El amor infernal...
El amor infernal, como su nombre lo indica es un estilo afectivo altamente destructivo. Vivir en el infierno de la agresión, de los celos, de las interminables infidelidades o simplemente, de una relación altamente destructiva en la que la humillación, la vergüenza y el desamor toman lugar, no es un lugar seguro para la intimidad, para la complicidad, para el amor y para el crecimiento.
No quiero pecar de romanticismo, pero si una relación de pareja me lleva más a tocar el infierno que el cielo, seguramente no estoy en una relación que me ayude, sino por el contrario, me encuentro en un amor, como el de la película de “amores perros”
Amores con fiereza, con un alto grado de rabia, llenos de veneno que sólo nos llevan a estar a la defensiva o al ataque. Amores que nos llenan la vida de desaliento, de tocar el infierno, antes de cometer errores.
El amor infernal es pasional, es enfermizo, es altamente destructivo y también es impulsivo. Es un amor que nos lleva a la reacción, jamás tocamos la reflexión ni tampoco nos detenemos a pensar en nada. La razón se nubla y la adrenalina se apodera de nuestras acciones pero para cometer actos violentos hacia el otro o hacia mi.
Los amores infernales son ambivalentes, en un momento se aman hasta tocar la divinidad y en el otro, se tiran hasta con lo que encuentran a su paso. Y sí pudieran dar muerte en ese momento en el que el instinto pasional se apodera, lo harían. De hecho sucede con una alta frecuencia.
Escuchamos en los espectaculares, lo vemos en el cine, lo leemos en los diarios sensacionalistas. Son amores sadomasoquistas. Son amores que sólo entienden la relación a través del sufrimiento y el dolor.
El amor infernal está lleno de llamas, de odio, de vergüenza, de intoxicación y ahoga con su ardor, a ambos integrantes de la pareja por igual.
Vivir quemado es la sensación, el ardor, las ámpulas nos desfiguran el alma y el espíritu. Algunos días tenemos quemaduras leves, otras de segundo grado, y otros más, hasta de tercer grado. No podemos movernos de los golpes, de los atropellos, de la indignación y nos arde hasta el amor propio.
En los amores infernales no existe espacio para la salud. Tenemos que destruirnos porque así nos sentimos vivos. Por supuesto, que la adicción al maltrato es un factor importante en este tipo de relaciones. El goce siempre se empaña con la agresión y con la violencia, con la crueldad y con el abuso de sustancias, algunas veces.
El infierno es el lugar secreto del alma de estos amores. Las personas y sus vidas son miserables. Hacen miserable la vida de sus parejas y de quienes los rodean. Viven en la premura, en el susto, en lo imprevisto, nunca saben cuando pasarán del lado de las llamas. Pueden estar tocando la música más hermosa que es instantánea y pasar con tal intensidad al ardor y al incendio, que resulta impredecible el comportamiento.
Sí te encuentras viviendo un amor infernal seguramente estás llena de dudas y de descontrol. Sientes que no puedes dejar a tu pareja aunque razonablemente, sabes que no te convienes. Todo el mundo a tu alrededor te lo hace ver, pero tu no puedes zafarte de esa relación. Mil y un veces te has prometido no volver con él, y la primera llamada ahí estás como si no tuvieras memoria. Además estás inundada de vergüenza y sufrimiento.
A veces, no es fácil abandonar una relación de esta naturaleza. Te recomiendo que busques ayuda, si no puedes hacerlo por cuenta propia, no es un acto de debilidad, por el contrario, es un acto de salud mental. Recuerda que existen recursos hoy en día, que te pueden ayudar a sanar.
Gracias por leerme, mi misión e intención es la calidad de vida emocional…
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Ana Giorgana
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