Cuando los hijos aparecen en la relación de pareja...
Los hijos se presentan en la relación en pareja como una condición que trae una serie de cambios en el contexto de la pareja, desde el espacio físico, los horarios, las horas de sueño, los gastos y la distribución del dinero se modifican. También los tiempos e intereses. Los esquemas y formas de representación psicológica igualmente sufren transformaciones, pasamos de ser la pareja, de un “tú y yo”, a ser un nosotros. Pasamos a ser padres o madres de una criatura que viene a dar una dinámica distinta a la relación en pareja.
Ahora el nuevo miembro de la familia ocupa todo el lugar psicológico y emocional de la pareja, por tal motivo, utilizo el término “aparecen”, aparecen en el terreno físico, psicológico y emocional de la pareja.
El nuevo integrante de la pareja, que ahora es familia o triada, pasa a domina las conversaciones, sí comió, sí no, sí durmió de más, de menos, las desveladas no se dejan esperar. El cambio en los tiempos de descanso cambian…la alimentación nocturna es agotadora, no establezco, de ninguna manera, sí es positivo o negativo, sucede, puesto que el “tercero” en la pareja tiene necesidades propias, que es necesario cubrir, sin importar las condiciones de los adultos, llámese padre o madre.
Ahora, el nuevo integrante de la familia plantea demandas y necesidades que se tienen que cubrir independientemente de sí estamos cansados, deprimidos, contentos o tenemos muchas cosas que hacer… el bebé tiene hambre y necesita comer… independientemente de lo que yo quiera o necesite, o de lo que la pareja quiera o dese… la vida humana requiere de cuidados, la fragilidad y vulnerabilidad de esta condición de una gran dependencia requiere de una gran inversión de energía, requerimos alimentarlo, pero no sólo en cuestión de la comida, sino emocional, física, y de contacto.
El hijo que llega y aparece en la vida de las parejas, es un acontecimiento singular, a veces, reconfortante, otras, no tanto, en fin sí hemos decidido tenerlos, habrá que asumirlo con responsabilidad y de manera constructiva.
Ningún hijo tiene la culpa de mis decisiones… o de nuestras decisiones en pareja… por tanto, es necesario darle todos los elementos para que este infante pueda contar con una vida llena de recursos para que con el tiempo, vuele con sus propias alas…
La maternidad y la paternidad es considerada socialmente un valor inigualable, y en efecto, lo es, pero nadie nos cuenta de esos días en los que se nos junta la noche con el día, porque el bebé o la beba tienen cólicos, pasaron un día lleno de llantos y la leche no le cayó bien… Una cosa es lo que nos dicen y otra, muy distinta es la realidad.
En lo que a la relación en pareja se refiere el bebé es un tercero que se entromete en la relación de a dos. Eso no quiere decir que no lo amamos, que no lo deseamos o que no lo queremos, simplemente que marca una transformación de la vida en pareja.
Pareciera que cuando los hijos aparecen en la psicología de la pareja, todo cambia, y es correcto, necesita cambiar, porque la conformación de la pareja, ahora tiene un miembro más que requiere atención y cuidados.
En otro momento no importaban las desveladas, la tertulia con los amigos, el trabajo hasta altas horas de la noche, ir al cine al teatro o cenar cuando lo determináramos, y por supuesto, pasamos de ser una pareja a ser una familia.
Hombres y mujeres reportan cambios sustanciales en sus vidas, pues como no! El terreno de la pareja se convierte en el y ahora somos tres…sin embargo, es necesario puntualizar que cuando nos volcamos sólo en las necesidades del infante, pasamos a ser unos excelentes padres o madres, y nos olvidamos de la relación de pareja en sí, y a veces, en una infinidad de historias, de la relación con nosotros mismos también.
El nacimiento de un hijo significa y representa un evento importante y significativo en nuestras vidas, pero no abarca toda nuestra vida, nosotros, padre y madre, somos seres individuales que contamos con necesidades distintas, que deseamos realizar, conformar, y cifrar, además de que ser padres o madres significa, desde mi punto de vista personal, estar disponibles, afectiva, física y espiritualmente, para aquellos hijos que hemos decido tener.
Sí no logramos contar con los canales adecuados de comunicación con la pareja, acerca de estos cambios, seguramente los conflictos aparecerán por aquí y por allá. Por supuesto, considero que la madre está ocupada afectivamente en otro lugar y si la pareja no lo comprende, surgirán una serie de conflictos que el otro puede vivir como abandono, falta de interés o lo que sea.
Después de un parto la mujer requiere elaborar diversos conflictos como el desprendimiento, el estar a disponibilidad, cuando la lactancia, se ha decidido como forma de alimentación. A veces el hombre, con sus conflictos y problemas no ha resuelto, entonces se consideran que no son importantes, que su pareja no les tiene las mismas atenciones y afectos, pues claro que no la constelación de pareja ha pasado a ser una cuestión de familia.
Además cada hijo que nace presenta características propias uno es más chillón, el otro es más apacible, qué se yo, de manera, que las características personales de los hijos, plantean retos diferentes y distintos, sólo diferentes.
Seamos conscientes de nuestros papeles de madres y madres , pero no descuidemos nuestra relación en pareja, pero sobre todo no olvidemos, la relación con nosotros mismos…
El nuevo integrante está en mi vida, hombre o mujer, porque yo le decidí, y me encuentro encantando o frustrado por ello, necesitamos asumir, nuestra condición, pero sí he decidió, que ese hijo o hija, aparezca en mi vida tendré que asumir…
Este es un llamado a la toma de conciencia… sí elijo estar en pareja y tener hijos, mi función es compórtame no sólo como pareja, sino como el padre o madre que requiero ser…
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Ana Giorgana
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