorar. Desde que habían cambiado de trabajo, no sólo sus nóminas habían cambiado considerablemente, sino que Alex, tenía varios alumnos particulares. Mabel, prefería no tenerlos. Quería dedicarles todo el tiempo posible a sus hijas. Sentía que la misión más importante que tenía en la vida era esa. Bastante le costaba abandonarlas para ir a dar clase en el instituto, como para sumar a esto, horas extras con alumnos en su casa.

Las niñas seguían siendo inquietas y movedizas como siempre. No llegaban a ser hiperquinéticas, pero su energía era evidentemente superior a la media normal, o por lo menos así le parecía, por eso le costaba bastante esfuerzo encontrar actividades para entretenerlas. Cuando el tiempo era lindo, llevarlas a los juegos era la mejor solución que había encontrado. Allí si que la gastaban! , pero cuando el tiempo no lo permitía, y, durante la época escolar, sucedía con frecuencia en Madrid, se encontraba en un atolladero del que le costaba salir. El departamento era muy pequeño, no había espacio para desarrollar actividades físicas. A ambas niñas les gustaba bailar todo el tiempo, pero ella no tenía la suficiente energía para acompañarlas, en el ritmo que ellas exigían. Era la única actividad física que podían permitirse en ese pequeño espacio del living. Por eso buscaba en las librerías, libros que la ayudara a encontrar tareas caseras. Y no había demasiados.

Cuando llegaba el fin del día se sentía realmente extenuada. No se quejaba por eso, porque era parte de su tarea maternal y ella lo entendía, pero a veces el cansancio la llevaba a ponerse de mal humor, y generalmente, era Alex el que pagaba las consecuencias.Por supuesto, no tardaba en darse cuenta del error y corría a darle un beso y a pedirle perdón. Alex comprendía la situación y trataba de ayudarla en las tareas, cuando tenía tiempo libre.

Por eso desde hacía un tiempo estaba cavilando que necesitaban vacaciones. Desde que las niñas habían nacido no se las habían tomado para ir a ningún lado, sólo algunos fines de semana que iban a Barcelona a la casa de John.

Alex pensó que sería una maravillosa sorpresa para Mabel decirle que fueran a Uruguay a visitar a su familia. Ninguno de ellos conocían a sus hijas y claro, ellos tampoco conocían a sus sobrinos. Su hermano mayor había tenido mellizos hacía tres meses.

Hasta que habían cambiado de trabajo, el gasto de guardería de ambas niñas, más lo que le pagaban a Rocío les insumía casi la mitad de sus ingresos, por lo que no les quedaba margen para pensar en vacaciones.

Mabel recibió la noticia saltando como una de sus hijas. No lo había pensado y la emoción hizo que se le soltaran algunas lágrimas.

Es la mejor idea que has tenido en toda tu vida, le dijo mientras lo besaba en los ojos. Gracias amor, sabes lo que significa mi familia y hace tanto tiempo que no los veo! Además podré conocer a los niños.

Perdona que te corrija, le dijo Alex, la mejor idea que he tenido en mi vida, fue casarme contigo, besándola en la boca. Es lo menos que puedo hacer para demostrarte lo agradecido que estoy por eso.

Podríamos tomarnos todo el tiempo de vacaciones para permanecer allá. Aunque ahora, nuestros ingresos son mejores, no creo que podamos hacer este viaje con mucha frecuencia, puesto que cuatro pasajes, aunque las niñas supongo que pagarán menos, no suman poco dinero, dijo Mabel, que te parece la idea.

Fantástica. Iremos todo el tiempo que tú quieras y tu familia nos pueda brindar.

Lástima que allá será invierno y no podremos pasear demasiado, dijo con tristeza Mabel, pero debido a nuestro trabajo, jamás podremos ir en verano, así que será mejor que pensemos cómo disfrutarlo.

Durante los días sucesivos, Mabel que no se cuestionaba con frecuencia si había hecho bien o mal, al dejar a su familia para radicarse en Madrid, comenzó en silencio a hacerlo.

Aquí encontré al amor de mi vida, lo que me dio la oportunidad de tener un hogar y esta maravillosa familia que tengo, pensaba.

Habría en Uruguay otro “amor de mi vida” que me hubiera brindado algo semejante a esto? Eran sus preguntas.

Sabía que nadie en la tierra podría responderle a estas preguntas, pero no podía evitar hacérselas. También sabía que Alex, realmente llenaba su existencia y que eso solo justificaba su residencia aquí.

De todas formas, pensaba que hermoso hubiera sido, que todo esto que poseía lo hubiera encontrado en Uruguay. Pero nadie puede aspirar a tenerlo todo según sus deseos, se decía, pero al día siguiente volvía a preguntárselo.

Estaba cavilando sobre esto, cuando sonó el teléfono.

Era Sophie que llamaba a Alex para avisarle que Joey estaba enfermo.

Mabel escuchó atentamente lo que le contaba Sophie, y le prometió que Alex se comunicaría por Messenger cuando volviese del trabajo. Dime a que hora estarás en casa? le preguntó.

No creo que pueda encontrarme en casa, respondió Sophie, no se como evolucionará Joey, pero por el momento no pienso moverme del hospital. No te preocupes te llamará al móvil apenas regrese. Dame tu número por favor.

Sophie, ten fe, por favor. La fé mueve montañas no lo olvides.

Escuchó un sollozo ahogado del otro lado del teléfono.

Apenas se enteró de la noticia, la llamó con evidente signos de preocupación. Sophie nunca lo había llamado para avisarle algo así. En los raros casos que Joey estaba indispuesto, se limitaba a mandar un mail, diciendo que tenía una virosis o algún eritema, o una enteritis sin importancia. Jamás lo había asustado con una llamada telefónica como en esta oportunidad, por lo que pudo deducir fácilmente que la situación era diferente a las demás.

Sophie, como estás le preguntó. Cuéntame que ha pasado con todos los detalles posibles, por favor.

Joey comenzó con fiebre hace dos días. Cuando consulté con su médico me dijo que teníamos que esperar, que probablemente era otra virosis más, sin ninguna importancia. Yo le comenté que lo veía muy débil y que nunca antes lo había visto así, pero él me dijo con serenidad, que muchas virosis, como por ejemplo una gripe, pueden provocar una importante debilidad, pero que era pasajera y que no me preocupase. Tenemos que esperar la evolución, por ahora, no presenta ningún síntoma de otra enfermedad, concluyó entonces. Así que me limité a esperar como me había aconsejado por 48 horas.

Con el paso de los días, Joey, se sentía cada vez mas débil, estaba muy pálido y le costaba respirar. Yo me resistía a creer que fuera una virosis como las que había tenido anteriormente, pero traté de acatar las órdenes de su médico y esperar esas famosas 48 horas. Al cumplirse las mismas, lo llamé para ponerle al tanto de las novedades. No lo veo bien, Dr. Para nada bien. Le cuesta un poco respirar, y la palidez es muy marcada, le dije con mucha angustia.

Tráigamelo al consultorio. La espero en 2 horas, le contestó. Supuse por el tono de voz, que él había pensado que estaba exagerando, pero cuando llegué a la consulta y lo vio tal como se lo había descripto por teléfono, noté cierto aire de preocupación en su rostro. Me dijo que lo veía marcadamente pálido, con un tinte amarillento que yo no había notado y ligeramente confuso y al revisarlo encontró unas manchas violetas en su piel.

Le indicó su ingreso inmediato al hospital.

Me acaban de informar que padece de una púrpura trombocitopénica.

Que significa eso?, preguntó alarmado.

Dicen que no se sabe bien su origen, que puede ser genético, pero que no siempre lo es. Que puede ser grave como puede recuperarse completamente. Que la sangre presenta un trastorno de coagulación que hace que las plaquetas, que son parte de los elementos que la componen, se agrupen y eso hace que aparezcan esas manchas en la piel.

Que tenemos que esperar la evolución. Qué fácil es decir ciertas cosas!

Cómo se espera en estos casos, sin morir en el intento, le había preguntado.

Estoy desesperada, Me pareció que tenías que saberlo.

Por supuesto que tenía que saberlo! le dijo sin dudarlo, te agradezco que me hayas llamado.

A qué hora puedo llamarte, para saber como sigue?

Te llamaré yo, cada vez que haya algún cambio, te parece bien? No creo que me mueva del hospital. Sino me dejan estar a su lado, permaneceré en la sala de espera. No podría estar en mi casa esperando.

Por supuesto, sino estamos en casa, deja el mensaje en el contestador, y señala la hora en que podemos encontrarlos a ustedes para hablar sin interrumpirlos si están en una consulta médica.

Le dio el número de móvil suyo y el de Mabel y anotó el de Pete.

Yo tengo que tener desconectado el móvil, lo mismo que Mabel, cuando estamos dando clase, pero te llamaré apenas termine, si veo que hay un mensaje.

Hablaban dos o tres veces por día. Alex notaba que la voz de Sophie se quebraba muchas veces al teléfono, y eso le preocupaba sobremanera.

Han comenzado a hacerle plasmaféresis, dicen que es un tratamiento bastante efectivo y que ha logra generalmente muy buenos resultados.

Plasmaféresis? Le preguntó Alex intrigado y que es eso?

No lo sé. Me lo explicaron pero no entendí nada. Estoy agotada y mis nervios están super alterados y todo esto no me permite comprender lo que me dicen. Sólo puedo decirte que le han empezado a hacerle transfusiones.

A Alex le produjo muchísima preocupación esta palabra. Suena como algo muy, pero muy terrible, pensó.

Apenas colgó el teléfono, fue a buscar en Internet el significado.

Se entero que le extraían la sangre al propio paciente, la sometían a un tratamiento y luego se la volvían a inyectar.

Eso lo tranquilizó. No parece ser algo muy grave, pensó. Además había corroborado las palabras de Sophie, al leer que daba muy buenos resultados. Porque diablos, pensó, los médicos usan palabras tan extrañas. Cuando la oí, me imaginé lo peor!

No obstante, él que no acostumbraba a rezar frecuentemente, en ese instante le pidió a Dios por su hijo.

Su madre lo llamaba todos los días para hablar sobre Joey. Iba con Cleve todos los días al hospital y al igual que Mabel y Sophie, rezaba por su salud, permanentemente.

Cuando al salir de clase, vio que tenía un mensaje en su móvil, tuvo un presentimiento que lo asustó.

El mensaje decía: Joey se ha agravado. Llámame por favor.

La voz que Sophie tenía en el momento de grabar el mensaje confirmó su presentimiento.

La llamó inmediatamente. Por suerte tenía agendado el número en la lista del móvil porque no podía recordarlo.

Alex, dijo una voz grave y llorosa, Joey ha empeorado.

Presenta una insuficiencia renal. Tendrán que hacerle diálisis

Los médicos dicen, que no es frecuente que esta enfermedad, se complique de esta manera, pero que en este caso sucedió.

La palabra diálisis, sí, la conocía y lo atemorizó muchísimo. El no sabía que en ciertas ocasiones, se necesita hacer diálisis, sólo para sacar al paciente de la insuficiencia, y que, luego se suspende. Todo lo que sabía es que la gente que él conocía, dos compañeros de trabajo que estaban en diálisis, dependían de la máquina para el resto de sus vidas, y que uno de ellos, ya estaba en la lista de espera para hacerse transplante de riñón.

No quiso imaginarse a su hijo en esa situación. Las lágrimas empezaron a caer de sus ojos a borbotones. Como le pasa a mucha gente, sintió que era su culpa. Que la vida le estaba cobrando el abandono. Nunca debí volverme de Inglaterra sin contarle quién era, se repetía una y otra vez. Nunca. Fui un cobarde. Que haré si se muere? No, por favor Dios, no permitas eso. Desquítate conmigo que soy el culpable. El no hizo nada.

Por primera vez, se dirigió a la iglesia a rezar por su hijo.

Era la iglesia donde se habían casado. Allí la encontró a Mabel, quien ya se había enterado de la noticia, a través de Kelly, quién la había encontrado en su casa, jugando con sus hijas.

Ambos se abrazaron y lloraron juntos.

Vamos, Alex, tengamos fe, le había dicho Mabel. Cuando él le contó la sensación de culpa que estaba teniendo, como siempre ella encontró las más dulces palabras de aliento.

Cuántas veces hemos hablado de este tema? Tú nunca lo abandonaste. Primero desconociste su existencia y luego supusiste que no tenía edad para que entendiera la situación.

Tus palabras como siempre son maravillosas, pero esta vez estoy en desacuerdo. Yo debí permanecer en Inglaterra, lo más cerca posible de él. Debí enfrentarme a todos y aceptar ante ellos la parodia de la secta. No lo hice por cobardía, le dijo llorando.

No es cierto lo que estás diciendo. No fue cobardía. Pensaste que estabas harto de mentiras y no quisiste seguir esa farsa. De haber permanecido en Inglaterra la habrías tenido que mantener el resto de tu vida. O crees que al cabo de unos años, ibas a sincerarte con todos tus conocidos?

Imaginas cuales hubiesen sido sus reacciones? Te hubieran dado vuelta la cara. Y habrías optado por irte del pueblo.

Es probable que si lo consultaras con algún psicólogo, él te diría que estuviste equivocado, que deberías haber afrontado la situación. Es muy fácil dar consejos en estos casos. Pero también estoy seguro, que otro psicólogo, con otra escuela, te diría que hiciste lo correcto. Que primero había que preparar a tu hijo para enfrentarse a la situación y eso es lo que has estado haciendo todos estos años. Esperar a que esté preparado.

Te garantizo que si hicieras una gran encuestas entre muchísimas personas, que te conocieran o no, encontrarías un porcentaje de gente que dirían que debías haberle dicho la verdad, pero otro porcentaje apoyaría tu decisión resueltamente.

Y en ese caso que harías, aceptarías por valederas las respuestas que tuviesen mayor porcentaje?

Piénsalo en cualquier otra circunstancia de tu vida, y hazte esta pregunta: tomarías la decisión según lo que hubiera elegido la mayoría? Lo harías, Alex? Piénsalo detenidamente y respóndeme. O tomarías la decisión según lo que tus propias convicciones te marquen?

Contéstame, estoy esperando tu respuesta

Supongo que no tomaría una decisión personal basándome en la opinión de la mayoría. Nunca lo he hecho en ninguna circunstancia de mi vida. Tal vez, como siempre tengas toda la razón, amor.

Y por último Alex, nadie se enferma o muere para pagar los errores cometidos. Hay un momento para eso, y no es en la tierra. Y si en el momento que tengas que enfrentarte a escuchar el veredicto, estoy a tu lado, voy a poder escuchar como te absuelven.

Pensemos que no todo puede ser tan trágico como nos está pareciendo en estos momentos. Dios sabe escuchar plegarias. Ven, recemos juntos y verás que te sentirás mejor.

Cómo puedo pensar así? le contesto. Desde que se enfermó, todo se ha ido complicando.

Lo se, mi amor, ojalá pudiera hacer algo para calmar tu dolor, pero no se me ocurre qué, excepto esto que te estoy ofreciendo y créeme, vale la pena que te aferres. Se que muchas veces no compartes mi sentimiento de fé, pero yo puedo asegurarte que está basado en una lógica que muchas personas no logran entender, entre ellas, tú, porque es una lógica espiritual, pero que no deberías tener la menor duda al respecto.

Alex se abrazó a Mabel fuertemente y como siempre sintió cuánto lo confortaba, y era lo único que tenía en esos momentos, porque lamentablemente no tenía las mismas ideas religiosas.

Se volvieron al departamento. Mabel le había pedido a Rocío si podía quedarse un rato con las niñas y ella había aceptado encantada, y ésta vez no, lo había hecho por dinero, sino por amor a ellas. Las encontraron a las tres bailando al compás de la música de Chenoa.

Así fueron pasando los días. El viaje a Uruguay había quedado postergado indefinidamente, pero Mabel no se sentía triste por eso. Su tristeza estaba basada en la evolución de Joey.

Joey había mejorado muy poco con la diálisis, y demasiado lentamente, según decían los médicos, quienes estaban bastante desalentados con los resultados.

Con mucha cautela comenzaron a explicarle a Sophie y a Pete, que no se descartaba la posibilidad de que necesitara un transplante más adelante

Sus riñones no están respondiendo como esperábamos.

Generalmente en estos casos, la diálisis suele durar muy poco tiempo hasta que empiezan a recuperarse y eso no está ocurriendo. Lamento tener que comunicarles esto, pero es mejor que se vayan preparando.

La noticia de que Joey podría necesitar un transplante de riñón, le llegó a Alex como un balde de agua helada. Todo, absolutamente todo lo que había temido ese día en la iglesia estaba sucediendo.

No pasó mucho tiempo hasta que confirmaron esa necesidad.

Sophie, le había dicho que habían puesto a su hijo en lista de espera, pero, que no era fácil conseguir un órgano. Esa lista de era larguísima. Él tiene prioridad ante muchos otros, pero no es el único niño en lista de espera.

Alex le preguntó que podían hacer para acortarla.

Nada, le respondió. Todo está perfectamente reglado y sólo te resta esperar tu turno. Me dijeron si yo quería hacerme los estudios para ver si era compatible y si estaba dispuesta a donarle mi riñón en caso de serlo.

Te imaginarás que no lo dudé ni un instante. Pete también aceptó

Lamentablemente ninguno de los dos somos compatibles.

Le preguntó a él, si se animaba a estudiarse y si era capaz de ser donante en caso de serlo.

Sin dudar ni por un instante la respuesta, le preguntó: Cuándo tengo que estar allí?

Lo antes posible, fue la respuesta lacónica de Sophie. Te agradezco mucho que hayas aceptado tan fácilmente mi propuesta. No se si sabes que existen ciertos riesgos en la cirugía, pero nos pusieron sobre todo sobre aviso, que si el donante, cuando es vivo, como en este caso, tiene la mala suerte que su otro riñón enferme, podría encontrarse en esta misma situación.

No he tenido tiempo de pensar en eso. Es que todo sucede tan vertiginosamente que hablo sin razonar lo que estoy diciendo.

Te arrepientes, entonces? Le preguntó desesperanzada.

Claro que no. Se que tengo una familia y que en ella hay dos niñas pequeñitas que dependen de su padre y una esposa que me ama, pero no puedo renunciar a intentar salvar a mi hijo, sólo por la eventualidad que una cosa así pudiera sucederme. No debe ser muy frecuente que ocurra eso que acabas de explicarme, porque los médicos no se atreverían a proponerlo, si así fuera.

Nos dijeron que es rarísimo. En el caso específico de la cirugía la posiblidad es de 0,003 por cada mil transplantes. En cuanto a que tu enfermes, no hay ningún porcentaje disponible. Pero que teníamos que saber que podía ocurrir antes de tomar una decisión por eso nos lo comunicaban.

Alex explicó en el instituto la situación y les comunicó que tenía que irse por el tiempo que fuera necesario. Ya termina el ciclo lectivo, y se que estoy provocando un gran desequilibrio, pero no puedo esperar.

Apoyaron su decisión, aunque no sin antes pedirle que evaluara la posibilidad de esperar unos días hasta que pudieran solucionar el problema.

Lo lamento. No puedo esperar. No importa si esto me hace perder mi trabajo. Mi hijo está primero. Imaginen que soy yo el enfermo y que no puedo posponer mi enfermedad hasta que el ciclo termine.

Vaya Alex, cumpla con su obligación, le había contestado el director, ante la réplica que había recibido.

Ya no quería esperar ni un minuto más, por lo que ese mismo día compró el pasaje y se marchó.

Mabel lo abrazó muy fuerte al partir. Alex pudo percibir su miedo, pero ella no dijo ni una palabra, excepto Suerte.

Sus padres lo estaban esperando en el aeropuerto de Bristol. La tristeza se dibujaba en el rostro de los dos. Sus ojos estaban enrojecidos por el llanto y a Alex le pareció que habían perdido peso.

Se dirigieron directamente al hospital.

Se sometió al examen con la secreta esperanza de ser compatible. Sería la primera oportunidad que tendría de hacer algo por su hijo.

Cuando lo citaron del mismo, para comunicarle que los resultados mostraban una compatibilidad bastante aceptable, Alex sintió un profundo alivio.

Por fin iba a hacer algo por ese hijo, y eso lo alegraba inmensamente. Por supuesto que no se alegraba por lo que le estaba pasando a Joey.

Eso había ocurrido sin que él tuviera ninguna participación. Y, por supuesto, que no hubiera ocurrido, si hubiese podido evitarlo.

Pero, ante la situación creada, él se alegraba de que fuese él, el que fuera compatible, y no Sophie.

Alex, Sophie y Pete se citaron en un bar. Tenían que hablar sobre la situación.

Sophie y Pete le comunicaron que habían decidido que Joey debía saber la verdad.

Consideraban que debía saber que su padre biológico, era el que iba a intentar salvarle la vida. A Sophie le parecía que era lo menos que podía ofrecerle a Alex en esa situación.

Pete había estado de acuerdo, con cierta reticencia. Siempre, el temor de perder el cariño de Joey, lo acechaba y no le hacía pensar con claridad. Pero Sophie le había hecho entender que no tenían ningún derecho a quitarle a Alex el encuentro con su hijo antes de someterse a la intervención.

Desde hacia cinco años, sabía que algún día, Alex, pasaría a formar parte de la vida de su hijo, quitándole a él, protagonismo.

Siempre, se había dicho, cuando pensaba en eso, que no era el momento para preocuparse. Ahora si lo era. Y no podía negar que tenía miedo.

Pero Alex estaba demostrando que merecía el abrazo y el agradecimiento de su hijo. Lo que iba a hacer no dejaba lugar a dudas de sus sentimientos por su hijo.

Sophie, traía consigo todas las tarjetas que Alex le había escrito a Joey durante esos años. El embarazo estaba muy avanzado y ella lo lucía con orgullo. Ya sabía que era una niña.

Sophie había pensado que, si iban a contarle todo, Joey debería leer cada tarjeta enviada. Recordaba de memoria sus contenidos y sabía que su hijo iba a aceptar a su padre sin rencor. Estaba segura también que todo lo que había pasado lo había hecho madurar de golpe.

Los tres se dirigieron al hospital, cada uno envuelto en sus propios pensamientos.

Alex sabía a lo que iba a enfrentarse y no podía dejar de temer que su hijo lo rechazara. Todavía no había cumplido los diez años. Podría su hijo entender lo que le iban a contar? Y que haría si él lo rechazaba?

Sophie se sentía tranquila. Confiaba plenamente en su hijo y no dudaba

de su reacción. Pete iba dispuesto a perder.

El momento tan retrasado y a la vez tan esperado estaba por comenzar.

Entraron en silencio a la habitación. Joey se veía tan pálido, tan débil y tan delgado!

Tuvo que hacer un gran esfuerzo por contener las lágrimas. Hacía

tanto tiempo que no veía personalmente a su hijo! Desde la última vez que había estado con Mabel en Inglaterra. Habían pasado más de cuatro años desde entonces.

Los tres inventaron una sonrisa. A Alex le costó muchísimo esbozarla. Tenía la sensación que le iba a pasar como aquella primera vez en que lo había visto, y que terminaría en el suelo. Esta vez no estaba sentado en un banco, ni estaba el hombro de Pete donde caer, pero la sensación era igual o peor que entonces. Tenía la misma sensación de falta de aire y que todo giraba a su alrededor. Inspira profundamente, se dijo, muy profundo, llena de aire tus pulmones, expira lentamente. Vuelve a hacer todo de nuevo. Después de unas cuantas inspiraciones profundas, empezó a sentir que la sangre volvía a correr con regularidad en su cerebro. Las cosas ya no giraban a su alrededor. Hizo un mayor esfuerzo para que la sonrisa pareciera de verdad.

Se acercaron a Joey y les dijeron que tenían una historia que contarles.

Que era una historia un poquito complicada y que iban a intentar que entendiera con claridad lo que decían, pero que si no era así, no dudara en interrumpir lo que le estaban diciendo, para volver atrás cuantas veces fuera necesario.

Primero le explicaron, en términos entendibles para su edad, lo que era un padre biológico y un padre por adopción.

Joey los miraba atentamente sin entender nada, pero no hacía ninguna pregunta.

Luego le contaron todo lo que fueron considerando conveniente, en palabras que Joey pudiera entender.

Sophie insistió una y otra vez en hacerle notar el amor que despertó en Alex su existencia.

Los tres se alternaban para contar trozos de la historia.

Cuando terminaron, Sophie le alcanzo las tarjetas.

Joey las leyó con avidez. Recién estaba por cumplir 10 años, pero era un chico muy listo. Había entendido con claridad la historia, siempre considerando el poder de comprensión que podía tener.

Cuando terminó de leerlas, con esa simplicidad que sólo los chicos pueden tener, Joey le dijo a Alex:

Así que, tú eres mi segundo papá, verdad?

Se quedó sin habla, mirando a su hijo con absoluta incredulidad. Nunca imaginó esa reacción de él. Había transformado un complicado dilema en una sencillísima respuesta.

Es una manera de decir las cosas, le dijo cuando pudo recuperar el habla, pero si, podríamos considerar que soy tu segundo papá.

En mi clase, tengo dos amiguitos que tienen dos padres, continuó Joey.

Dicen que es muy divertido! Que tienen doble vacaciones, doble regalo en los cumpleaños y en navidad. Que sus dos papas, compiten para ver quién lo quiere más.

Cuando vuelva y les cuente que ahora yo también tengo dos papás, no van a querer creerme.

Ambos se consideraban muy importantes por ser los únicos de la clase en esa situación.

A partir de ahora, preguntó Joey , mirando alternativamente a Pete y a Alex, vais a competir con los regalos para conquistarme? Dijo con una

sonrisa picaresca.

Alex asintió con la cabeza, todavía incrédulo ante la forma en que su hijo seguía planteando la situación. Si tú quieres, y eso te hace feliz, lo haremos dijo Pete, quien por primera vez se dio cuenta que su hijo no dejaría de quererlo.

Alex seguía sin poder emitir una sola palabra. La emoción lo ahogaba.

Y también tendré dobles vacaciones?

Por supuesto que si. Personalmente vendré a buscarte para llevarte a España. Allí conocerás a tus hermanas.

A Pete no le gustó nada esta propuesta. Nunca había pensado en esa posibilidad, y al darse cuenta que a partir de ahora, esto podría ocurrir con regularidad, sintió nuevamente miedo. Qué poco le había durado la seguridad!

Y tú, eres el que va a darme un riñón?

Así es, hijo. He venido para eso.

Y tú te vas a quedar sin ninguno?

No claro que no, yo tengo otro y con uno solo me alcanza para vivir perfectamente, de la misma forma que va a alcanzarte el tuyo que también será uno solo.

Y crees que te va a doler?, le preguntó Joey.

Alex, no quería mas mentiras con su hijo, por lo qué, respirando profundamente y midiendo sus palabras, le contestó:

Supongo que sí, que me dolerá un poco, pero los doctores tienen muchos medicamentos para darme.

Y estas asustado? Dicen que van a llevarnos a un lugar, donde los médicos tienen máscaras puestas en la cara, y que eso, no tiene que preocuparnos, porque sólo lo hacen para no contagiarnos a nosotros.

La inocencia de Joey desarmaba a los tres, pero principalmente a Alex.

Estoy un poco asustado, Joey, pero, si tú estás a mi lado, ya no tendré más miedo. Recuerdas como me curó el beso que me diste hace mucho tiempo en el parque y que te conté en una de las postales que acabas de leer? Pues yo te daré uno muy grande a ti y tú uno a mi, que te parece?

Los tres estaremos a tu lado y te daremos muchos, pero muchos besos, así que tampoco tú tienes que temer, le dijo Pete.

Joey se sintió mas aliviado.

Tenía realmente mucho miedo. Había pasado por muchos tratamientos en los últimos tiempos, y muchos de ellos habían sido bastante dolorosos

Alex abrazó a su hijo, al tiempo que le decía: a partir de ahora, todo va a cambiar, mi amor,

Primero tendrás que ir a esa lugar donde los doctores tienen máscaras en la cara, luego pasará un tiempo, donde tal vez no te sientas del todo bien, pero, nunca olvides que los tres, estaremos permanentemente a tu lado.

Por fin, cuando ya estés recuperado y todo haya pasado, volverás a ir al colegio y podrás contarles a tus amiguitos de mí y te sentirás muy bien.

Sabes rezar joey?

Joey asintió. Su madre le había enseñado, desde pequeño, a hacerlo.

Pues recemos juntos entonces.

Todo había salido muy bien.

Había pasado casi un mes de la operación y Joey no presentaba signos de rechazo.

Estaba bastante animado y ya no se lo veía tan pálido.

Alex, consideró que había llegado el momento de regresar a España.

Todo sería distinto de ahora en adelante, puesto que de alguna manera estaría siempre al lado de su hijo.

Eso lo hizo sentirse feliz y satisfecho por lo que había hecho.

Tenía la sensación de haber saldado parte de la deuda que tenía con su hijo. Ahora tenía que ir a despedirse, pero cuán distinta sería esta despedida! Ya nunca más estarían incomunicados. Como casi todos los niños de esa edad, Joey sabía enviar mails y tenía su propia casilla de correo. Y por supuesto sabía usar el Messenger.

Sophie, como todos los días que veía a Alex , desde aquel, en el que él, aceptara ser el donante, le daba las gracias.

Él, le había pedido de mil manera que no volviera a hacerlo. Era su hijo también después de todo.

Pero Sophie no podía evitarlo. Tenía necesidad de hacerlo y lo hacía.

Lo abrazó fuertemente a y le dijo que lamentaba que tuviera que marcharse. Ahora estaba integrado a su familia y le hubiera gustado tenerlo cerca. En el abrazo, él pudo sentir que su abdomen lo golpeaba. La hija de Sophie, también quería despedirlo. Ambos se rieron al notarlo. Ella te está diciendo adiós a su manera, le dijo graciosamente.

Pete le dio un fuerte apretón de manos. No podía evitar sentir que le producía bastante alivio, que se marchara. Pese a que ahora no tenía dudas del amor de Sophie, y ya no tenía miedo al respecto, todavía le quedaba ese cierto resquemor por Joey.

Alex fue a despedirse de Joey. Esta vez no tenía que inventar una sonrisa, ésta nacía espontáneamente.

Al ver que se marcharía, Joey se preguntó si Alex no se olvidaría de la promesa que le había hecho.

No te olvidaras de mí en las vacaciones, verdad segundo papá?

Por supuesto que no, hijo. Personalmente vendré a buscarte y te llevaré a España. Allí conocerás a tus hermanas.

No le gusto mucho a Pete escuchar que llevaría a su hijo. Nunca se habían separado hasta entonces ni tampoco había pensado antes en esta eventualidad, pero se dijo que tenía que empezar a entender que los cambios iban a llegar, y era mejor ir acostumbrándose.

Tengo muchas ganas de conocerlas! Había dicho Joey.

Pues, no sólo la conocerás. A partir de ese encuentro, tendrás dos hermanas que te querrán muchísimo, no tengas dudas de ello. Y espero que hasta que seas lo suficientemente grande como para decidir que ya no quieres pasar tus vacaciones con nosotros, puedas hacerlo todos los años. No sabes con que ansiedad espero ese momento.

Se volvió hacia donde estaban Sophie y Pete y les pregunto: Creen que habrá alguna posibilidad de pasar una navidad todos juntos? Si nosotros viniéramos para aquí, piensan que tu familia aceptará esta proposición? Mis padres y yo hemos soñado durante estos cinco años en esta posibilidad.

Supongo que podremos arreglarlo. No creo que ni mis padres ni mis suegros se opongan y desde ya, dijo mientras con un mirada buscaba la aprobación de Pete, nosotros no lo tenemos, verdad Pete?

Supongo que podremos arreglarlo. Quieres que sea en esta próxima navidad?

Nada me gustaría más, le contestó.

Haremos todo lo posible. Me parece que sería una forma de festejar la recuperación de Joey y el nacimiento de nuestra niña.

De paso, como lo éramos hace tanto tiempo, podremos reencontrarnos nosotros tres y volver a ser los tres mosqueteros como nos prometimos hace tanto tiempo, dijo casi sin pensar Alex.

Los tres recordaron al unísono la ocasión del juramento y fue como un hálito de paz que sintieron en su corazón. Ese reencuentro podría ser que borrase rencores y miedos y que los volviera a unir. Podría ser un nuevo comienzo, y a lo mejor, esta vez, si, sería para siempre.

Todos habían vivido épocas y situaciones difíciles que tuvieron la fuerza de desunir algo que parecía imposible. Tal vez toda esa experiencia serviría para volver a atar los cabos de una amistad verdadera, que había sufrido muchos embates, pero que al final era capaz de sobrevivir y permanecer como tal.

Sin hacer comentario alguno, los tres sintieron que querían profundamente que la amistad renaciese con toda su fuerza.

La navidad es una época donde las personas tienden a ser más comprensivos y eso podría transformarse en el bálsamo que curara las heridas producidas.

Entonces, si Dios quiere, estaremos todos reunidos esta navidad! Dijo emocionado, creo que ya es tiempo que los hermanos se conozcan!, dijo Alex en voz alta. Han estado demasiado tiempo separados.

Es verdad, repitió Sophie. Ya es tiempo que los hermanos se conozcan.

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Tarde para volver (1er. capítulo
Escrito por anaverna, Añadido: 01 de Nov, 2009
CAPITULO 1Eran las 19.30 de la tarde. El avión de Alex acababa de aterrizar en Bristol.Durante todo el trayecto que duró el viaje se había estado preguntando como le iría. Aunque repetidamente se decía a si mismo que no debía pensar, no podía evitarlo.Se imaginaba las mil y una formas en que reaccionaría...
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La Leyenda de Abadona
Escrito por mauriciomy, Añadido: 09 de Nov, 2009
Esta es la historia de quien fue guerrero de la luz y de la oscuridad, esta es su historia del rebelde y el perdonado, el que tenga oídos que oiga a las palabras del profeta de las Puertas de Not. Esta es su historian antes del principio del mundo no existía nada solo la nada, he aquí cuando el creador creo la...
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Los días de gloria – El último libro de Mario Conde
Escrito por Germán Piñeiro Vázquez, Añadido: 12 de Ene, 2011
La presentación del último libro de Mario Conde ha levantado una gran expectación en España, que se acrecienta cada día. Su obra narra conversaciones con S.M. el Rey, con los líderes políticos y económicos de la época, los entresijos del sistema financiero, los movimientos telúricos del poder y en...
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