Historia de un idilio familiar: un asunto hotelero en Italia
Cuando la familia da Anderson, Helena y Sam, empezaron a pensar de la mudanza a Italia para comprar inmuebles allá y abrir su propio asunto de hoteles pequeños, los imágenes de dolce vita y de hospitalidad sencilla llenaron sus pensamientos y se hicieron la base de sus planes.
“Es importante fantasear”, opina Helena. “Una fantasía es el fundamento de cualquier realidad. Pero si emprendes un asunto como el nuestro, ¡correlaciona tu fantasía con la realidad!”
Ella soñaba con una casa rural de tonos de pastel, huéspedes de todo el mundo, una alfarería donde crearía y escribiría... Todo empezó en 2006, cuando los Andersons pasaron sus vacaciones por primera vez en Italia. Eran completamente fascinados por el país maravilloso, y decidieron a regresar allá cada año. “Cuando entramos la país, sintieron como en su propia casa”, cuenta Sam. “En 2009 dimos fin a nuestra “esclavitud de oficina” y empezamos a nuestra propia empresa”.
Los esposos revisaron sus valores y planes del futuro, decidieron que estar más cerca a la naturaleza y pasar más tiempo juntos es lo que importa para ellos ahora. “Sin embargo, claro que debimos ganar la vida y dinero para sostener el hotel. De la experiencia de nuestros viajes precedentes supimos que quisimos algo autentico, en un ambiente idílico”.
Un día se encontraron en Liguria, buscando una casa conveniente. Lluvía, estaba muy frío y húmedo, ambos cogieron un constipado y ya habían perdido la esperanza... Para salvar la situacíon, Sam ofreció a ir en el adyacente Piemonte, y Helena lo aceptó. Fue posible que en aquel lado de la cadena les esperarían el cielo claro y el tiempo caluroso. Y era así. En un valle de Piemonte con casas de piedra de los granjeros y viñas ricas encontraron su “paraíso en la tierra”.
No fue fácil a escoger una casa bien conveniente para un hotel privado, debería tener tres habitaciones por lo menos. Al principio resultó imposible a encontrar un variante bueno, pero más tarde buscaron a casas incluso abandonadas, y tuvieron suerte en Acqui-Terme.
Todas las edificios necesitaban reparación total, y los trabajos ocuparon todo el invierno. Los primeros huespedes vinieron en primavera, y durante la entera temporada turística Sam y Helena recibieron a los posaderos.
Cinco años han pasado, y, como dice Helena, todo está hecho por 80%, y no se puede por menos de alegrarse al ver los resultados del trabajo. Ahora es posible no sólo recibir a huéspedes, sino también hacer excursiones en la viña, organizar clínicas de restaurador y más que ello.
Esa historia muestra que no hay nada imposible. Si lo desas y crees, ¡lo lograrás!
Si quieres saber más, por favor, siga el enlance: www.lionard.es
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