Wanda Louise Landowska, la mujer que resucitó el clavecín
Wanda Louise Landowska nació en Polonia en 1877 y murió en Estados Unidos en 1959. Aprendió a tocar el piano en el conservatorio de su ciudad natal, Varsovia. Allí pierde a su marido en un accidente de coche y tiene que huir para Francia, donde se instala en París, desde donde se dedica a restablecer el clavecín. Llegó a alcanzar fama mundial al final de su vida, incluso compositores contemporáneos como Falla o Poulenc escribieron para ella algunas obras. El clavecín es el instrumento estrella de este artículo, sobre el que me gustaría hablaros, porque, a pesar de que haya una artista como Wanda Louise Landowska en el s.XX, es propio del Barroco y originario del s. XIV. Os cuento un poco su historia y sus características.
El clavecín tiene como antecedente un extraño instrumento formado por el salterio griego más un teclado que recibe el nombre de clavisimbalum y que surge en 1397. Así podemos hablar de que ya hay referencias al clavecín en su etapa prehistórica en el s. XIV. De ahí empezó a desarrollarse hasta llegar a su forma casi definitiva a mediados del s. XV. En los primeros años del s. XVI el clavecín o clavicordio tiene el teclado hacia el lado izquierdo y así la tabla armónica alcanza un tamaño mayor que el que tenía antes, situándose por debajo de las teclas, un poco más hacia la derecha.
El clavecín dio lugar a dos instrumentos nuevos, que son el virginal y la espineta.
El virginal tiene una sola cuerda por nota y por tecla. Tiene forma rectangular y podía ser de dos tipos: un pequeño armazón de tamaño variable con cuerdas activadas por teclas y que se ponía encima de una mesa; y la otra forma era lo mismo pero apoyado en un caballete de cuatro patas. Su época de esplendor abarcó los siglos XVI y XVII.
La espineta tiene también una sola cuerda por nota y tecla, pero en este caso su forma es de ala. En este caso las cuerdas parten del ejecutante y después giran en un grado de 45 grados con respecto al teclado. Tuvo su época de esplendor desde el siglo XVI hasta finales del s. XVIII y sustituyó al virginal a partir del s. XVII.
Después de un gran desarrollo, los teclados del clavecín se sitúan en el centro, ambos superpuestos, de una forma parecida a la de un órgano. A mediados del s. XVIII el instrumento que nos ocupa llegó a alcanzar una tesitura de unas cinco octavas completas, tres juegos de cuerdas por nota y dos teclados. El clavecín es un instrumento de cuerda punzada, ya que cada una de sus teclas hace que las cuerdas sean activadas mediante una pieza llamada plectro que eleva un poco la cuerda, que después es punzada para que suene.
Hay que tener en cuenta que el clavecín no tiene la capacidad del piano de realizar matices (ya que como su nombre indica - pianoforte- puede producir sonidos suaves y fuertes). En el clavecín, sin embargo, por muy fuerte que toque el intérprete no puede realizar sonidos más suaves o más fuertes. Además, es distinta la articulación de las notas en un piano que en un clavecín, pues en éste último los dedos tienen que atacar con más fuerza las teclas, siempre la misma. En el piano, sin embargo, la fuerza con la que se ataca las teclas puede variar, ya que los sonidos pueden ser suaves o fuertes, según los matices que se escriban en la partitura. Por este motivo, el pianoforte terminó apartando al clavecín de su popularidad a finales del s. XVIII, cuando ya el pianoforte estaba claramente asentado en la música de la época.
Patricia Inés Fernández Salas
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