Indefensión Aprendida
El corazón encogido en algo más pequeño que un puño. La sensación de sentir ese órgano en su pecho con asfixia. Una palabra en la punta, esperando salir. El silencio que inunda unos oídos perdidos entre un ruido que ya no le incumbe. Una baldosa es el tamaño de su hábitat. Agarrado a su pequeño mundo mira el exterior como extraños fantasmas que desconocen la agonía de su alma. Los sueños que una vez tuvieron lugar en la mente se desvanecen. Quedan en el cielo la huella de hoy fantasías, mientras que en los ojos cristalinos el que sufre las recuerda con nostalgia. Todo, ha pasado a ser un osado sueño inalcanzable para quien se descubre inmensamente terrenal. Las manos no tiene el don de crear más que de transportar. La mente limitada no resuelve los problemas. Es el despertar al lado más humano de quien se siente vulnerable. La omnipotencia es un capricho ridículo de una mente demasiado creativa. Queda ahogado en una dosis de fría realidad en la que su cuerpo se entumece. Ha nacido un nuevo ser indefenso. Llora su alma, vive la agonía. Adiós le dice a su lado optimista, al espíritu ilusionado, al ser que cada mañana miraba al cielo en busca de un nuevo sueño. Hoy, su mirada es la súplica de quien ruega compasión. Demasiado oscuro se ha vuelto todo. Incapaz de dar un pequeño destello de luz a su sombría situación, baja la cabeza pensando que es inútil.
¡Maldita indefensión aprendida! ¿Dónde quedó el coraje de levantarse?. Esos pensamientos dañinos que entorpecen una mente de infinito poder de soñar. ¡No sé! Es el grito liberador de quien no teme su ignorancia. No conoce las tácticas para esta batalla pero no deja que le roben la sonrisa. Levanta impulsivo con la energía de alguien que no acepta un final amargo. Fría realidad, que se calienta con pequeños destellos de una mente aún viva. Aquél que no se deja avasallar por una situación incontrolable. Se dice así mismo e inspira a los demás: _¡Yo decido cuándo dejar de soñar! ¡Yo decido qué es posible y que no ! Aborrezco la sensación de estar atado. Abierto estoy a acumular heridas, pero no el recuerdo de un desertar.
Deudas, acompañadas de bancos que aturden la claridad de quien quiere permanecer en pie. Trabajos, divorciados de los anuncios que son una desesperanza para quien necesita o para quien soñó mientras estudiaba con trabajar. Animados por los negativos que venden un futuro deprimente porque siempre el día de mañana será peor. Un temor social que en la mente de uno muta al terror. Ágiles y veloces activan el instinto de supervivencia escondiéndose como avestruces en el pensar que así no serán encontrados por la desgracia. Tal cual niños que por taparse los ojos se creen invisibles a quien los busca.
Ciertas personas, en el afán de construir un mundo en el que ninguna amenaza pueda penetrar, aumentan exageradamente sus defensas con el exterior y deja su interior desguarnecido. (Paulo Coelho)
Todo está al revés. Un giro por inconsciente, inesperado. Perdido el dinero, perdida la actitud de comprar, y todo arrastra, hasta devastar el interior de cada uno. Esta sociedad irónicamente fuerte por tener su lado más débil en algo tan externo e incontrolable como la economía. Pregunto yo ¿dónde está nuestra fortaleza? Cuando para destrozar el espíritu de una ciudad no hace falta más que arrebatarle aquel objeto origen de sus espejismos de vida. En la guerra de Hiwoshima a los soldados americanos, los japoneses buscaban robarles el ánimo y se esforzaban por quebrantar su resistencia psicológica. Hoy no hace falta tales esfuerzos, uno mismo, se desanima y desalienta a la hora de librar su propia batalla.
Quizá, esos protagonistas que aplaudimos en la sala de un cine son la proyección de lo que nos gustaría ser, pero nos falta creérnoslo. Uno piensa que en una situación de terror, conflicto, problemas, o cualquier hecho que lo pusiera en la cuerda floja; lucharía y pondría su empeño en encontrar la salida. Eso pide, “acción”, “reacción” “riesgo” “aventura” “persistencia” “confianza”. Hoy, es una época para demostrarse uno que tan cerca está de comportarse como imaginó que haría mientras era el espectador en la cómoda butaca de un cine.
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