Incorporación al trabajo tras sufrir un infarto

Reincorporación al trabajo después del infarto

Es conveniente analizar si desde un punto de vista funcional estos trabajadores podrían incorporarse o no a su actividad laboral, algo que, en muchas ocasiones, sí es posible. Sin embargo, no se produce, puesto que, cuando está en juego la vida de terceras personas, la ley es mucho más exigente.

Por ejemplo, en el caso de que un trabajador sufriese un infarto (la cardiopatía isquémica es la primera causa de muerte en los países desarrollados), una vez tratado y estabilizado lo que ha de hacerse es medir su capacidad funcional mediante una evaluación de riesgo, comprobar si se puede reincorporar a la actividad que desarrollaba previamente o si es conveniente que cambie de tipo de trabajo.Dicha evaluación se realiza a través de una serie de tablas que estratifican el grado de esfuerzo y el consumo energético en METS (cantidad de oxígeno que se consume al hacer un esfuerzo) según el rendimiento en una ergometría o prueba de esfuerzo. Estas tablas cuantifican el consumo requerido por cada actividad laboral. Por ejemplo: un trabajo de oficina tiene un consumo de dos METS, conducir un camión supone un consumo de entre tres y cuatro METS, trabajar con una pala de cuatro kilos son siete METS, etcétera.

Incorporación al trabajo tras sufrir un infarto

Grupo I, riesgo bajo: normalmente se podrán reincorporar en un periodo de unos dos meses para trabajos de esfuerzos mínimos o leves y de tres meses para los de esfuerzos moderados intensos. Grupo II, riesgo medio: estos pacientes reúnen criterios de incapacidad permanente ante trabajos con responsabilidad sobre terceros. El resto podría continuar con su trabajo siempre que éste no supere la capacidad alcanzada con la ergometría. Grupo III, riesgo alto: no deberían incorporarse nunca a un trabajo que requiera esfuerzo moderado o alto si no se puede aportar una solución a su problema y son, por tanto, candidatas a ser valoradas para invalidez permanente.