La Ley de la Atracción: Premisas correctas para una pérdida de peso exitosa

Cantidad de veces nos hemos propuesto perder peso o alcanzar la apariencia deseada para llegar a la conclusión de que no hay pociones, remedios o programa de ejercicios que prueben funcionar para todos de manera estrictamente consistente. El haber estudiado y practicado, por más de cinco años, el postulado de la Ley de la Atracción me ha permitido resolver este rompecabezas. Aunque esta ley es el marco del rompecabezas no me puedo saltar el compartir una cronología de eventos que fueron arrojando piezas a éste:

-        Mi primera pieza: Siempre he sido ávida lectora desde bien temprana edad y cuando apenas cursaba la escuela superior recuerdo la cantidad de revistas que sugerían en aquel tiempo dietas de 1200 calorías como la respuesta a lograr una mejor figura. Y aunque aquí comenzó mi carrera, con honores, en contar calorías de manera rápida noté que cuando mi consumo calórico era tal mi pérdida de peso era abrumadora. Recuerdo mi incógnita: ¿De dónde se saca esta gente esas famosas 1200? ¡me iré yo a desaparecer!

-        Otra gran pieza: Esta lo fue una temporada en la que perdí unas veinte libras de manera muy rápida en una época en la que ni contaba con una membrecía a gimnasios o velaba lo que consumía, aún con la maestría con honores en conteo de calorías de las que le hablé. Digo ‘gran’ pieza pues obtuve una magnífica figura de la manera que postula la ley, aunque hoy día entiendo que en aquel entonces no lo hice de manera consciente y deliberada.

-        La jocosa pieza: Hace unos seis años, tras haber tenido una lesión en una rodilla, me uní a una famosa franquicia para perder peso. ¡Lesión que por ser bailarina me volvió loca pues me sacó del piso de baile por espacio de un año! Esta experiencia todavía me causa una histeria de risas pues recuerdo lo estupefacta que me quedé al final de mi primera reunión con ellos. Noté que había firmado y pagado un contrato con un programa que sugería un consumo calórico por día que yo normalmente ingería en un almuerzo. Imagínense ustedes mi agravio—“¿Cómo voy a ingerir en todo un día lo que normalmente me como solo en un almuerzo?” Pero mi deseo por bajar el peso era tan grande que al no conectar con el éxito de mi segunda pieza traté el famoso programa. Recuerden que mencioné en la otra ‘gran’ pieza que mi logro no fue consciente. En dos semanas perdí unas diez libras y en alrededor de un mes logré la figura deseada aunque con gran malestar por supuesto.

-        Mas piezas aún: Hace unos meses atrás mi adorado hermano me comentaba que había adquirido un programa de ejercicios muy popular que sugería unas rutinas bastante rígidas a hacer por un número de días pero que el notaba que al cabo de un par de días ya el veía gran tonificación de músculos. El me mencionaba ‘fíjate yo me pongo en forma súper rápido sin tanto esfuerzo”. Yo le dije “Adorado hermano lo mismo me pasó a mí con ese programa. ¿Que locura no? Cuan diferente podemos ser los humanos.”

-        Pieza de último momento: Esta la acabo de obtener casi a punto de someter este artículo cuando disfruté de una entrevista en la que Oprah tiene a Portia Degeneres en su show. Les invito a verla hasta el final porque es una entrevista muy iluminadora. El tópico era la jornada de la talentosa actriz en su estrago con el peso y la discusión de su libro en el tópico. Me dió mucha alegría que sus conjeturas en lo absoluto comulgaban con las mías. El punto de esta pieza de último momento es que Portia relató haber consumido una dieta que la sostuvo en 82 libras en la que gran cantidad de veces lo que ingería era un yogurt de 60  calorías. Mi hija de 11 años que estaba merendándose un delicioso pan dulce con mantequilla, alarmada me dice: “Mami ella y yo tenemos el mismo peso pero yo como mucho, mucho más que un yogurt al día”. A lo yo añadí: “Porque te lo comes feliz mi reina”.

No hay “jarabe mágico” que trabaje para todos y cada uno cuando se trata de materializar las cosas que personalmente queremos. Por supuesto la pérdida de peso es una de esas cosas que no escapa la fórmula. La explicación es La ley de la Atracción. Muchos de los que ya la hemos estudiado sabemos que expone lo siguiente:”Todo aquello que es similar se atrae”. Señores esto es profundo. Se trata de que el  alineamiento energético de cada individuo varía en tono con los factores de las creencias, deseos y expectativas de éste. Lo que se traduce como: cuando te sientes bien todo aquello que te trae reminiscencia de bienestar se añade a tu vida. Si señores, y si tener una mejor figura es un de las cosas que le trae reminiscencias de bienestar se le es dada. Esta es exactamente la misma sabiduría que se encuentra en la Biblia cuando los evangelios nos relatan “Pedid que se os a dado”.

Recuerden también los populares dichos con los que crecimos “Dios los cría y ellos se juntan” y “Me levanté por el lado equivocado de la cama” al notar que te levantaste en un estado de ánimo pésimo y tu día se puso cada vez peor y peor. ¿Cuán perspicaz puede ser la sabiduría popular no? Estimado lector tenemos la inteligencia ya en nuestras células aunque no tengamos plena consciencia.

Para matar el suspenso de mi otra ‘gran’ pieza del rompecabezas, la que denominé que hice de manera inconsciente, pues he quedado en la mirilla, tendré entonces que compartir con ustedes la fiesta y el vacilón en el que vivía en aquel entonces y que añadió a mi vida tal figura de Barbie. ¡No se entusiasme mucho que lo que brindaré es la versión PG!

Recuerdo que yo había dado fin a una relación romántica de mucho contraste y que eventualmente me ayudó a descifrar muchas cosas que me gustan de la vida en pareja. Recuerdo que simultáneamente me di a la tarea de reingresar a la fuerza laboral de manera muy determinada aunque serena pues me había dedicado un año a quedarme en mi hogar con mi hija. Recuerdo la liviandad con la que llamé a mi reclutador para decirle que estaría interesada solo en aquellas posiciones con un salario y ambiente laboral particular. ¡No me juzguen señores pues yo se lo dije con mucho amor! Recuerdo haber vuelto a meditar en las mañanas, pues había traído grandes beneficios a mi primer trimestre de embarazo. En particular recuerdo lo mucho que anticipaba cada día el disfrutar la escena de la ruta que tomaba hacia el cuido de mi hija y mi trabajo. Tengo memorias también de que fue una enorme y larga temporada llena de entusiasmo por haber atraído una posición laboral en la que felizmente tuve la oportunidad de aplicar todos y cada uno de mis conocimientos universitarios de maestría en empresas. ¡Si señores, no la maestría de contar calorías! Puedo pasar revista de como hablaba de mi carrera con familiares y amigos, y como mi codiciado trabajo de consultoría de efectividad organizacional era uno que hacía prácticamente jugando.  En otras palabras ven ustedes lo dichosa que vivía yo aunque de manera inconsciente. Uffs! que días aquellos, para pelos. Fueron tan deliciosos que convencí a mi hermana a forjar su residencia aquí en los Estados Unidos. En aquel entonces mi hermana era maestra de español en Puerto Rico y no hablaba ni pizca de inglés. Siento decirles que las divinas manifestaciones de mi adorada hermana son tela para otro artículo.

Sin más preámbulos les dejo entonces con trazos de mi alineamiento energético de aquellos días de oro y por supuesto de mis días de hoy. Estos están impregnados de la esencia de la vibración que, por Ley de Atracción, atrajo infinito balance a mi vida y por ende mí figura. ¡Atrévase a recordarlos pues sé que resonarán con todo lo que ya usted es y sabe!

Solo en un estado en el que me siento bien es que logro la estamina necesaria de toda jornada, sueño o deseo.

La correlación de pensamiento y emoción me hace llevar a cabo solo lo que me simpatiza, lo que me  seduce y causa buenas emociones.

El potencial de sentirme bien y libre de malestares esta siempre dentro de mí.

Los pensamientos que escojo determinan mi experiencia y la efervescencia de ésta.

Mantengo mis pensamientos en el carril que está en harmonía con mis deseos.

Pienso en bienestar no en la falta de este.

Pienso en lo que quiero ser en lugar de lo que no quiero ser.

El pensamiento es bien poderoso. Aquello a lo que brindo mi atención incrementa.

Todo lo que vivo es como resultado a los pensamientos que albergo, no veo excepción a esto.

Cualquier evidencia que veo a mí alrededor es producto de lo que a esa persona le prestó pensamiento. No tiene nada que ver con la mía propia.

No existe tal cosa como una condición que no se pueda cambiar.

No hay situación física, por más crónica que parezca, que no pueda tonarse óptima. Solía llamarle milagros pero ahora sé que pueden ser la orden del día.

Sé que para replicar resultados exactos una y otra vez  requiere de un entendimiento de la ley de la atracción y de mi deliberado de centrarme en lo que me exalta.

Entiendo así que el cuerpo responde a lo que estoy pensando, y si pudiera sostener los pensamientos donde  los quisiera tener, todo me iría fenomenalmente bien.

La mejor manera de influenciar otros a una vida saludable es viviéndola yo.

Cada momento que pienso en algo que me hace sentir bien, detengo mi subida de peso, y cada vez que pienso en mi ganancia de peso es como añadirle leña al fuego. No me sirve ir allí. Nunca es la respuesta.

En lugar de comer hasta sentirme bien, me siento feliz primero y luego como.

Adoro que solo toma  segundos obtener la frecuencia energética de un pensamiento. Entonces genero solo aquellos que son exquisitos.

Mis resultados son únicos y exclusivamente acerca de mi alineamiento de energía causado por los pensamientos que albergo.

Cada día más me determino a experimentar pensamientos llenos de optimismo, júbilo y regocijo.

No hay nada de mayor importancia que el sentirme entusiasmada.

¡Me centro enteramente en actividades que me contentan, me apresan y me cautivan!