Terror en el Cielo de Antofagasta
En el Lobby del Hotel Atton de las Condes, en Santiago de chile, Humberto Aguilar Suarez, representante de Roemmerss-Rowe que generosamente nos había invitado a dicho país, coordinaba los últimos detalles del viaje de retorno a Lima, los Médicos Ginecólogos Jorge Maldonado, Adolfo Niño de Guzmán y sus esposas, saldaban sus cuentas con la cajera, Oscar Ferruzo y sus Gineco-obstetras “Residentes” Holger Cuno y Luis Aguilar bajaban presurosos por el elevador, Miguel Palacios y Marujita Ibérico se tomaban las últimas fotos, las doctoras Gineco-Tocólogas Soledad Ruiz, María Salomé Muñante , Elena y Delia Pumacayo acomodaban sus maletas llenas de regalos y recuerdos.
El vehículo que nos llevaría al Aeropuerto, esperaba en las afueras del Hotel.
Pasadas las 10 am, las maletas empezaron a ocupar sus lugares y los pasajeros empezamos a ocupar nuestros asientos y en medio de risas, chacotas y conversaciones emprendimos el viaje al Aeropuerto de Santiago “Comodoro Arturo Merino Benítez”.
Una vez dentro del mismo, el grupo entero se dirigió al “Check-in” (Registro de un pasajero en el aeropuerto) en la Aerolínea Chilena Sky Airkinne, sin mayores novedades, algunos como Miguel y Holger lograron cupo junto a la ventana, aunque sea en la última fila…en el 28 F.
Pasaron los controles, Migraciones y todo ese engorroso trámite.
De repente, ocurre el primer aviso del destino, Miguel- sentado en la sala de embarque-,empieza a vaciar todos sus bolsillos, abre su equipaje de mano, desesperado, angustiado, busca y llama a Marujita, ambos evacuan sus maletines… y no encuentran lo que buscan… ¿Qué pasa?, ¿Qué buscan?, algunos advierten esta zozobra… otros no…¡ Miguel había perdido la Cámara Fotográfica! y Marujita con su cara de enfado musitaba preocupada… ¡Dios Mío que nos irá a pasar!-, mientras recodaba que el viaje a Lima, incluía una escala en Antofagasta.
Sentados en el Airbus 320, todos recordábamos las incidencias vividas en el XII Congreso Latino Americano de Ginecología Infantil y Juvenil al que habíamos asistidos, generosamente invitados por Laboratorios Roemmers- Rowe, representados por Carla y Humberto Aguilar, a quienes agradecemos los gratos momentos vividos en el Congreso, además de nuestra visita, a Valparaíso, a Viña del Mar, a la Casa Museo de Pablo Neruda, a los diversos viñedos, el City Tours…
Los rabiosos motores empezaron a rugir con fuerza y cada vez con más fuerza y rabia y se echó a correr en la pista a gran velocidad, hasta que se elevó por los cielos chilenos creyéndose Dios.
Eran las 2 con 35 minutos de la tarde aproximadamente.
Hora y veinte después, el Capitán de la nave, nos comunica que estábamos próximos a aterrizar en la ciudad de Antofagasta, todos le creímos y nos abrochamos el cinturón.
De pronto el paisaje de cerros pétreos y desérticos que nos acompañaba desde Santiago, cambia bruscamente y debajo de la nave aparece unas densas y extensas nubes blancas, muy blancas, espesas, y hasta amenazadoras, las miré intrigado y sonrieron mostrando la guadaña detrás de esas sonrisas…¡debe estar lloviendo abajo!- pensamos. Y el avión empezó a volar encima de esas nubes, creyéndose mariposa, posando sobre ellas, respetándolas, sin atreverse a desafiarlas, recorrió varios kilómetros- es decir varios minutos- … ¿a que hora aterriza?- decíamos-, mientras los pasajeros nos mirábamos entre si, mientras la Dra. María Muñante juntaba sus manos en señal de plegaria, mientras la Dra Soledad miraba angustiada, mientras Delia y Elena aparentaban serenidad…de repente y ante nuestro asombro, la nave empezó a elevarse de nuevo, como huyendo de dichas masas compactas de nubes, en tanto en los pliegues mas íntimos de nuestros pechos la angustia anidaba en silencio y nuestras pupilas frescas y puras como el agua contenían apenas las lágrimas, anidando esperanzas y calor de las entrañas, el silencio era tan puro que casi ni lo sentíamos y la adrenalina, tan nuestra, tan ginecóloga…exudaba por los poros..
El avión creyéndose aeroplano empezó a planear en el cielo azul del norte mapochino, haciendo una larga y desesperante hipérbole, regresó de nuevo por el mismo camino, para intentar un segundo aterrizaje, nosotros seguíamos sentados ya con el miedo a nuestro lado, volvió a posarse sobre los copones de nubes compactas, avanzó un trecho (Por decir algo) y las penetró con miedo, las nubes se acercaron a nuestras ventanas y besaron los vidrios ante nuestras midriáticas pupilas, sentíamos como las malditas se burlaban de nuestro miedo y el piloto prudente o miedoso, guiado por la Torre de control transpiraba bronca, no tenía en el tablero la tecnología para aterrizar, raudamente salió de ellas, alzó rápido vuelo y se alejó de esa masa compacta de agua condensada y voló libre en el cielo azul de estas tierras, ricas en Cobre, que antes de la Guerra del Pacífico eran Bolivianas, sin dar mayores detalles el Piloto, nos comunicó que no se había podido aterrizar por mal tiempo y que nos dirigíamos a Calama, unas dos horas a esperar que mejoren las condiciones meteorológicas, él pensó que le creímos, el miedo caminaba en el pasadizo y sin agua se pegaban nuestras secas gargantas que eran huecos gritando sin saliva.
En el Aeródromo El Loa de Calama, todos corrieron a los servicios higiénicos, al cafetín, los cuales colapsaron, éramos 170 pasajeros, permanecimos 45 minutos que pasaron rápido entre tensiones, risas nerviosas e intentos frustro de comunicarse con la familia, nos comunicaron que el tiempo había mejorado, que habían posibilidades de aterrizar y que volveríamos a Antofagasta a dejar una decena de pasajeros y cumplir los trámites migratorios por que éramos peruanos y estábamos saliendo de territorio chileno, nos abrochamos los cinturones, de nuevo.
Despegamos rumbo a Antofagasta, ciudad a la cual llegamos en unos 25 minutos, pero…aún esa masa compacta de nubes irreverentes y subversivas, seguían ahí respirando y oliendo a cobre, se veían mas oscuras, mas fuertes, mas desafiantes…casi como esperándonos, el Sol se había largado y la Luna despertaba,
Nos hicieron abrochar los cinturones y nos creímos ese cuento del aterrizaje, la nave se aproximó y acariciaba ese denso vapor acuoso, No se atrevía a posar en ellas y se la pasó besándolas muchos kilómetros, parecía que se hundía en las nubes y volvía a salir de ellas, esa indecisión duró varios minutos, hasta que se cansó y volvió a elevar en el cielo… ¡Sin aterrizar!, ante nuestro enfado y griterío el silencio se transformó en murmullo, el murmullo en voces que exigía explicaciones, los timbres sonaban por las 28 filas de asientos, había terror solapado, indignación por la falta de respuestas de las azafatas, quienes sentaditas en la cola del avión miraban asustadas, la cabina de pilotos era un sepulcro, el avión temblaba, las turbinas también…¡el Valor en la sangre agonizaba y el humor en el rictus se extinguía!, había fracasado el tercer intento de aterrizaje.
La Nave, mientras tanto , seguía recorriendo la extensa hipérbole en los cielos del Norte Chileno para intentar un cuarto aterrizaje, en medio de la desinformación y del miedo, casi tiritando se aproximó por cuarta vez a las negras nubes- ya la noche reinaba y estaba ahí con sus presagios-, el Piloto guiado por la Torre de control y por su experiencia ,decidió agujerear y atravesar esa compacta masa de vapor acuoso suspendida en el aire, ahora o nunca- dijo-…¡ y lo hizo!, se hundió en las nubes y descendía lentamente… el aterrizaje parecía cercano, los pasajeros teníamos el corazón en las manos y musitábamos una plegaria de esas que siempre están escondidas en algún rincón del alma…¡ y de repente!, la nave se inclinó hacia ambos lados, era zarandeada de un lado a otro, parecía que se iba a desarmar, que se iba a desplomar en medio del aire y nos imaginábamos volando por los cielos en medio de la risa sardónica de aquellas nubes y sin respetar nuestros temores y pesadillas, la nave se inclina hacia arriba y sin pedir permiso a los luceros, empieza a alzar vuelo a gran velocidad, los motores rugían rabiosos, las turbinas también, mientras el pájaro de acero ganaba altura a gran velocidad, en medio de tornillos desajustados, latas temblorosas y asientos flojos, todos recordaban a W Churchill ¡Sólo hay que tenerle miedo al miedo!, el Airbus se alejaba de uno ó de dos cerros ó de cualquier cerro de los 19 malditos cerros que rodean y circundan la ciudad de Antofagasta, de repente se alejaba del Cerro Negro-el mas cercano al aeropuerto-, o del cerro Búfalo (el mas feo) o del Mastodonte, -el mas elevado de todos-, sea cual sea el cerro, la nave decidió dirigirse al cielo, las estrellas tiritaban, la fuerza del Sol se extinguía, los pasajeros y tripulación juntaban sus labios exangües en una simbiosis de miedo y esperanza, el extenuado piloto exigió al máximo a las turbinas, como tal vez nunca mas lo haga…¡ y vaya que cumplieron!, fueron segundos, minutos, no sabemos ,pero para los que íbamos sentados como pasajeros fueron siglos de angustia y terror, recordando a Kennedy cuando dijo ¡La Vida es injusta!...¿porque nos pasa esto?, pensando en “El misterioso taller de Dios” de Goethe, aquel de fechas, de días y horas esotéricas, imaginando cada quién su codicilio…¡Al final la realidad se impone siempre sobre la comedia, sobre la vida misma! Y ahí estábamos injustamente volando sobre la muerte..., el piloto o lo que quedaba de él, se dirigió a nosotros con voz temblorosa y nos comunicó que dada la imposibilidad de aterrizar en Antofagasta iríamos a Iquique, ciudad fronteriza que separa el Arica siempre Peruano de Chile, los pasajeros gritaban ante el ulular de maquinarias mitológicas y con el miedo a flor de piel o escondido en algún espacio del tejido silencioso del Espíritu.
Llegamos a Iquique con la esperanza que todo había terminado, en quechua significa “Lugar de descanso” (ique-ique)...¡Vaya que lo era!, estábamos con hambre, asustados, enfadados, agotados y mientras invadíamos todas las instalaciones del mismo: baños, lobby, salón VIP, cafetín y el teléfono (todos querían comunicarse con sus familias, nos esperaban a las 6 de la tarde) …una vez más la realidad era el feroz enemigo del ilusionismo, no había teléfonos, comida, ni lugares de descanso y en eso …una noticia nos estremeció y terminó de deshilachar nuestras almas…¡El Piloto y toda la tripulación se largaban del avión y del aeropuerto!...¿QUE COSA?...As´era…¡Nos abandonaban!...¡Nos dejaban solos en esta larga avenida doliente!...¿ Era una pesadilla?...NO ¡para nada!,… el polvo acumulado en nuestros ojos lloraba como un lastimero himno gigante y esotérico y seguían rodando en silencio nuestras quejas... ¡La odisea continuaba!
El capitán dio la cara y con tono y ademanes nerviosos nos dio la sorprendente explicación que según Ley ya no podía conducir la nave, sus horas de vuelo se habían cumplido y tenía que descansar,…una lluvia de reclamos cayó sobre el pobre, increpándole todo, incluyendo su conducta en los fallidos aterrizajes, el hombre prefirió callar, sabíamos que no había nada que hacer, el Piloto al retirarse nos informó que alrededor de las 12 de la noche una nueva tripulación arribaría a Iquique y nos llevaría en la misma nave a Lima…y así fue
Llegamos a Lima a las 2.30 am de la madrugada, pocos nos esperaban, el alba pura sonreía como una flor, hecha de noche y de dolor, en la capital peruana, los ruiseñores cantaban los mismos trinos.
El Airbus 320, es una nave de fabricación Francesa, de corto y medio alcance que tiene en su haber una lista de accidentes aéreos con centenares de muertos, la mayoría se han producido cuando aterrizaban o intentaban hacerlo, el mas emblemático es el Airbus que aterrizó de emergencia sobre las aguas del río Hudson en New York el 15 de enero del 2009, saliendo todos sus ocupantes ilesos… tal vez estuvimos a unos segundos de convertirnos en una pulverizada osamenta, en una fría estadística colgada en Internet, de víctimas aéreas… atrás y en el recuerdo frágil y evanescente hubiesen quedado…”nuestros Ojos de Águila. Nuestro Corazón de León y nuestras Manos de Mujer”, pero Leonardo da Vinci nos decía al oído desde el lejano Renacimiento que… ¡Quien no ama la Vida no la merece!…nosotros la merecimos y aquí estamos, para seguir sirviendo a nuestros semejantes, salvando la vida de mujeres y entregando Recién Nacidos sanos y oxigenados a nuestro querido Perú.
Miguel Palacios Celi
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