El abuso, como una condición de lo que yo llamo amor...
El abuso en una relación en pareja tiene muchas caras, pero no logramos darles un nombre, ponerlo en pa labras, o aceptar que lo que vivo es una relación de abuso, más que una relación de amor. El dolor del reconocimiento es enorme, la tristeza, la culpa y una serie de sentimientos delimitan nuestro pesar, sin embargo, insistimos que pronto, mañana o pasado, todo será distinto.
El abuso va desde una situación en la que no existe un equilibrio en la satisfacción de las necesidades de cada miembro de la pareja, hasta las sutilezas, y por último, desde el abuso en el plano sexual, hasta la agresión o violencia.
El abuso de uno u otro miembro de la pareja, llámese mujer u hombre, porque en este sentido, no se discute la condición de género, sino la circunstancia del abuso, representa que uno de los integrantes, considera que sus necesidades, intereses y posición , corresponde a una condición de privilegio, en dónde el otro, mi gran amor, ese individuo que elegí, tiene que supeditarse a mis deseos, ganas, gustos y caprichos.
El abuso como su nombre lo indica, es tomar ventaja, es estar más en mí, que en el otro, o en la relación, siendo así, parece un amor egoísta, controlador, y lleno de imposiciones y frustraciones. ¿Realmente vale la pena sostener un amor en estas condiciones? Es sólo una pregunta al azahar, la respuesta le corresponde a cada persona y a cada integrante de la pareja en lo particular.
El abuso se sostiene cuando yo creo que tengo que hacer algo para que el otro me ame, me quiera o me aprecie. Entonces, el abuso se apodera de la relación como una forma de comprender que mi relación se va a sostener en base a lo que hago o dejo de hacer para agradar a mi gran amor.
Una gran cantidad de mujeres y hombres llegan a la consulta, indignados, enojados, desesperanzados, porque su pareja no los ama como ellos desean, necesitan o quieren. Entonces el abuso para que eso se cumpla se inserta en el seno mismo de la relación…
El abuso es una cuestión de sutilezas, va desde el control del tiempo; hasta la manera de hacer el amor, de expresarse, de hacer las cosas de determinada manera, de aplicar los intereses y la manera de hablar, hasta como vestirse y mantener una buena postura frente a los diversos grupos sociales, en donde la pareja interactúe. La realidad es que la preguntas y respuestas se encuentran en otro lado, en la maldad o bondad de mi pareja, sino en lo que yo admito para mí, es decir, cada circunstancia de abuso, de inequidad, de que siento que están pasando por encima de lo que yo quiero, necesito o deseo, llámese, pareja, hijos, amigos, entonces, seguramente soy una persona que permite el abuso.
Sí realmente yo soy una persona que lo permit e, es porque no he encontrado, otras formas de relacionarme, así me dijeron que tenía que ser y así lo acepte. Sin embargo, hoy por hoy, es importante regresar el tiempo y ver y darme cuenta, que sí en un mome nto de niño o adolescente, lo tuve que asumir, hoy, tengo la capacidad de reflexionar, y saber, que aún, cuando fui abusado, emocional, física o psicológicamente, fue un tiempo, un momento, pero hoy, es diferente, ahora puedo hacer las cosas de una manera distinta…
Pero no hay más, requiere volver a nuestras angustias y ansiedades, a nuestros encuentros y desencuentros, a nuestros dolores y desamores, pero también a lo que si experimentamos con plenitud. Mantener una relación de abuso es como no importarnos a nosotros mismos, pero después de todo,,, qué es vivir, vivir para el otro, que ni me considera, ni le importa, entonces, sólo y en este sentido , las preguntas quedan abiertas:
Qué quiero yo de mí y para mi pareja?
Cómo lo quiero ?
De qué manera necesito ser amado o por ti
Sí ninguna de estas condiciones suceden mi vida en pareja, las preguntas se propagan como piedras en el estanque:
Cómo quiero una pareja, para qué la quiero, pero sobre todo:
Qué estoy dispuesto a dar y a aceptar o no, para que esto suc eda?
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Ana Giorgana
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