El síntoma de la enfermedad como traductor del alma

Vamos a exponer aquí una visión del síntoma como traductor en el cuerpo del mensaje del alma y para ello partiremos de la Ley de la polaridad.

Nuestra conciencia basa el entendimiento en parejas de contrarios excluyentes. Pero más allá de ello, la realidad es Unidad. El ámbito de la polaridad es el Yo, el de la Unidad es el Ser. La Unidad es el Todo, todo lo abarca y en él se aúnan los contrarios. No está sometida al tiempo ni al espacio y es inmutable.

El mundo de la polaridad (el que nosotros percibimos) o “maya” es continuo cambio y está limitado por el tiempo y el espacio. Y esto es así porque por la Ley del principio complementario, la realización de un polo exige la manifestación del otro.

La polaridad impide la unidad en la simultaneidad, pero el tiempo restablece automáticamente la unidad porque hace que un polo suceda al otro. Así, el equilibrio de los polos se mantiene aunque en realidad el tiempo no exista y tampoco los cambios, pues sólo son repeticiones del mismo esquema.

De aquí se deduce que todas las polaridades no son buenas ni malas, una depende de la otra y su existencia está justificada porque sin ellas el Todo no estaría completo. Y quien combate un polo combate el Todo.

Las filosofías orientales llaman al mundo de la polaridad “ilusión” o “engaño” (maya) y buscan el conocimiento y la libertad en la percepción de que la auténtica realidad está más allá de las mutaciones y de los límites. Insta a alcanzar una conciencia de unidad desde la polaridad y hablan de dos fuerzas universales que reciben diferentes nombres según se trate del Tao (yin-yan), el hermetismo (sol- luna), tantra (ida-pingala), la Cábala, la dialéctica, etc.

Incluso nuestro cerebro también participa de la polaridad con dos hemisferios con habilidades diferentes (lógicas y analógicas). En él también se realiza la síntesis de la polaridad en la unidad a través del cuerpo calloso que une los dos hemisferios y los integra (por cierto que las mujeres tienen el cuerpo calloso más desarrollado).

Una vez explicado esto podemos entender mejor el concepto de “sombra”:

Todo lo que existe en la Totalidad son los principios arquetípicos y éstos se manifiestan en múltiples formas (por ejemplo el principio de la multiplicación se manifiesta como 2*3,5*8,..etc.).

El mundo exterior está formado por los mismos principios arquetípicos que nuestro mundo interior (microcosmo = macrocosmo) porque todos somos uno con la totalidad.

Nuestra conciencia cuando se crea una identidad elige de todos los arquetipos el polo que valora como bueno, y el polo considerado malo es desterrado al exterior y a la sombra de uno mismo. La sombra es la suma de todas las facetas de la realidad que el individuo no reconoce en sí mismo y descarta” (Jung).Pero se equivoca porque aunque la rechace y su conciencia no la vea, está en él, en una región de sí mismo (en la “sombra” de su conciencia).

Mediante la proyección, cada vez que encuentra esa parte rechazada de la realidad, (que está también en su sombra) desencadenará en él una reacción de angustia y repudio. Es decir, proyecta su sombra en el exterior. El entorno nos sirve de reflejo para ver lo que no podemos ver en nosotros.

Por eso, los campos interesantes a trabajar por el individuo, son aquellos que repudia porque los hecha de menos en su conciencia y para estar completo necesita asumirlos.

Creemos que para que el mundo sea santo y bueno hay que desterrar a la sombra, pero es justo lo contrario: la sombra contiene lo que nos falta para que nuestro mundo interior sea santo y bueno, para que se cumpla el principio de la Unidad en la Polaridad.

Y aquí entramos en el concepto de síntoma. Cuando el individuo se niega a asumir en su conciencia un principio, por la Ley de polaridad, este principio se introduce en el cuerpo a través de un síntoma de enfermedad porque debe manifestarse, y si no lo puede hacer por la conciencia lo hará en el cuerpo.

En realidad el síntoma es el traductor corporal de lo que le falta al paciente en su alma para estar completa. Es la sombra materializada y visible a través del cuerpo. Es el traductor de nuestra sombra que nos obliga a asumir conscientemente el principio rechazado y con ello nos devuelve nuestro equilibrio.

Este traductor de principios nos llama la atención sobre aquellos que existen en estado latente en nosotros pero que por la obligación de decidir en la polaridad no lo hemos realizado en actos concretos.Es un traductor que nos señala que parte de la polaridad hemos desechado de nuestra conciencia.

Para que el ser humano se encuentre donde siempre estuvo: en la Unidad,tiene que descender primero a la Polaridad del mundo material.

La solución es ir más allá de la polaridad, unificar los polos, reconciliar los contrarios, pero este arte sólo lo consigue aquel que ha conocido, ha sentido en sus carnes y ha sufrido cada uno de ellos.

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