Misionologia 38
Continuación de las grabaciones magnetofónicas de las clases de Misionología
El Espíritu Santo que ahora desde el día en que Jesús subió a los cielos, lo único que podemos pensar tratándose de Dios. Es en el Espíritu Santo. Sin el Jesucristo, es muerto del pasado. La Iglesia es una Institución vacía, un simple club. Sin el Espíritu Santo, no hay actualización del Evangelio, y por lo tanto. Jesús sabiendo todas estas cosas por anticipado, dijo: “Les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Espíritu, y si no viene el Espíritu, no podrán conocer nada de lo que le he enseñado”
Vemos aquí una especie de economía de Dios. Los santos padres, basándose en el griego, los 4 primeros siglos, era la lengua de la teología. Recién el latín, con tertuliano en el siglo III. Después empieza a tomar gran fuerza en el siglo IV, con San Agustín, y San Gerónimo, y entonces cuando se habla del pan de Dios, se habla de la “Economía Divina” que significa, el designio de Dios. En el griego – Oeconomia – significa, saber llevara el plan.
San Pablo en la carta a los Efesios, llama a esto también – Mysteriun -, pero no es el sentido de lo que no se entiende, sino, en el sentido de lo que Revela la Presencia de Dios. Y ¿Qué es un misterio? Aquella realidad que revela la presencia de Dios.
Este misterio de Dios, se ha ido revelando en una forma muy sabia, muy inteligente, que podemos decir presencial, en cuanto que la providencia es la manera inteligente de llevar adelante la economía de Dios. Entonces hay entre nosotros en el misterio de Dios, a considerar, como se ha llevado a cabo este misterio. Hay lo que podríamos llamar Dios ante nosotros. Es fácil de entender esto con la figura del Padre.
Dios – ante – nosotros = Padre
Dios – entre - nosotros = Hijo
Dios – en – nosotros = Espíritu Santo.
Porque el Padre, siempre es quien está ante ti. Manifiesta un rostro visible de Padre. Pero llega un momento en ese pan de Dios, o en esa economía divina, en que dice el Profeta Sofonías: “Yo estaré en medio de ti” En medio de aquel pueblo que se enternezca con mi Palabra. Vendrá a ti a morar, viviré en ti, Hija de Sion, no tengas miedo, porque Yo estaré contigo, y entonces será Dios con nosotros, o Dios entre nosotros. Que se revela muy bien con la figura de hermano o de Hijo. Porque un hermano, es aquel que está entre nosotros, en la familia. Entonces el rostro del Hijo, aparece en un momento dado, de tal manera que ya solo se puede conocer quién es el Padre, mirando al Hijo, porque aquel que está antes de ti, lo podrás conocer de una manera mucho más intima. Si partes de aquel que está junto a ti. Y entonces viene el tercer momento de este Plan, que es la búsqueda de la intimidad, de que porque Dios se abre a nosotros.
Y tenemos aquí que Dios, en mi, o en nosotros, en la interioridad. No hay manera de ver rostros, no hay manera de imaginarse nada, porque en la interioridad ¿Cómo imaginas tu conciencia, en sentido simbólico tu corazón? No lo podemos ver, no tocar, no sentir. Solo podemos captar por su acción lo que es. Por eso se le da el nombre de Espíritu. Que es una palabra que dice mucho, y nada. Porque al fin y al cabo Espíritu, procede de estos términos: Aliento, brisa, viento, aire, respiración. Que son todas realidades tremendamente reales, pero que escapan a nuestra consideración, a nuestro encuadramiento. Como dice Jesús en Juan 3: “El viento viene no sabes de donde, y va no sabes a donde” Pero te envuelve, así es lo que viene de Dios. No sabes, pero te envuelve el Espíritu – Dios en nosotros – Este es el Espíritu Santo.
Andrés Arbulú Martínez
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