Dios quiere ésto de nosotros
La perseverancia es una de las virtudes características de los hombres de Dios y lo ha sido desde los tiempos más remotos. Noé tuvo una persistencia y tenacidad con la cual pudo hacer los preparativos que le permitieron afrontar con éxito los tiempos del diluvio y lo hizo a pesar de que no conocía qué era la lluvia y menos las inundaciones. Moisés tuvo una perseverancia a toda prueba y gracias a ella pudo conducir a su pueblo durante la travesía por el desierto durante cuatro décadas; nunca se echó atrás ni amenazó con rendirse o renunciar aún cuando tuvo razones para hacerlo debido a que estaba tratando con un pueblo dado a la desobediencia, la criticonería y la desconfianza en sus líderes.
En el nuevo testamento, el apóstol Pablo sufrió toda clase de persecuciones, malos tratos y encierros injustos y, a pesar de ello se mantuvo fiel al compromiso adquirido con su Señor. Cuando pudo predicar, predicó; cuando se le permitió enseñar, enseñó, y, cuando fue confinado a la cárcel, continuó predicando a través de sus cartas, con las cuales amonestó, exhortó, discipuló y enseñó a las iglesias de su tiempo y a las de todos los tiempos.
Hoy, como en épocas anteriores, los seguidores de Jesús continúan cultivándola para crecer cada día, tener un contacto permanente con Dios, hacer suyas las promesas de la Biblia y avanzar hacia una relación cercana y directa con Jesús.
¿En qué debemos ser perseverantes? ¿En hacer el bien? ¿EN resistir el pecado? ¿En amar al prójimo?
En todo lo anterior y en mucho más. El compromiso es enorme y no conocemos la extensión del tiempo en que habremos de afrontar situaciones difíciles y momentos adversos. Por tal razón es necesario perseverar hasta el final y debemos hacerlo en estos frentes de nuestra vida:
1. En la confianza en Dios: retumban aún en nuestros oídos y mentes las palabras dadas a Josué para que continuara adelante en la empresa gigantesca y difícil de remplazar a su guía y continuar adelante el camino hacia la independencia, la libertad y la adquisición de la tierra prometida. A Josué se le dijo, y hoy se nos repite a nosotros" Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente;no temas ni desmayes, porque Jehová tu Diosestará contigo en dondequiera que vayas". El versículo tiene cuatro mandatos y dos garantías dadas por quien imparte las órdenes. Los mandatos son: (1). Esforzarse; (2). Ser valiente; (3). No temer; y (4) No desmayar. En compensación Dios nos promete: (a). Estar con nosotros, y (b) estar con nosotros a donde quiera que vayamos. Si perseveramos en esa confianza Dios nos llevará a la conquista de nuestros sueños y al territorio sagrado de la salvación.
2. En la Palabra de Dios. Dios nos dejó su palabra como una guía eficaz en el camino que finalmente nos llevará a su presencia. Pero...la Biblia por sí sola, como objeto físico, no puede transmitirnos nada. Es necesario leerla, escucharla, escudriñarla, navegar a través de sus páginas bajo la dirección del Espíritu Santo. La palabra, lo dice el libro de Santiago, puede salvar nuestras almas. Y, salvar nuestras almas, justifica recibirla con docilidad y alegría. El mismo libro de Santiago nos dice que pongamos la palabra por obra y no nos contentemos solamente con oírla. Tener la Biblia es, pues, un primer paso. Pero es necesario ir más allá y llevar la Palabra al terreno de las obras, en donde ella se manifestará de manera poderosa y sorprendente.
3. En la comunión con las demás personas y especialmente con quienes estamos unidos a través de la sangre de Cristo, su ejemplo y sus mandamientos. El libro de Hechos de los Apóstoles nos da una de las razones por las cuales la iglesia primitiva se mantenía en pie a pesar de las persecuciones de las autoridades y de sus propias carencias. En el capítulo 2, versículo 42 nos explica acerca de su perseverancia en algo vital para ellos en ese entonces y para nosotros en el presente: "Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones."
El salmo 133: 1 es uno de los pasajes más bellos de la Biblia de todos los que tratan el tema de la comunión: "¡Qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos!"
Tengamos pues perseverancia en el amor por nuestros hermanos porque es hermoso y agradable estar unidos y por algo más importante: porque Dios lo ha pedido.
4. Perseverar en la prudencia. Una persona prudente no hace juicios precipitados ni innecesarios. No examina con lupa la vida de los demás y no hace a otros lo que no quiera que hagan con él. Una persona prudente sabe que debe callar cuando no es conveniente hablar. Y sabe que debe hablar cuando no es aconsejable callar. Pero, por encima de todo no juzga, para no ser juzgada. El prudente vive, deja vivir y deja todo en manos de Dios, quien se encarga de examinar nuestros actos y de aplicar justicia según su sabiduría.
La perseverancia es continuar adelante cuando las tinieblas y el peligro amenazan; es avanzar aún cuando la voz de la desconfianza nos sugiere declararnos perdedores; es creer en el milagro de la vida cuando la muerte insiste en mostrarnos su cara de consternación y terror; es obedecer a Dios cuando el mundo ambiguo en que vivimos nos invita a abandonarnos en manos del deleite y los falsos placeres. Es declararnos servidores de Dios aunque tengamos que arriesgar los bienes que más apreciamos. Es mirar al cielo y saber que desde allá recibimos el respaldo continuo, oportuno y siempre firme del Creador.
Seamos persistentes Porque es una buena decisión. Y porque Dios quiere que lo seamos: en su palabra, en su amor, en sus caminos, en la comunión con nuestros semejantes.
Alejandro Rutto Martínez es un prestigioso escritor y periodista ítalo-colombiano quien además ejerce la docencia en varias universidades. Es autor de cuatro libros sobre ética y liderazgo y figura en tres antologías de autores colombianos. Contáctelo al cel. 300 8055526 o al correo alejandrorutto@gmail.com. Lea sus escritos en MAICAO AL DÍA, página en la cual usted encontrará escritos, crónicas y piezas hermosas de la literatura colombiana.
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