Anunciese Aquí

Registro automático

Acceder con Twitter

top articulo
twitter
facebook
Rss
sábado 27 de abril del 2024
Lea, publique artículos gratis, y comparta su conocimiento
Usuario Clave ¿Olvidó su clave?
¿Iniciar sesión automáticamente en cada visita?
Inserte su correo electronico

El Hombre y su temporalidad

veces visto 5486 Veces vista   comentario 0 Comentarios

"El hombre tiene sed de Eternidad"

La significativa declaración extraída de la obra de Miguel de Unamuno, sirve de acicate para estimular el pensamiento sobre la ineludible circunstancia de la temporalidad humana. El tiempo es tema obligado en las cavilaciones del hombre, y

el quehacer filosófico nos ha heredado desde la antigüedad un inmenso bagaje de reflexiones en torno a este asunto. Por lo tanto las siguientes líneas no tienen como objetivo ofrecer novedades intelectuales sobre el tiempo. Su propósito es el repasar el fenómeno desde la perspectiva del mensaje bíblico, tratando de recalcar al hacerlo, algunos conocimientos útiles para el intelecto y la vida de los creyentes.

Sin detenernos en una definición del término, el Génesis nos ofrece el comienzo de todo, el “ab ovo” del ser humano y todo cuanto le concierne. Y como parte innegable de ese todo está el tiempo. Este es parte fundamental del contenido semántico del primer libro de la Biblia. Independientemente de la versión que se lea, palabras como:

“En el principio, Día, Noche, tarde, mañana” ( Génesis, capítulos 1 y 2) son formas léxicas que se interpretan con base en la temporalidad. De manera similar se puede pensar de los cuerpos astronómicos llamados las “Dos grandes lumbreras” .

Una sencilla observación de otras expresiones permite resaltar la trascendencia de la temporalidad en la teología bíblica, “ Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo”. Es impostergable y crucial reconocer la necesidad del ejercicio de la fe al desear extraer del conciso discurso del Génesis todas las respuestas que la mente exige a las inquietudes sobre el tema del tiempo. Hay detalles que no constituyen una información indispensable para el conocimiento de la voluntad y planes de Dios para la salvación del hombre; sin embargo son parte del prurito intelectual de los individuos, ejemplos de éstos están: el querer precisar el tiempo de duración de el estado edénico sin pecado, el día de la creación de Eva, el momento exacto de la caída en el pecado, el lapso entre la caída y la salida del huerto ¿cuándo fueron concebidos sus dos primeros hijos? ¿Qué día pronunció el Señor la maldición sobre la serpiente, ¿cuándo les preparó las túnicas a nuestros primeros padres?, etc. Como lo manifestamos ya, desde la perspectiva del propósito divino para la salvación de sus hijos, el contar con esos datos resulta superfluo e inútil su investigación. Más beneficioso es tratar de sondear el impacto humano de los hechos descritos en el inicio de la Biblia, especialmente sobre las repercusiones permanentes para la humanidad del factor llamado temporalidad.

La primera existencia edénica del hombre, es una etapa que bien podemos llamar de despreocupación; ¿qué aspectos provocan en el ser pensamientos, sentimientos, estados anímicos, acciones adversas o negativas? , ninguno: pues éstos no pueden ser aún parte de su experiencia vital, nada puede producirlos.

En un punto de esa circunstancia de cero afección física , mental o espiritual, el hombre da inicio a su temporalidad; aunque es imposible precisar el instante cuando se produce el paso de la despreocupación a la conciencia obligada, permanente y amenazante de las circunstancias que condicionan ineludiblemente sus existencia. Objeto de su ahora preocupación es su irremediable sujeción al efecto del tiempo.

Este tiene para él un nuevo significado, ahora nace el interés por estudiarlo, medirlo, identificarlo, y si es posible eludirlo. La declaración …, pues que no alargue su mano, y tome también del árbol, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado¨. Conlleva la puesta de límites a su vida, en otras palabras ahora estará sujeto al tiempo. Y como bien lo registran las páginas inspiradas, la historia del hombre es un compendio de su temporalidad.

Cerca de la Eternidad o en ella

Nunca estuvo el ser humano más cerca como ser creado de experimentar esta condición de atemporalidad, sino en el momento edénico, cuando en la perfección de su estado goza con inmunidad del transcurrir del proceso del mundo. No hay un pasado que recordar ni rescatar u olvidar; no tiene que enfrentar un futuro lleno de incertidumbre o anhela un mañana más promisorio; hay un bienestar siempre presente. La muerte es para el hombre un concepto sin mayor trascendencia o significado. No hay en su mente la idea de no ser, de no estar. Su atemporalidad no es una eternidad sin inicio ni fin; tiene un inicio, - su creación- , pero sin límites en el devenir del tiempo. El deseo de vivir siempre no aguijonea su mente o emociones, no conoce los estados anímicos de miedo, angustia y dolor. Su espíritu no padece de la obsesión de las cosas materiales con las cuales cree asegurar su continuidad sobre la tierra. Es el estado de las necesidades primordiales o básicas. En este medio no se puede utilizar la corporeidad biológica humana como registro del paso de los años, pues no deja en el cuerpo su huella.

La Vida, sinónimo de tiempo

La pérdida de la condición edénica produce una transformación semántica de la palabra vida: ahora tiene que definirla en términos del tiempo, su existencia es un continuo hacerse dentro del paréntesis de tiempo que corresponde a su vida ,es el que García Morente ( 1982) llama el tiempo que constituye la vida; sin embargo este tiempo transcurre en medio del tiempo de la física, de la astronomía, de la relatividad. Pero evidentemente todo cuanto haga y deje de hacer en ese paréntesis de tiempo que le corresponde es la definición de su vida; la extensión del paréntesis ha ido cambiando como se observa en estas citas bíblicas

“Los días que vivió Adán novecientos treinta años. Fueron pues todos los días de Matusalén novecientos sesenta y nueve años (Génesis, capítulos 5 y 6)). Y Dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; más serán sus días ciento veinte años. Los días de nuestra edad son sesenta años; Y si en los más robustos son ochenta años…” (Salmos 90: 10).

Desde entonces el conteo de los años le es imperativo, la lucha constante por ampliar el paréntesis de su temporalidad es una tarea dominante; vivir es sinónimo de tiempo, pero este le es cada vez más breve, y por cuanto es más corto produce mayor ansiedad Este sentir es notorio a través de las páginas sagradas, unas pocas citas son muestra suficiente y elocuente de esto.

“ Y Jacob respondió a Faraón: Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años ; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida”. ( Génesis 47: 9).

“ El hombre nacido de mujer, corto de días y hastiado de sinsabores, sale como una flor y es cortado, y huye como la sombra y no permanece”. ( Job 14: 1-2).

“ ¿Quién es el hombre que desea vida, que desea muchos días para ver el bien?( Salmos 34: 12).

“ Los días de nuestra edad son sesenta años ; y si en los más robustos son ochenta años, con todo , su fortaleza es molestia y trabajo, porque pronto pasan y volamos” (Salmos 90:10).

No es de extrañar entonces que en las Sagradas Escrituras uno de los principales dones ofrecidos sea el tiempo.

“Honra a tu padre y a tu madre, Para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da”. (Éxodo 20:12).

“Hijo mío no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mis mandamientos ; porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán”.( Proverbios 3: 1-2).

Biológica y fisiológicamente se manifiesta la acción del fluir temporal en el individuo, lo corporal es inexorablemente el testigo irrefutable de que su existencia le exige saber vivir distintos tiempos en uno. Lo que tradicionalmente se identifica como niñez, adolescencia, adultez, vejez, son el tiempo de su vida. Pero si el tiempo total del hombre le resulta efímero, más fugaz es cada etapa dentro de éste. Recordemos la conocida primera estrofa del bardo modernista Rubén Darío en su Canción de Otoño en Primavera

“ Juventud, divino tesoro

Ya te vas para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro

Y a veces lloro sin querer”

Una razón para juzgar la brevedad de estos segmentos de la vida la encontramos en la idea del tiempo como posibilidad.

Muchos siglos antes que filósofos modernos reflexionaran sobre el tiempo como posibilidad, entre ellos Martin Heidegger , ya el hijo de David había meditado en ello, producto de su trabajo, es su discurso exegético del tiempo conocido como El Eclesiastés. Este escrito es sin duda un monumento de la filosofía hebrea. Sus palabras representan el balance final de la evaluación del uso de las posibilidades por parte del hombre en cada uno de los escenarios de su vida. Desde su aparición sobre la tierra el ser humano está obligado a vivir decidiendo, su existencia es un continuo escoger, esto último es condición incuestionable para ser acreedor del libre albedrío, y éste se ejercita sujeto a las posibilidades propias de la infancia , la juventud, madurez, o senectud. Ineludiblemente todo hijo de Adán y Eva vive decidiendo qué hacer con el tiempo a su disposición. En el individuo, posibilidad y tiempo aparecen juntas; pero las posibilidades no son las mismas en cada tiempo del hombre. Esto produce una insatisfacción en él. Apropiadas resultan para ilustrar este concepto las palabras del escéptico Voltaire:

  ; & nbsp; &nb sp;   ; & nbsp; &nb sp;   ; & nbsp; &nb sp;   ; & nbsp; &nb sp;

&ldqu o;El gran mago propuso primero esta cuestión:

¿Cuál es, de todas las cosas del mundo, la más larga, y la más corta, la más rauda y la más lenta, la más divisible y la más extensa, la más descuidada y la más lamentada, sin la que nada se pueda hacer, que devora todo lo que es pequeño y que vivifica todo lo que es grande? ( …) Unos dijeron que la clave del enigma era la fortuna, otros, la tierra, otros la Zadig dijo que era el tiempo.

Nada es más largo- añadió-, puesto que es la medida de la eternidad; nada es más corto, puesto que falta en todos nuestros proyectos; nada es más lento para quien espera; nada es más rápido para quien lo goza; se extiende hasta el infinito de grande; se divide hasta el infinito de pequeño; todos los hombres lo descuidan, todos lamentan su pérdida; nada se hace sin él, hace olvidar todo lo que es indigno de la posteridad, e inmortaliza las grandes cosas. La asamblea convino en que Zadig tenía razón”. ( Voltaire, Zadig o el Destino: Historia Natural)

El implacable efecto del tiempo sobre todo cuanto el ser hace o le concierne, hizo brotar en su espíritu la insatisfacción. A las cosas que le son favorables les faltan tiempo; y a las que le resultan negativas parecen sobrarles. Vanos son sus esfuerzos propios para revertir esta condición. Salomón cantó la verdad de la impotencia humana para detener este proceso ante el cual solo queda someterse con sabiduría. Los capítulos de su libro son en gran medida una taxonomía compendiada de las actividades que constituyen la vida de los hombres, éstas se suceden unas a otras sin dar un resultado novedoso a la existencia, ni eximirle de las responsabilidades de sus elecciones y sus actuaciones.

El Tiempo como Responsabilidad. &nbs p; &n bsp; &nbs p; &n bsp; &nbs p; &n bsp;

Desde su creación la responsabilidad es inherente al hombre, pues ésta es consecuencia del libre albedrío. Aunque el tiempo en la vida edénica no era causa de mayor preocupación, sí formaba parte de su responsabilidad; no podía darse al ocio, no debía descuidar el sábado. La primera pareja tenía que ocuparse en trabajar, aprender, adorar y atenderse uno al otro; en otras palabras, el ocuparse en sus deberes antes de la caída implicaba desde entonces su compromiso con el tiempo, la diferencia consistía en que éste no le era adverso. Al salir de su primer hogar el tiempo constituye una mayor responsabilidad; debe ejecutar en él cuanto debe y puede. Sin hacer mayor esfuerzo, esto se infiere en los pasajes del Eclesiastés.

“El fin de todo el discurso oído es éste: Teme a Dios y Guarda, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre” (Eclesiastés 12: 13)

El todo del hombre incluye obligatoriamente el uso de todo lo que fue su tiempo de vida El ser humano es responsable del tiempo no bien empleado, y de igual modo del tiempo usado con provecho. El tiempo requerido para adorar a Dios, el tiempo requerido por el prójimo, el tiempo de la familia, y aún el tiempo que el mismo individuo requiere para ser mejor y estar más capacitado para aprovechar el tiempo de su vida; son facturas que debe pagar.

Lastimosamente el irreversible tiempo ido es el que provoca la mayor nostalgia o dolor en el hombre; claro, experiencia y vejez son elementos concomitantes en nuestra temporalidad.

El Tiempo como necesidad.

¿Cuán largo y lleno de mortificación debió ser para la primera pareja aquel primer día fuera del huerto? Era el primer día de su existencia sujeta al tiempo, y la sentencia“ Polvo eres y al polvo volverás” alcanzó plenitud significativa cuando al transcurrir los días en ese primer matrimonio se introduce un elemento extraño a su circunstancia, la muerte entró a ser parte permanente de su experiencia.

“ Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató”( Génesis 4:8)

La muerte se va convirtiendo en una especie de antítesis para el tiempo del hombre, muchos han reflexionado sobre la muerte como fin del tiempo; y entre sus cavilaciones consideran que paradójicamente, cuanto más vive el hombre, más se acorta su tiempo en esta tierra, igual efecto produce vivir poco; esto confirma la conclusión o premisa del Sabio , “ todo es vanidad”; por más que viva el hombre en su temporalidad sobre la tierra el tiempo de su existencia no le es suficiente, la muerte desnaturalizó el tiempo ofrecido originalmente a los seres humanos.

Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y al impío; al bueno, al limpio y al no limpio; al que sacrifica y al que no sacrifica; como al bueno, así al que peca; al que jura, como al que teme al juramento” ( Eclesiastés 9:2).

La Biblia y la historia secular nos muestran al hombre en la incesante búsqueda de tiempo. Desde aquella salida del Edén el contar o tener más vida es una constante inquietud en los mortales. La satisfacción de las necesidades básicas o físicas no elimina su necesidad de tiempo. Esta necesidad puede mostrarse mediante muchos matices. En primer plano sobresale el deseo de prolongar el tiempo de su reloj biológico, el prolongar la existencia es una característica humana desde que rige en su experiencia la muerte. Sin embargo la necesidad de más vida tiene su satisfacción plena en el uso del tiempo. El ser humano necesita tiempo para estar con el creador del tiempo, para recibir de él la inmunidad sobre los efectos de éste; su permanencia en lo temporal y la posibilidad de constituirse en un ser atemporal depende exclusivamente del tiempo pasado con el Alfa y Omega. El individuo que fue hecho un poco menor que los ángeles, Y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus manos (Salmos 8:5,6); es irremediablemente el más necesitado de tiempo. Y si parafraseamos las palabras del filósofo, es más el tiempo que necesita, que el que tiene. De acuerdo con el cronómetro profético bíblico los días que restan de la temporalidad humana son escasos y muy fugaces; por lo tanto el hombre necesita usar lo que le queda de años, meses días u horas para lograr otra vez su estado de atemporalidad.

El Tiempo como conocimiento.

La total indefensión ante los efectos del transcurrir de los años, y la impotencia para transformar esa circunstancia del ser, impulsa a los inspirados escritores a dejar su legado sapiencial sobre el hombre y su temporalidad. Es fácil descubrir que en gran medida los consejos de la Sabiduría para los mortales están íntimamente ligados con el conocimiento y uso del tiempo. En el relato sagrado hay una gran cantidad de pasajes que demuestran la inevitable necesidad de conocer el tiempo.

• El Conocimiento del tiempo como fenómeno continuo del mundo

&nb sp;

“Tuyo es el día, tuya también es la noche; tú estableciste la luna y el sol”

&nbs p; (Salmos 74: 16).

&ldq uo; Son tus días como los días del hombre, o tus años como los tiempos humanos?

(Job 10: 5)

&ldquo ; Porque mil años delante de tus ojos son como el día de ayer que pasó”

&n bsp; (Salmos 90:4).

• Conocimiento del tiempo Profético

“Y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación”( Lucas 19: 44).

“Aprovechando el tiempo porque los días son malos” ( Efesios 5: 16)

“ Y esto conociendo el tiempo, que es hora ya de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca nuestra salvación que cuando creímos” ( Romanos 13:11).

& nbsp;

• EL conocimiento de su tiempo como individuo

  ;

“ Porque el hombre tampoco conoce su tiempo; como los peces que son presos

En la mala red, y como la aves que se enredan en lazo, así son enlazados los

Hijos de los hombres en el tiempo malo, cuando cae de repente sobre ellos

(Eclesiastés 9; 12)

“Enséñanos de tal modo a contar nuestros días que traigamos al corazón

Sabiduría” ( Salmos 90:12).

“Ciertamente sus días están determinados, y el número de sus meses está cerca de ti; le pusiste límites del cual no pasará”( Job 14: 5).

Este último pasaje nos lleva a considerar la inquietud de la limitación temporal de hombre, si este es solo un espacio entre dos paréntesis del tiempo, no es extraño que para él, el cierre de ese espacio sea motivo de interés. La bondad divina que dispuso limitar la existencia de un ser contaminado por el mal, también decidió dejar fuera del conocimiento de éste el momento de su fin. La preocupación de saber que su vida tiene un punto final, adquiriría proporciones desastrosas en la mente y conducta de los hijos de Adán, si a esa realidad se le suma el conocimiento preciso del año, día y hora de su muerte. Unido a éste saber esta la antigua ambición de conocer lo que hay en el tiempo venidero. La efímera permanencia sobre la tierra produce el dolor de solo poder conocer muy exiguamente lo pretérito, ser protagonista o testigo del fugaz presente, y tener vedado lo que hay en el porvenir, más cuando en ese segmento del tiempo, éste se acaba para él.

Al considerar el tiempo como objeto de conocimiento, es pertinente hacer mención de la necesidad de contar con el mismo para perfeccionar otros conocimientos

“ En los ancianos está la ciencia, Y en la larga edad la inteligencia” ( Job 12:12).

“Yo &nbs p; decía: Los días hablarán , y la muchedumbre de años declarará sabiduría” ( Job 32:7)

Las escasez de tiempo con que cuenta el hombre es un obstáculo para la posibilidades de adquirir y pulir sus conocimientos, pues estos exceden toda edad humana; el reducido número de años adjudicados a cada individuo y la poca dedicación a buscar la sabiduría contribuyen decisivamente para que la persona no logre agotar las posibilidades de aprender y ser sabio. La brevedad e inestabilidad de la vida obliga correr en la búsqueda de la satisfacción de otras necesidades cuya jerarquía o preferencia es establecida por el yo. Aun el poco conocimiento que puede alcanzar no logra perfeccionarse ya que del limitado tiempo de su existencia dedica muy poco para profundizar en ello. Para ilustrar esta última idea podemos recurrir al terreno de la educación. ¿Cómo lograr la tan proclamada y defendida excelencia académica, acortando el tiempo de lo educativo; en la esfera humana el perfeccionamiento de toda tarea- incluyendo lo espiritual- lleva implícita el factor tiempo. Es difícil pensar en un alto grado de excelencia en las cosas del hombre, si éstas son hechas con rapidez y por un ser cuya naturaleza es débil y cada vez más decadente. El individuo no alcanza el conocimiento ni la sabiduría a su disposición por falta de tiempo , del que dispone en la extensión de su vida y del tiempo que dedica para ello.

“ Mas ¿dónde se hallará la sabiduría? ¿Dónde está el lugar de la inteligencia? No conoce su valor el hombre. ( Job 28: 13)

Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría , y que obtiene la inteligencia” ( Proverbios 3: 13).

La Tecnología y la temporalidad humana.

La disposición o inclinación por la técnica es inherente a la naturaleza humana, no hay registro ni evidencia de cuál fue exactamente la primera creación tecnológica de los antiguos o los descendientes de Adán. Esto es parte del poquísimo conocimiento de todo cuanto pertenece al ayer de la humanidad.

Sin embargo eso no ensombrece el brillo y actualidad de la tecno- sociedad del

presente y lo porvenir. Bien podemos deducir que en un primer momento el hombre crea o utiliza un objeto para satisfacer una necesidad primaria o básica ( ayuda, protección, defensa, juego, educación, etc).

Con el transcurrir de los siglos las herramientas y la técnica se multiplican, crecen y se transforman hasta alcanzar una influencia y presencia tan determinante que hoy nadie niega la total tecno- dependencia humana. Los objetos que una vez fueron construidos para ahorrar tiempo, facilitar el trabajo, movilizarnos y entretenernos; en el siglo XXI son los que regulan, controlan o dirigen a la sociedad.

En medio de estas circunstancias se encuentra la tecnología producida para estudiar, predecir, controlar o ahorrar tiempo. Gran parte del desarrollo técnico guarda alguna relación con la precisión del movimiento y el tiempo .Absurdo sería negar las incontables ventajas de las máquinas para estudiar los secretos de la física y la matemática del tiempo; de igual manera todos los usuarios de la técnica defenderían con justificadas razones la disponibilidad de tiempo que tienen gracias a ella. No obstante, parece que ese tiempo extra esta reservado para dedicarse a adquirir lo material, y mucho de esto es lo técnico, no hay entonces tiempo para ser mejor como humano, sino para tener lo mejor como consumidor. El tiempo ahorrado que nos regalan las máquinas está hipotecado por las exigencias, no de necesidades básicas, sino de las superfluoas.

“ Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino…, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida. Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas; me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto” ( Eclesiastés 2:3-5)

Los versos sapienciales adquieren mayor vigencia sin consideramos que la economía del tiempo se gasta en lo que al final resulta ser pura vanidad. La tecnología produjo la cultura de la velocidad, característica de esta época es la rapidez de la comunicación, del transporte y la producción de nuevas tecnología; sin embargo, la velocidad con la que dispone el hombre actual para lo material y pasajero, no es totalmente aplicable a lo que concierne a su carácter, espíritu y redención. El proceso para restablecer al ser humano a su estado de completa inmunidad de lo temporal incluye aspectos que deben cultivarse y desarrollarse con el tiempo de dedicación a ello.

Por otro lado, hay gran sabiduría en reconocer y aprovechar lo que la técnica puede aportar en la ejecución de los planes del cronograma divino para la humanidad. Mucho más cuando en el calendario celestial, son pocas las páginas que le quedan a la temporalidad humana.

La Teología y la temporalidad humana.

Es imposible extraer el factor tiempo de los estudios de la Biblia, y presentar una adecuada observación, una completa descripción, una correcta explicación y por consiguiente, una enseñanza real del mensaje que en ella hay.

La premisa de la necesidad de la fe al estudiar las Sagradas Escrituras incluye aceptar y aplicar lo que contiene, sin que aquello que no encontramos invalide nuestra confianza en su contenido. Tal es el caso de las omisiones sobre las especificaciones o detalles de tiempo que hay en sus páginas.

A pesar de lo anterior, resulta elocuente observar el papel preponderante del elemento tiempo en lo que se refiere al estudio e interpretación de las páginas sagradas.

• El tiempo en el mundo Intra- bíblico

En el Génesis encontramos el punto de partida para esa parte de la eternidad que corresponde a la temporalidad del mundo y por ende la del ser humano, el primer versículo es inherentemente una declaración de un momento en el tiempo, es el comienzo de éste. Estudiar o enseñar lo que la Biblia contiene significa, escudriñar el paso del hombre de un estado de independencia del efecto de tiempo, a un condicionamiento total a este último. También implica determinar y tratar de ubicar a cada hecho, suceso y protagonista dentro de ese proceso que constituye la historia humana. Dentro de sus páginas está la cronografía del papel que desempeñaron los individuos, culturas y naciones en ese espacio temporal asignado a esta parte de todo lo que existe. Debemos recordar que éste es uno de los principales objetivo de la historicidad en los estudios teológicos.

• La Teología y los Planes Divinos para la Temporalidad humana

No puede faltar en el análisis de las Sagradas Escrituras el tratar de descubrir la relación de los eventos dentro del tiempo narrado con los objetivos establecidos para el hombre en el cronograma celestial. Determinar cómo los espacios temporales humanos están supeditados al reloj y calendario del creador del tiempo es una de las principales y mayores tareas teológicas. Frecuentes son los intentos del hombre que en su fugaz duración sobre la tierra desea medir antropomórficamente el tiempo del Eterno

“ ¿ Son tus días como los días del hombre, o tus años como los tiempos humanos?”

( Job 10:5)

“He aquí Dios es grande, y nosotros no le conocemos , ni se puede seguir la huella de sus años”.(Job 36:26).

Todo el concepto de la salvación humana presentado en la Biblia, tiene una gran estructura de tiempo; ésta se planea en un tiempo

“Sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros”( I Pedro 1:19-20)

Se ejecuta en un tiempo planeado.

“Pero cuando vino el cumplimiento, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley.” ( Gálatas 4:4).

Tiene un tiempo apropiado para su aceptación

“Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido.

He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación”.( 2 Corintios 6:2).

• La insaciable sed de tiempo y la Biblia

La mayor justificación de la investigación teológica de la Palabra de Dios consiste en la utilidad práctica de los conocimientos obtenidos, y por supuesto no hay mayor beneficio que el comprender y reconocer que en las Escrituras se condensa el inicio, desarrollo y el fin de la temporalidad humana.

Volviendo a las palabras iniciales, el hombre tiene sed de eternidad, siempre tendrá esa sed, ésta no se podrá saciar mientras no regrese a ese estado de libertad total de los efectos del paso de los días y los años; su condición actual de mortalidad es ajena a la naturaleza inicial con la cual fue puesto sobre la tierra . El tiempo no fue creado para ser enemigo implacable de las criaturas de Dios . Por lo anterior el mensaje bíblico es un ofrecimiento de eternidad “ Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.” ( Juan 7:37).

Fuentes de Consulta

• Abbagnano, Nicola.(1963). Diccionario de Filosofía. México: Fondo de Cultura Económica.

• García Morente, Manuel. (1982). Lecciones Preliminares de Filosofía. México: Editorial Porrua.

• Santa Biblia. (Revisión 1960). México: Sociedades Bíblicas Unidas

• Unamuno, Miguel.( 1913).El Sentimiento Trágico de la Vida, Cap.XIII.

Dr. Manuel Wong López

http://www.gramatica.biz

Clasificación: 2.2 (26 votos)
Está prohibido copiar este artículo. Artículo.org no permite la sindicación de sus artículos.
Acerca del autor
No hay información sobre este autor.
¿Tiene comentarios o preguntas para el autor?
Artículos recomendados
Fotos de Jesus que Tocarán tu Corazón
Escrito por Mark_Kol, Añadido: 22 de Jun, 2011
Al buscar en la web fotos de Jesús, la busqueda es casi infinita con todo tipo de imágenes. No solo son las imágenes comunes de Jesús en la cruz, llevando la cruz, llevando la corona de espinas, sentado en la última cena, la oración en el huerto, la curación del cojo, e inclinándose para tocar los...
veces visto 2740 Veces vista:   comentarios 0 Comentarios
La Historia del Nacimiento del Niño Jesus
Escrito por Miguelx2, Añadido: 16 de Sep, 2011
Hace mas de dos mil años atrás, en la ciudad de Nazaret, vivía una joven llamada María. Ella estaba comprometida para casarse con José, un carpintero. Un día un ángel se le presentó y le dijo que había sido elegida para tener un bebé muy especial. El bebé sería el hijo de Dios y tendria que...
veces visto 3648 Veces vista:   comentarios 0 Comentarios
También se puede morir por amor
Escrito por andresarbulu54, Añadido: 11 de Ene, 2010
Hay muchas maneras de morir por amor, no sólo se muere físicamente, se muere también de diferentes maneras. Nuestra fe - la Iglesia Cristiano Católica - , nos enseña y nos muestra como puede ocurrir esto.Por amor yo puedo renunciar “morir” a muchas situaciones o actividades que puedo estar realizando en...
veces visto 2467 Veces vista:   comentarios 0 Comentarios
Lo que aprendí del Samaritano
Escrito por Alejandro Rutto Martínez, Añadido: 27 de Sep, 2007
A Jesús le hacían preguntas difíciles permanentemente. El objetivo no era tanto que las respondiera sino encontrar una razón para acusarlo de blasfemia y justificar así ante el pueblo y las autoridades el rechazo a ese extraño predicador que estaba conquistando un número increíblemente alto de seguidores...
veces visto 4444 Veces vista:   comentarios 0 Comentarios
Cursillos de Cristiandad
Escrito por Miguel Palacios, Añadido: 30 de Mar, 2009
El gran Salomón, cuando contemplaba el vacío existencial de los hombres, solía decir que "aquéllos corren tras el viento sin alcanzarlo jamás". Ya en pleno apogeo de la fase monopólica del capitalismo, el filosofo alemán J Kentenich solfa describir al Hombre, como víctima de una profunda crisis...
veces visto 4172 Veces vista:   comentarios 1 Comentarios