Misionologia 56
Continuación de las grabaciones magnetofónicas de las clases de Misionología
Entonces los intereses de Jesús, sin afán de dominio, como la humilde sirvienta, discreta y pobre. Repudia situaciones de privilegio, como hizo María, que no se presentó en Pentecostés llamando la atención. Sobre que ella tenía los derechos de sucesión. María pasa desapercibida. Renuncia a situaciones de privilegio. Como lo hizo Pablo. “Renuncio a mis derechos con tal que sea anunciado el mensaje de Cristo Jesús” Desea anunciar a Cristo Salvador. Tercero. Ve siempre a Cristo, como el Salvador, no ella. La Iglesia no es salvadora. Entonces Cristo es el que salva. Ve siempre a Cristo como el Salvador. Igual que María “Hagan todo lo que él les diga”
La obra de María, fue dar a Jesús al mundo. Entonces la obra de la Iglesia es lo esencial. Dar a Jesús. No es tener gran poder de convocatoria, ni hacer grandes cosas solemnes, edificios. Si nos das a Jesús, no das nada. Una iglesia modelada sobre Maris. No se hace extraña a un pueblo como América Latina. Que tiene una experiencia histórica profundamente Mariana.
Dice San Agustín: “Dios amándote te hace amable” Quiere decir, tú haces amable lo que amas. Desde el momento que amas a una persona, la estás haciendo amable, por mala que sea, y ella puede que experimente, que cuenta con tu vida, entonces haces amable la obra.
La Iglesia a veces es poco amable. Los cristianos que vienen al templo, no se sienten queridos, le hace mucho bien a la Iglesia la presencia de María; porque crea habiente familiar. Sugiere en nosotros, ese corazón filial que anida en todo ser humano. Una persona que lleva a María como inspiración, es muy difícil que sea una persona intransigente, que sea una persona amenazante. Porque María nos recuerda lo rasgos maternales de Dios. La Iglesia tiene que recordar los rasgos maternales de Dios. Yo francamente lo que menos soporto es un predicador que amenace a los fieles en nombre de Dios. Que los amenace con su cólera, o con su genio. Allá él. Pero en nombre de Dios, no. Porque yo no concibo a Dios amenazando a los seres a quien Él ama. Y menos concibo poner palabras amenazantes en la Santísima Virgen. En el predicador, todavía puedes consentir, es un ser humano, está nervioso, y dice palabras incoherentes.
Le hace mucho bien a la Iglesia, la presencia de María, porque recuerda esos rasgos maternales de Dios, es una realidad hondamente humana y santa, que suscita en los creyentes aptitudes de bondad y de misericordia. Por eso es por lo que recurrir a María, origina tantas conversiones. Porque ella no tiene nada que ofrecerles y entonces lo que les ofrece es ah Jesús. Y entonces cada vez que recurres a María, te encuentras con su Hijo.
¿Dónde está el misterio pues? La Madre de la misericordia se solidariza con sus hijos, y la Iglesia aprende de María, como realizar esa solidaridad, especialmente con los más dolientes, como hace toda madre, que se premie de tener un hijo enfermo. Pasa más horas con él, que con los otros.
Entonces la Iglesia tendría que pasar más tiempo y más horas con los dolientes, que los otros, y los representantes visibles de la Iglesia tendrían que tener facilidad para hacer más amigos de los dolientes, que de los otros. Cuando la Iglesia quiere dar un paso nuevo de fidelidad (dice Puebla): “A su Señor, tiene que mirar la figura viviente de María”
En todas las culturas hay cosas bellas y positivas. Pero así como María hizo visible a Dios en la tierra, dándole carne, así la iglesia con sus enviados, debe ir haciendo visible el mensaje que ha recibido del acontecimiento Cristo. Y si la Iglesia hiciera como María, iría haciendo visible a Cristo por todas partes en el mundo. Y por eso es misionera. La Iglesia tiene que realizar verdaderamente esa expresión. Iglesia eres visible del Don de Dios. Tu ¿A quién visibilizas es tu vida? Visibilizas el regalo de Dios. Entonces una de las cosas que menos deben aparecer en la Iglesia, es la codicia. La codicia es una idolatría, dice San Pablo. Juan lo llamaba una abominación, y nosotros lo llamamos perversidad. Es decir, trabajar en las cosas de Dios, con el afán de hacerte rico, negociar las cosas de Dios, eso ni se nombre. Entonces la Iglesia tiene que ser pobre. Ustedes ¿Se imaginan a la Virgen María como codiciosa?
Andrés Arbulú Martínez
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