Intolerancia.15
Después, le contó todo lo que había estado hablando con sus amigas sobre el nombre, surgiendo el de Sebastian. A Isaac también le pareció un buen nombre, por lo que esa mismo noche quedó pactado que si era varón, se llamaría así.
-Y como crees que podría llamarse si es una nena, porque Lucila el nombre que tiene elegido Gladys no me gusta- le preguntó Isaac.
-A mi me gusta mucho, pero sería mejor que encontráramos un nombre que nos gustara a los dos, no te parece, eso sin contar que robarle los dos nombres a mi amiga me parecería una exageración, pero a mí me encanta Lucila-.
-Por supuesto- afirmó Isaac e inmediatamente empezaron a anotar en un papel, distintos nombres de mujer, pero no lograban ponerse de acuerdo hasta que, escribieron Eva.
-Me encanta ese nombre- dijo Ruth, -pero no me gusta la connotación que tiene. Parecería que pertenecemos a una rama de la política y nosotros somos apolíticos de corazón*-.
-El nombre es precioso y no solo los peronistas le ponen ese nombre a sus hijos. Nosotros somos neutrales por lo tanto podemos usarlo sin ningún inconveniente- le contestó muy seriamente Isaac.
-Será Eva entonces!- dijo con énfasis Ruth - de verdad, me encanta!-.
Cuando nació Sebastian Ruth ya hacía cerca de 5 meses que estaba haciendo la residencia en cirugía. Por supuesto le contemplaron su estado y le disminuyeron las guardias y además durante las mismas le permitían descansar más que a cualquier otra residente, lo que a veces provocaba reacción en alguna compañera celosa que sentía que la recargaban para cumplir la tarea de ella. Otras compañeras en cambio, y casi todos sus compañeros varones y a veces hasta los médicos de staff, se ofrecían voluntariamente a cubrirla para que pudiera descansar.
Estuvo concurriendo al hospital hasta el mismo día en que comenzó con los dolores de parto. El nacimiento se había adelantado veinte días, probablemente por el estrés de trabajo a la que estaba sometida, pero ella quería gozar de los tres meses de baja de maternidad en compañía de su hijo, por eso no había usado nada de ese tiempo mientras duró su embarazo.
Esos tres meses pasaron tan rápidamente para Ruth que los últimos días previos a su reincorporación al hospital, estuvo de muy mal humor. No quería a abandonar a su hijo tantas horas como le exigía la residencia. En un primer momento pensó en renunciar y cambiar de especialidad por alguna que fuera más tranquila que la cirugía, pero no le gustaba ninguna de las opciones posibles.
Su esposo le hizo entender que si ella cambiaba de especialidad no se iba a sentir satisfecha nunca consigo misma y de alguna manera eso incidiría tarde o temprano en el trato con su hijo.
-Si tu estás satisfecha contigo- le había dicho Isaac muy seriamente -estarás satisfecha con el mundo y le podrás transmitir a tu hijo ese sentimiento. De lo contrario vas a volcar en él toda su insatisfacción. Mi madre se ha ofrecido a cuidarlo mientras estés en el hospital, aunque no sea muy bueno para nuestra relación de pareja. Piensa que ya hemos podido arreglar para que los días de guardia no nos coincidan. A partir del año que viene, cuando yo este en tercer año, haré una sola guardia y una rotativa cada seis semanas y tú, el año que viene, harás dos guardias pero sin rotativas. Serán sólo estos primeros meses los más difíciles, pero pronto las cosas se irán acomodando. Y la ayuda de mi madre nos dará el alivio que necesitamos para continuar con nuestras profesiones-.
-Tienes razón una vez más- le dijo Ruth -Tu manera de plantear las cosas y encontrarle solución a los problemas, siempre me ayudan a sentirme mejor-.
-Me alegro que así sea mi amor- le dijo dándole un cariñoso beso -Ambos tenemos que ayudarnos mutuamente cuando el otro lo necesita. Y es muy reconfortante saber que lo has logrado-.
Y aunque llegando al borde de la extenuación en muchas ocasiones, gracias a la ayuda incondicional de la madre de Isaac, Ruth logro completar su primer año de residencia.
Su madre jamás le prestó ninguna ayuda, aduciendo que ya tenía que encargarse de los nietos de su hijo con los cuales, había elaborado un compromiso con anterioridad al nacimiento de Sebastián.
Cuando estaba en mucho más de la mitad de su segundo año decidieron tener un nuevo hijo, el cual también fue varón y nació cuando recién había comenzado el tercer y más aliviado año de su residencia.
Ya su marido había terminado y sólo concurría por las mañanas a un hospital en forma gratuita, porque no es fácil conseguir un nombramiento. Por las tardes atendía su consultorio y programaba según su agenda las operaciones privadas que no eran urgentes, ni tampoco eran muchas. También era difícil en Argentina conseguir pacientes que se pudieran operar en forma privada. Por eso cuando tomó conciencia de esto, se anotó en varias obras sociales, las que le permitieron tener mas pacientes, aunque la paga fuera bastante escasa y tardaran mucho tiempo en efectivizarla.
Cuando Ruth terminó el tercer año, fue elegida para ser jefa de residentes, lo que le permitió gozar un año más del sueldo hospitalario, al tiempo que también comenzaba a atender en su consultorio privado.
Al igual que su marido y basándose en su experiencia, se anotó desde un principio en todas las obras sociales que se lo permitieron.
La abuela paterna de los niños seguía encantada de seguir ayudando. Adoraba a sus nietos y había encontrado en ellos una manera de volver a llenar su vida, una vez que ambos hijos se habían alejado del hogar para formar sus propias familias, sobre todo cuando el hijo menor decidió irse a vivir a Israel, ante una interesante oferta de trabajo que había conseguido cuando hizo su primer viaje a ese país, como turista.
De esa manera transcurrieron los años para esta familia. Los ingresos económicos nunca fueron muy importantes pese a que ambos trabajaban a destajo.
Eso les había hecho tomar la determinación de no tener más hijos, aunque a ambos les hubiera gustado tener una familia numerosa.
También se sentían bastante frustrados, porque ponían mucho esfuerzo en estar siempre al día con los adelantos de la medicina -lo que los obligaba a concurrir permanentemente a cursos además de dedicarles varias horas de su vida diaria al trabajo- y no veían ningún beneficio o si lo tenía, era muy escaso a cambio.
El hermano de Isaac que se había dedicado a la cirugía igual que ellos, les insistía permanentemente que se mudaran a Israel, -Aquí las oportunidades son diferentes y la paga es bastante buena. Además reciben bastante ayuda económica cuando decides venir a radicarte. Los chicos tendrán la oportunidad de ir a excelentes universidades reconocidas mundialmente y si en un futuro decidieran emigrar a Estados Unidos, las puertas estarán siempre abiertas para ellos-.
Pero no era una decisión fácil de tomar. Sus hijos estaban bastante apegados con sus amigos y ellos pensaban que iba a ser muy frustrante para los padres de Isaac, si decidían irse. Ruth temía además por la inseguridad que se vivía en Israel, podría decirse en forma permanente, pues los conflictos no acababan nunca.
Lo habían planteado muchas veces en el matrimonio, pero siempre encontraban una razón para quedarse.
Pero cuando en diciembre de 2001 el gobierno argentino decidió imponer el “corralito”* y la recesión económica que estaba sufriendo la Argentina desde hacia tres años, hizo su eclosión critica, no lo pensaron más y decidieron emigrar.
La madre de Ruth había muerto hacia poco más de un año por un accidente cerebrovascular masivo y a su padre, con el que jamás había tenido demasiada relación, no le importó en absoluto su decisión.
Cuando se lo comunicaron a los padres de Isaac, estos decidieron emigrar también, en razón de que el padre ya estaba pensionado, por lo que la determinación de irse no fue tan dolorosa.
Si lo fue, para sus hijos, que tenían que despedirse de sus amigos.
A los 17 y 15 años, edades de adolescencia conflictiva, esa decisión les dolió mucho. No fue fácil convencerlos, pero Isaac que siempre encontraba la palabra adecuada, les hizo entender que ellos llevaban muchos años tratando de salir adelante económicamente en la Argentina y que pese a ser ambos profesionales y trabajar y actualizarse permanentemente, no lo conseguían y que no querían ese futuro para ellos.
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