Capital privado: inversores particulares
En estos últimos dos años se ha estado hablando del rescate que se está produciendo por parte del estado de los bancos con problemas. Recordemos que el banco de Inglaterra nacionalizó (temporalmente) el banco hipotecario Northern Rock en febrero de 2008. Tan sólo un mes después se produjo un caso, más impactante, con la caída del quinto banco de inversión de los Estados Unidos, el Bear Steams. Esta fue la primera vez que la Reserva Federal intervino en el sector privado para evitar el colapso del sistema. Para muchos esto fue un claro signo del fin del capitalismo como tal.
En estos dos casos, y en muchos otros más, los bancos centrales actúan como prestamistas de última instancia o PUI de los bancos comerciales o privados y de otras instituciones financieras. Se permite así que la actividad del banco no cese evitando así despidos masivos e impagos de deudas. Se les ayuda en tiempos de crisis.
Del mismo modo pero a menor escala sucede con los particulares. Millones de personas llegan a una situación sin salida y en la que necesitan ayuda. En este caso se ha podido comprobar como las administraciones públicas no han acudido al rescate de los particulares. Pretendían que el apoyo a los bancos fuera suficiente.
En este caso los prestamistas de última instancia son ellos mismos. Si uno se encuentra con problemas de capital y necesita financiación tan sólo puede ser encontrada por medio de capital privado urgente. El capital privado corresponde a personas dispuestas a prestar dinero y que no forman parte de ninguna entidad bancaria. Son particulares que se convierten en bancos. En este caso en rescatadores financieros. De este modo, una persona con problemas económicos, y perspectivas económicas favorables para el futuro, puede conseguir el empujón que han recibido bancos de todo el mundo acudiendo a inversores particulares.
Los prestamistas particulares trabajan con unos requisitos inferiores al de los bancos en materia de préstamos. Muchos de ellos utilizan la propiedad inmobiliaria como única garantía, algo que no hacen los bancos. Los intereses son del 20%, similar al de una tarjeta de crédito, pero significan en muchos casos la diferencia entre el fin de la actividad laboral o no.
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