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Intolerancia 22

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Gladys nació en el seno de una familia argentina descendientes de italianos. Sus padres eran dos empleados del estado que tenían un sueldo relativamente bajo. Tuvieron dos hijos Gladys y un año después a Jorge. Debieron hacer un gran esfuerzo para mandar a ambos a la universidad, pese a que en Argentina hay universidades gratuitas. El coste de los libros, la ropa, el viaje, etc. que se sumaba a que ninguno de los dos trabajaron durante los estudios, había dificultado bastante ese logro. Pero lo lograron.

Desde que Gladys era muy pequeñita manifestó su deseo de ser médica.

Probablemente por haber escuchado algunos relatos de sus padres sobre mujeres estériles, se había despertado en ella desde antes de su adolescencia, un sentimiento especial hacia quienes ansiaban y no podían quedar embarazadas.

Con apenas diez años, le aseguraba a su madre que cuando fuera grande  iba a conseguir que esas mujeres tuvieran hijos. Y mantuvo su posición a lo largo de su vida. Cuando empezó el colegio secundario eligió el bachillerato porque en esa época en la Argentina, era el único secundario que permitía el ingreso a la universidad sin dar  materias complementarias.

Allí conoció a Ruth y a Natasha el día que fue a dar su examen de ingreso. Lo primero que habían comentado las tres al conocerse, cuando estaban a punto de entrar para dar el examen, era su vocación de ser médicas, probablemente por eso sintieron que podrían llegar a ser amigas. Y así fue. Después descubrieron infinidad de paralelismo de gustos y eso las fue transformando en un trío que compartían todas las actividades.

Las tres vivían  en el mismo barrio, por eso habían elegido ese colegio para cursar el bachillerato. A pesar de vivir a pocas cuadras de distancia, nunca se habían conocido. Juntas también hicieron el examen de ingreso a la facultad de medicina de la universidad de Buenos Aires y  desarrollaron todas las materias correspondientes a la carrera, incluyendo las correspondientes a la unidad hospitalaria, módulo de tres años con que se completaban la misma.

Cuando Ruth empezó a salir con Isaac, la madre de Gladys, usando como excusa la conversación que comenzada esa tarde para contarle los detalles de la relación de su amiga, se animó a expresarle algo que hacia mucho tenia guardado en su mente y no se animaba a preguntar por temor a herirla o a que la interpretara mal.

-Y tú- comenzó diciendo como no dándole importancia a la pregunta –cuándo comenzaras a salir con alguien. Eres una hermosa mujer, no digo que seas tan bella como para ser elegida Miss Universo, pero verdaderamente eres bonita, inteligente, culta, educada, creo que no te faltan dotes para conseguir candidatos. Cómo es que no lo encuentras?

-No lo encuentro porque todavía no ha aparecido en mi vida alguien que me interese- le contestó con cierto  tono tajante –Nadie ha logrado despertar en mi, el suficiente interés como para averiguar si quiero estar a su lado. Y si hay algo que te puedo garantizar, es que no pienso tener una relación  sentimental con alguien, sólo por tenerla. Estoy muy bien como estoy.

El sexo como sexo sin amor no me interesa en absoluto. Probablemente puedas decirme porque no lo he probado y no se lo que me estoy perdiendo. Puede ser. Puede ser que este equivocada y me esté privando de algo bueno. Pero estoy segura que no quiero sexo, sólo por el sexo mismo. El día que lo tenga, será el complemento necesario de un amor mutuo. Así que no esperes nada de mí hasta ese día.

Y te quiero aclarar ya que estamos tratando el asunto, que si ese día no llega, igual seguiré tranquila con mi vida y trataré de encontrar en otras cosas, como por ejemplo mi profesión, el complemento para ser feliz.

Tal vez dentro de mucho tiempo si no lo he encontrado, entonces cuando la vida me haga sentir que se me ha pasado la juventud y que ya no tengo mas esperanza de encontrarlo, me decidiré a tenerlo sin amor. No te imaginas lo segura que estoy acerca de lo que te estoy diciendo-.

-Está bien hija- le dijo su madre un poco arrepentida por haberla obligado a hablar de un tema que nunca había sacado a relucir y que era muy íntimo, muy personal – Perdona mi curiosidad. Es que yo, como todas las madres del mundo, deseo ver a nuestros hijos felices y realizados-

-No todas las personas necesitan casarse y formar una familia para sentirse realizadas, mamá. Yo puedo realizarme de una forma diferente a lo convencional. Sabes, desde muy pequeña  he sentido que soy bastante diferente al común de la gente, por lo menos en los gustos. Siempre he sentido que si todo el mundo quiere ir hacia el norte, yo seguramente querré ir hacia el sur y no porque quiera ser diferente o me sienta importante por eso, al contrario, en general ser así, me provoca infelicidad, sabes porqué?-.

-No tengo la menor idea-. Le contestó su madre.

-Pues porque si voy hacia el sur como es mi deseo o mi gusto, me voy a sentir bien pero estaré completamente sola y si voy hacia el norte con el resto, me sentiré acompañada pero totalmente infeliz. –le contestó con mucha tristeza en la voz. -Te das cuenta mamá que mi vida no es fácil. Me cuesta muchísimo ser parte del mundo. Tengo la sensación de haber nacido en un tiempo que no era el mío y por eso me cuesta tanto congeniar-.

-Nunca me habías hablado de esto- le dijo la madre con tristeza.

-Pues porque no quería ver en tu cara ni oír en tu voz esa tristeza que estas reflejando y que estoy causando-. Le contesto.- Ahora que te veo así lamento haberte hecho este comentario-.

-.Pues no lo lamentes de ninguna manera-  a partir de ahora seremos dos para charlar de este tema en lugar del solitario monólogo que tenías hasta la fecha y podrás compartir conmigo tu tristeza y verás que será menos pesada. Tal vez hasta logremos encontrar la solución- le dijo su madre tranquilizadoramente.

Ambas se abrazaron y besaron sintiendo una que por fin, había sido capaz de hablar de si misma y exponer sus sentimientos y la otra, tomando conciencia por primera vez que era necesario buscar y encontrar  alternativas de solución al conflicto vivido por su hija. Asimismo comprendió que si esa solución no se encontraba, estaba dispuesta a prestarle más atención y más dedicación de la que le había dado hasta la fecha,  para hacerle lo más fácil posible, su camino.

Después de esa conversación muchas veces hablaron sobre el tema. Estas cálidas charlas significaron para la madre, una verdadera puerta de conexión con el interior de su hija y para la hija la confirmación del apoyo, el sostén y la fortaleza que le brindaba su madre.

Cuando Ruth se casó, lo que indudablemente significó una menor frecuencia de contactos y salidas con  Gladys, esta comenzó a ver como su madre sufría y acrecentaba su dolor al verla ahora mayoritariamente sola, sentimiento que se iba acrecentando con el paso de los años.  Aunque mucho le dolía, también comprendió que no podía hacer nada para ayudarla, porque tampoco podía hacer algo para ayudarse. Tenía muy en claro sus sentimientos, tan afirmados, que de nada habían servido los consejos que ella había intentado darle.

Al año siguiente, después del festejo que le había hecho por su graduación, volvió a acrecentarse su tristeza ya que no podía brindarle a su hija, las tan merecidas vacaciones como las que sus amigas iban tener. Sabía que se había esforzado mucho durante todos esos años de estudio y hubiera sido una gran satisfacción poder obsequiarle aunque más no fuere, unos pocos días en el mar o en las sierras, pero su magra economía no le permitía darse ese lujo. Sabía que no era su culpa, pero no pudo evitar sentirse muy decepcionada.

Toda esa congoja, fue altamente recompensada por la felicidad que denotaba en su rostro Gladys, el día que le comunicó a toda la familia, que los invitaba a pasar unos días en Miramar con el dinero ahorrado de su magro sueldo como residente en ginecología. Estaba radiante, porque con ese ansiado viaje sentía que, de alguna manera, le estaba recompensando a su familia, todo el esfuerzo realizado durante los largos años de estudios.  Nadie necesitaba esa recompensa. La mayor satisfacción había sido sin duda, que alcanzara la tan difícil meta. Pero todos se sintieron inmensamente felices por ese acto y por lo bien que la pasaron conociendo y disfrutando de esa simpática ciudad y del frío pero fantástico mar.

Hacía solo ocho meses que había comenzado con la residencia y podría decirse que todo el dinero que recibía era guardado en una caja  secreta, como ahorro destinado exclusivamente para el tan añorado viaje. Cuando logró juntar lo suficiente,  las reservas en una agencia y con el vaucher en la mano se presento en su casa agitándolo con alegría.

Los cuatro fueron una semana al mar y disfrutaron por primera vez del agua, el sol y las playas de Miramar. Fueron siete días espléndidos donde Gladys se sintió  realmente satisfecha por haber logrado esa otra importante meta, a pesar de su escaso sueldo.

El día de la boda de Natasha la madre volvió a mostrar ese rostro de tristeza que subconscientemente afloraba cada vez que miraba a su hija, sola, sin pareja. Sentía que todas sus amigas habían logrado encontrar el camino hacia el amor y no podía entender porque a su hija, no le pasaba lo mismo.

Gladys notó esa tristeza y sin dudarlo, la relacionó con la boda. Por ello, se decidió hablar con su madre antes de vestirse y arreglarse para asistir a la misma.

-Mamá- le dijo con voz pausada y firme- se porque tienes ese rictus de amargura en tu rostro y me duele no poder hacer nada para quitártelo. Me gustaría tanto que no vivieras tan preocupada por mi vida sentimental. Ya lo hemos hablado tantas veces, que no se que palabras puedo agregar para cambiar la expresión de tu rostro-.

-Perdóname hija- le contestó su madre – no tengo intenciones de amargarte en este día en el que se, te sientes muy feliz por tu amiga, pero no puedo dejar de pensar en que la vida pasa y tú sigues sola. Lo siento mucho. De verdad. Quisiera que no hubieras notado mi tristeza, pero debe ser bastante transparente aunque quiera disimularla-.

-Lo es mamá –le dijo Gladys – y no puedo cambiarla. No deberías sentirte así, pero no puedes evitarlo.

Me gustaría que sucediera algo que cambie mi vida. No creas que no lo intento. Pero no he encontrado a nadie que me provoque ese deseo-.

-Lo se hija – le dijo la madre – se que te gustaría encontrarlo. No te preocupes por mí. Ve a vestirte y trata de divertirte mucho esta noche-.

-Así lo haré mamá – le dijo Gladys – quiero que Natasha me recuerde alegre cuando se vaya a vivir tan lejos de aquí.

Un mes después de haberse ido de vacaciones comenzaron las clases de unidad hospitalaria. Pese a que todavía estaba en primer año le asignaron dos alumnos.

Ella debía todas las mañanas, presentar a los enfermos que estaban internados en el sector asignado, y preguntarles cosas sencillas a medida que leía las historias clínicas de los pacientes, como ser qué análisis pedirían o que estudio especializado sugerirían. Era la primera vez que se encontraba en esa situación y se sentía sumamente nerviosa. Pensaba que no iba a saber desenvolverse con naturalidad y los alumnos se darían cuenta en seguida de su incompetencia y se burlarían de ella.

Pese a todo su nerviosismo logró hacerlo con bastante aplomo y seguridad. Pudo contestar todas las preguntas que le hicieron a su vez los alumnos y terminó la mañana satisfecha con su actuación. Cuando llegó el momento de despedirse de ellos por ese día, pues se había cumplido el horario asignado para sus clases prácticas, uno de ellos, el más tímido, le preguntó si podía quedarse un tiempo más a su lado para seguir aprendiendo

-No tengo ningún apuro por volver a mi casa- le dijo Andrés, no pudiendo ocultar su timidez pese al esfuerzo que hacía- Me ha encantado como explica y pienso que podría aprovechar un poco más sus conocimientos, si es que me lo permite-.

-No tengo la menor idea si está permitido que los alumnos se queden fuera de hora- le dijo ella asombrada – generalmente todos están esperando el momento de irse. No se si alguna vez se presentó la situación que me planteas. Probemos. Quédate y si viene alguien y dice que tienes que marcharte lo haces sin replicar. De acuerdo?-.

-Completamente Dra. Carelli- le dijo animadamente.

-Me llamo Gladys- le dijo ella tendiéndole la mano como si lo viera en ese momento por primera vez - en un tiempo seremos colegas y me siento mas cómoda si cuando estamos a solas como ahora, me llamas por el nombre. Es diferente cuando estemos frente al paciente o estemos en horario de clase-.

-Encantado de llamarle por un nombre tan bonito como el que tiene-  Yo me llamo Andrés.  Sabe que es muy simpática y sumamente dulce en el trato con los pacientes. Creo que es lo que mas me impresionó de usted. La he estado observando toda la mañana, asombrado y prometiéndome a mi mismo desarrollar esa calidez, cuando me llegue el momento de ejercer como colega-.

-Gracias por el halago- le dijo ella sonriente – pero te recuerdo que yo no califico a los alumnos, así que no es necesario que me adules-.

-Jamás se me ocurriría adular a alguien para conseguir algo- me haría sentir un vendido y un perdedor- le dijo Andrés poniendo cara de ofendido, mientras en su cara dibujaba una sonrisa-. Lo que le dije es la verdad. No fui sólo yo el que vio esa actitud. Mi compañero tuvo la misma impresión y me lo comentó-.

-Me gusta mi trabajo- respondió Gladys – tal vez por eso lo hago con amor y eso se traduce en esa calidez de la que hablas. El paciente está enfermo, se siente desvalido y necesita sentir una mano amiga, una sonrisa cariñosa, una palabra amable para sentirse mejor. Sólo intento que no se sienta sólo en su aflicción. Debe ser horrible estar en la cama de un hospital, alejado la mayor parte del día de tu familia y temiendo por lo pueda pasarte. Por eso también intento explicarle lo más que puedo, que es lo que le está pasando, que estudios vamos a hacerle, que esperamos encontrar, etc.etc.-

-Vuelvo a reiterarle lo que le dije antes, deseo que cuando me llegue el turno yo pueda adquirir esa capacidad que me está detallando.-le contestó Andrés - No creo que la tengan todos los profesionales. Trataré de quedarme a su lado la mayor cantidad de tiempo posible para ver si puedo aprender la técnica-.

-Estamos perdiendo tiempo hablando de temas que no son de medicina- le dijo tajante Gladys que se estaba sintiendo incómoda ante tantos halagos –si me descuido, mi trabajo se atrasará  y tendré que quedarme fuera de hora y te aseguro que al menos yo, si tengo ganas de irme a mi casa cuando termine mi horario. La residencia, sobre todo el primer año, es agotadora de verdad-.

-Lo se- le contesto sonriente Andrés – Mi hermano mayor esta haciendo la residencia en Cardiología-.

-En cardiología?- le pregunto curiosa Gladys – en este hospital? tengo una amiga que la estaba haciendo pero decidió casarse e irse a vivir a Estados Unidos-.

-No, no es en este hospital- le contesto- está en el Argerich -.

-Excelente hospital- Debe haber sido un buen alumno- le dijo Gladys.

-Si, si lo es. Muchas veces me hace sentir avergonzado con su sapiencia- le contestó él –pero otras me ayuda tanto con su sabiduría que se compensa la situación-.

-Dejémonos en serio de tanta charla y empecemos a trabajar, si es que quieres quedarte-. Te animas a interrogar a esa paciente sobre como se siente después del estudio que le han hecho y luego reportarme el resultado, mientras termino de darle unas instrucciones a la que tengo frente a mi?-.

-No se que saldrá del interrogatorio,-contestó Andrés –pero claro que me animo.

Así continuaron cada día durante una semana. Andrés se quedaba una hora o un poco más después de clase, hasta que Gladys tenía que ir al comedor para almorzar.

El viernes, al presentarle a sus dos habituales alumnos el caso de una mujer que se había provocado un aborto casero comprometiendo seriamente su salud debido a la severa infección sobreviniente, que obligó a que se le extirpara el útero como único medio para salvarle la vida, le dio a Andrés, la oportunidad que había estado buscando durante toda la semana, para comenzar una conversación de índole personal.

-Que terrible perder un órgano de su cuerpo de una manera tan tonta- comentó con tristeza -y exponer su vida como la expuso-.

- Si cuando nos encontramos con casos como estos, de mujeres desesperadas que no saben que hacer con un embarazo no deseado- le respondió Gladys – la mayoría de nosotros nos preguntamos sino sería mejor legalizar el aborto. Evitaría tantas de estas catástrofes.  Esta mujer entró con una septicemia gravísima que le provocó un estado de shock y que casi le hace perder la vida, no sólo su útero-.

-Y pensar que hay tantas mujeres que darían lo que no tienen por concebir un hijo!- dijo con la misma tristeza Andrés.

-En eso estaba pensando justamente, ya que pienso dedicarme a los problemas que causa la esterilidad, una vez que acabe con mi residencia. Tantas mujeres se someten a estudios complejos y dolorosos y tratamientos aún mas dolorosos que los estudios y a pesar de ello,  no logran ese tan ansiado embarazo! Otras en cambio no saben como hacer para evitarlos, teniendo uno tras otro-.

-Y usted- se arriesgó a formular Andrés su ambicionada pregunta – tiene hijos?-.

-No, ni hijos, ni marido ni novio- le dijo Gladys resueltamente.

-Y como es posible eso- le dijo asombrado Andrés – es una mujer preciosa, tiene una dulzura increíble una sonrisa maravillosa y es muy inteligente. Cómo es posible que esté sola?-.

-Porque te faltó mencionar lo único importante que no tengo: el amor. No he encontrado el amor  Éste no se encuentra a la vuelta de la esquina como dicen muchos. No me ha pasado a mi por lo menos, puesto que he dado vuelta a muchas esquinas-  dijo Gladys mientras se reía con ganas.

-Y no será que es demasiado exigente o que no sabe saltar obstáculos como los saltados por su amiga, la cardióloga que dejó todo para irse a vivir a Estados Unidos-.

-Me estás preguntando si sería capaz de irme a vivir a otro país?- le dijo Gladys.

-Ese o cualquier otro obstáculo, como que sea de diferente raza o religión o …..cualquier otro que no se me ocurre en este momento- le dijo sonriente Andrés.

-Ninguna de las dos cosas que mencionaste, las consideraría obstáculos. Primero creo que la mezcla de raza es algo muy beneficiosa. Cuanto más se mezclen, menos diferenciadas serían  y llegaría el día en que no existiría el racismo. Todos por fin comprenderían que los seres humanos somos iguales en esencia y que ni el color, ni las costumbres, ni los idiomas, son motivos suficientes para separarnos.

Y con respecto al segundo punto, pese a que soy católica apostólica romana, no concurro a misa ni comulgo. Creo en Dios de una manera tan fuerte, que siempre considero que no debería decir creo sino aseverar simplemente. No hay ninguna razón lógica para poner en duda su existencia. Yo lo veo en cada nacimiento de un niño o de una flor o de un animal, en cada rayo de sol que me calienta, en el vuelo de una mariposa. Él esta en todos lados y su presencia es indiscutible. No puedo entender como algunas personas no lo ven. No importa como lo llames, sino quieres darle el nombre de un Dios según la religión que profeses, puedes llamarlo Destino, Naturaleza, Vida, como quieras. Lo importante es reconocer que hay un ser sobrenatural que, lo llamemos como llamemos, te supera y hagamos lo que hagamos, nunca lo podremos igualar-

-Es muy hermoso lo que ha dicho- le contesto Andrés- pero me quedo sin entender porque está sola-

-Pero eso no tiene importancia ahora- dijo Gladys resueltamente y haciendo un gesto para que entendiera que estaba muy resuelta a dejar esa conversación personal para pasar a la asistencial – continuemos con el caso de esta mujer.

Y continuaron haciendo el trabajo sin volver a tocar ni ese, ni ningún otro tema personal.

Cuando terminó el horario de clase y Andrés se quedó solo con ella, se animó a preguntarle lo que había estado pensando durante toda la semana – Otro obstáculo al que me refería esta mañana, pero no quise mencionarlo delante de mi compañero, es si sería capaz de saltar el de la diferencia de edad y aceptar salir conmigo el fin de semana. Usted elige el lugar y lo que quiera hacer. Yo acataré sin presentar ningún “obstáculo” -dijo riéndose.

-Me tomas totalmente de sorpresa-  le dijo Gladys mostrando en su rostro que verdaderamente no se había esperado esa clase de pregunta –No se que decirte. Nunca pensé en esta posibilidad-.

-Pues diga que si- le contestó descaradamente Andrés- y compruebe si el no saber saltar obstáculos es la causa por la que no ha encontrado el amor aún-.

-No te había imaginado tan caradura- le dijo Gladys mostrando un gesto de asombro.

-Ni yo- le contestó Andrés rápidamente –creo que es la primera vez que hago una cosa semejante. Y para eso estuve toda la semana pensando como hacerlo. Confieso que desde el primer momento que la vi, desee tener una cita con usted fuera del hospital-.

-Y ese fue el motivo por el que te has quedado fuera de horario durante todo este tiempo y no el deseo de aprender?- le preguntó Gladys con una sonrisa socarrona.

-Me declaro culpable- dijo sonriente Andrés mientras se llevaba una mano al pecho en signo de culpa – pero también quería aprender todo eso que le dije el primer día.

-Eres muy jovencito aún, pero sabes como manejarte sin tapujos ante una mujer- le contestó Gladys

-Entonces acepta? Diga que si, por favor- le dijo en tono suplicante. –no la retendré ni un minuto si se arrepiente de haber salido conmigo. Prometo que la llevaré a su casa en forma inmediata si ese es su deseo. Lo prometo- dijo haciendo un gesto como si pusiera la mano sobre una Biblia.

-Está bien- dijo Gladys – pero este fin de semana tengo guardia el día domingo, por lo que no puedo volver después de las nueve de la noche. Es que entraré a trabajar a las 7 de la mañana y recién saldré a las cinco de la tarde del lunes y no supongas que podré descansar mucho durante todo ese tiempo. Como comprenderás  no puedo volver mas tarde de esa hora-.

-A que hora sale de trabajar el sábado?-si le parece bien la vengo a buscar aquí y partimos rumbo a donde usted disponga.

- Está bien. Te espero a la una entonces- le contesto Gladys – o pensándolo un poco, mejor a la una y treinta. Eso me dará tiempo de asearme y arreglarme un poco-.

-Será a la una y treinta en punto. La estaré esperando en el estacionamiento. Hasta mañana- y se despidió enviándole un beso en el aire.

Por supuesto, Gladys dio media vuelta y se alejó, sin hacer gesto alguno como para atrapar el beso enviado.

Al día siguiente la estaba esperando en el estacionamiento, parado al lado de su coche. Cuando la vio venir, salió a su encuentro.

-Temía que se hubiera arrepentido y que no hubiera podido avisarme ya que, tontamente, no le he dejado mi numero de teléfono- dijo Andrés, al tiempo que sacaba una tarjetita donde figuraban todos sus datos, -por eso me adelanto y ya se lo estoy dando-.

Gladys guardó en su cartera la tarjeta sin mirarla y regalándole una agradable sonrisa le dijo, -puesto que vamos a tener una salida, que de antemano y para dejar las cosas bien en claro, no significa nada especial, es mejor que nos tuteemos. El lunes cuando vuelvas a clase, volveremos al usted. No quiero dar motivo de habladurías.  Ya bastante chismosa es la gente en el hospital como para darle motivos extras.

-Me parece magnifico y te lo agradezco- le dijo Andrés – adonde quieres que te lleve?.

-Perdóname si te parece fuera de lugar, pero después de haber tomado sólo un café a las seis de la mañana como desayuno,  tengo mucho apetito- le respondió Gladys. Te parece bien que comamos algo?

-También yo tengo hambre y por supuesto que había pensado en primer término ir a almorzar. En realidad cuando te pregunte a dónde querías que te lleve, me refería específicamente adonde te gustaría ir a comer- le respondió él.

Fueron a comer a un coqueto restaurante de Palermo y después fueron a pasear por sus bosques y lagos, paseos casi obligados de todas las parejas. El rosedal,  además de tener grandes espacios cubiertos de hermosísimas y coloridas rosas, es un lugar romántico donde suelen ir con mucha frecuencia todos los enamorados.

Luego fueron al cine y finalmente a tomar un aperitivo en un romántico bar de Santa Fe.

A las nueve de la noche la dejó en la puerta de su casa, tal como se lo había prometido. Habían charlado toda la tarde contándose anécdotas de su vida, sobre todo las de estudiantes y en ningún momento Andrés, hizo el ademán de querer besarla. Antes de bajar del coche Gladys le dio un beso en la mejilla mientras le decía –me has hecho pasar un día maravilloso. No he podido preparar la clase que tengo que dar el lunes, pero ya veré que excusa doy a mis superiores. En cambio, he tenido uno de los mejores días de mi vida. Gracias por la invitación. La diferencia de edad no ha sido ningún obstáculo para gozar de tu compañía-.

-Me alegro mucho por mi y por ti, puesto que ahora has comprobado que si sabes vencerlos- dijo sonriente Andrés.  -Antes que te bajes, puedo devolverte el beso?-

-Claro que puedes, yo te lo di sin pedirte permiso- le dijo sonriente.

-Andrés se inclinó y la besó muy tiernamente en los labios. Luego dulcemente le dijo –hasta el lunes. Que tengas una guardia liviana-.

Gladys se bajó del coche agradeciéndole en silencio, que no actuara impulsivamente. Que le diera tiempo a la relación que estaba sintiendo, empezaba entre ellos.

Cuando la madre la vio entrar se alegro muchísimo. El  rostro de su hija reflejaba una felicidad inusual y sus ojos resplandecían de manera diferente. Gladys le contó con lujos de detalle como había sido esta primera cita con Andrés, dejándole entrever que estaba convencida que no sería la última.

El lunes cuando volvieron a verse se sonrieron de una manera especial, tanto, que el compañero de clase le pregunto si había pasado algo entre ellos.

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