Apretar al banco, la vía para salir de las hipotecas trampa
Los usuarios se quejan de un producto que les hace pagar más cuando baja el Euribor.
Imagínese que ha contratado un seguro que hace que, aunque el Euribor baje, usted cada vez pague más por su hipoteca. No, no es el mundo al revés: es el resultado de contratar el préstamo junto con un producto financiero con múltiples denominaciones –swaps sobre tipos de interés, clips hipotecarios, contratos de permuta financiera- y un solo efecto: moverse en sentido contrario a los movimientos del índice, hasta el punto de que la cuota puede llegar a duplicarse. Apretar al banco y revisar a fondo el contrato pueden ser las soluciones para salir del atolladero.
Ante esta situación, los afectados por este derivado financiero se han puesto manos a la obra, se han organizado en Internet, y en algunos casos, han podido deshacerse de él a base de constantes reclamaciones y bastante mano izquierda. Así lo explica Miguel, que ha conseguido resolver, “de forma definitiva y para bien”, uno de estos contratos financieros que tenía con BBVA y que le suponía un coste adicional a la hipoteca de 400 euros. En cuanto empezaron a llegar las cuotas, tuvo claro que debía plantearse una estrategia.
Apretar al banco, la vía para salir de las hipotecas trampa
Por eso, “lo primero que hice fue informarme bien de lo que tenía” a través de foros de Internet y asociaciones como Adicae. El panorama no pintaba nada bien, apunta, “porque no era consciente de los peligros de este producto; sabía que tenía un seguro para protegerme de las subidas del Euribor, que ni iba a subir ni bajar, pero en ningún momento me dijeron lo que tendría que pagar para cancelarlo”, una cantidad que en su caso ascendía a 15.000 euros.
De esta falta de información sobre un producto para inversores experimentados se quejan todos los afectados. A veces, porque confiaban ciegamente en el empleado de la sucursal que se lo ofreció, como reconoce Cristina, cliente de Caixa Galicia. Otros, porque creían tener claro que se estaban cubriendo contra la subida de los tipos, pero no sabían el coste que suponía la bajada.
El resultado es que la cuota sube y tienes la sensación “de que estás tirando el dinero”, apunta Miguel. En su caso, surgió la necesidad de acabar con todo cuanto antes. Por eso, hizo sus números, vio que podía afrontar la penalización y buscó otra oferta de otra entidad con la que se presentó en la sucursal para negociar. “No te va a interesar” le dijo el director nada más entrar, pero al ver las cifras y su determinación de irse, “le cambió la cara”, explica. Es cierto que su situación económica es muy saneada y disfruta de buena posición. Como él mismo apunta, se cumple a rajatabla el dicho “tanto tienes, tanto vales”. Ahora, apostilla, “estoy contento con BBVA y no me voy a ir porque han respondido por mí”.
En el caso de José Alcañiz, cliente de La Caixa, la solución fue más radical y pasó por cancelar directamente la hipoteca, algo a lo que en principio se negaron en la entidad financiera. Por eso, se presentó en la sucursal acompañado de un notario para certificar tal negativa. A los dos días, la entidad aceptó la cancelación, aunque dejó el derivado en marcha. Alcañiz se ha negado a pagarlo. Es más, espera con ansia que el banco le demande porque afirma estar preparado para la batalla judicial. “Pero todavía no lo han hecho, ¿por algo será?”, apostilla.
Los defectos de forma, otra vía de escape
Los casos de Miguel o el de José confirman que es posible plantearse la negociación si la situación financiera acompaña y uno está dispuesto a llegar donde haga falta. De hecho, según apuntan en el bufete dirigido por el abogado sevillano Carmelo Martín –que se hecho cargo de parte de las reclamaciones con algunos éxitos- lo mejor es conseguir un acuerdo extrajudicial, porque recurrir a los tribunales supone asumir un coste bastante elevado que muchos clientes, ni siquiera aquellos en buena situación económica, pueden asumir.
Pero también es posible salir de esta situación revisando bien el contrato firmado con la entidad, porque en algunos casos, como ha sucedido con La Caixa, o más reciente en Caixa Galicia, el contrato se ha resuelto a favor del cliente por defectos de forma, como por ejemplo, la falta de alguna firma en el propio documento o en el test Mifid que informa sobre los riesgos del producto que se está contratando. Desde la entidad catalana insisten en la normalidad de estas decisiones y explican que, cuando estos defectos se dan en otros productos, su política pasa por favorecer al cliente.
Y en última instancia, siempre queda la acción judicial, algo que se plantea seriamente Javier Blanch, empresario de artes gráficas y afectado en su empresa por un producto de Banco Sabadell. “Tengo claro que demandaré al banco y al director por la vía penal si no me devuelven el dinero. Voy a ir a por todas porque yo me dedico a imprimir, no soy especulador financiero”, apunta. Con todo, no se plantea irse de la entidad porque su operativa le interesa y espera que el banco le plantee una negociación.
También está abierto a negociar José Torijano, cliente de La Caixa, que paga 400 euros de cuota y 300 de penalización por una hipoteca de 104.000 euros, aunque no duda en que demandará llegado el caso, pese a que el abogado ya le vaya a costar un dinero. Menos optimista se muestra Susana, cliente de Bankinter, quien tiene sus esperanzas depositadas en un juicio que podría extenderse dos o tres años.
Jordi Cuenca
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