Respetando los derechos de los más desprotegidos
El próximo día 10 de Diciembre es el Día Internacional de los Derechos Humanos, en el que tambien se conmemora el Día de los Derechos de los animales, por ese motivo y en vísperas de las fiestas navideñas, donde millones de animales serán sacrificados para ser servidos como menú navideño, se hace necesario recordar que tanto los Apostoles como Jesús de Nazaret fueron vegetarianos, un dato ocultado por las iglesias institucionales pero que sin embargo ha sido desvelado en los Evangelios Apocrifos descubiertos recientemente.
Esta ocultación nada casual, ha propiciado que en los últimos 2000 años, muchos hombres pasaran y sigan pasando por encima de personas y animales, sobre todo si esto no les afecta personalmente. Lo que en determinados casos les arroga el derecho a matar a personas (basándose p.ejm. en la teoría de la guerra justa, legítima defensa, etc., desarrolladas por teólogos y juristas católicos como Tomás de Aquino y otros) y por supuesto a animales. ¿Pero quién tiene el derecho a quitarle conscientemente la vida al prójimo, así como también al animal? Solamente el hombre, quién no le ha dado la vida ni al hombre ni al animal, mata la casa del alma que es el cuerpo y mata al animal. ¿Quién le ha dado pues al hombre permiso para hacer esto? ¡Jesús no habló nada de ello!
Actualmente para justificar el asesinato se diferencia entre “matar” y “asesinar”. Sin embargo, según la Ley universal, que es la fuerza que nos une a toda vida dice: lo que el hombre haga a otros, se lo está haciendo a sí mismo. Porque usted mismo qué preferiria ser matado o ser asesinado; posiblemente usted dirá, «me da igual, al final me han quitado la vida». Lo mismo vale para animales que son mantenidos en jaulas para ser matados. Además Dios previó a la naturaleza como el espacio donde los animales deben vivir. El no creó jaulas para Sus criaturas. Solamente los hombres se arrogan el derecho a encerrar a los animales y hacerles que vivan vegetando en un espacio reducido.
Quien haya aprendido a sentir cómo les va a los otros, nota que los animales también sienten de forma parecida a nosotros, pues ellos sienten alegría, dolor y sufrimiento. Y quien desee alcanzar de otro modo la visión viva del destino que sufren los animales, podría situarse en el lugar de la vaca que es cebada o de la gallina en la jaula de una granja avícola, o en el de un bebé foca que se encuentra tranquilamente en la orilla tomando el sol y al que se le acercan hombres con garrotes en la mano, que quieren arrancarle la piel. Quizás también se imagina usted qué es lo que siente la madre foca cuando vuelve de alimentarse y en lugar de su bebé encuentra una masa de carne cruda ...
Si las personas deseamos que se respeten nuestros derechos humanos, ¿no deberíamos empezar a respetar los derechos de los más inocentes y desprotegidos ?
Vida Universal
Ana Saez Ramirez
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