África
Tras años de abusos, excesos en un duro e inhumano trabajo en Senegal, Abdulaye consigue el dinero en forma de sudor y lágrimas para emprender el viaje a su sueño.
Deja atrás a su vida, a su tierra; se despide de su gente sabiendo que probablemente sea la última vez que les vea; toma aire y, haciendo de tripas corazón, se sube en su barca, barca que le llevará a esa "vida mejor", a esa tierra prometida de la que desconoce que ni siquiera le merece.
Largo viaje en condiciones precarias, muchos de sus compañeros no pueden ya contarlo pero él está allí, en Canarias, tocando su sueño con la punta de los dedos.
En sus ojos se refleja guerra, sufrimiento y miseria, pero siempre sonríe. Ahora, años después, sigue sientiendo el menosprecio de la gente; trabaja duro para una mafia vendiendo CD´S, escapando de la policía, esa gente que dice le trata mal, esa gente que le detiene por ser un "Ilegal" y le trata como a un asesino, eses que defienden que son los papeles los que hacen legales a ilegales, que se atreven a clasificar un ser humano como ilegal.
Ha sufrido para llegar aquí, para buscarse una vida en un lugar en el que no es fácil tener la piel oscura, donde los padres educan a sus hijos para despreciar a los inmigrantes, a las culturas, sabiendo que, en la mayor parte de los casos, cultura es lo que nos haría falta; pero ahora Abdulaye espera, en un frío y espantoso lugar de la comisaría de Madrid, alimentado a base de zumo y galletas, a que llegue el vuelo, ese vuelo que le devolverá a su país, que arruina su esfuerzo, su dignidad y su nueva vida. Toca marcharse de nuevo, esta vez sin poder despedirse de sus nuevos seres queridos.
En Europa, se trata a los inmigrantes como a seres inhumanos, sin sentimientos ni sueños. Nadie se dá cuenta del valor que tiene esta gente, de su valentía. Lo peor es que nadie lo ve, nadie lo entiende, a nadie le importa. Los jóvenes ya no ven los problemas, ya no les quedan ideales. Aquí, "globalización" sí, pero una globalización en la que los ricos hacen lo que quieren sobre los pobres. Hipocresía.
Los políticos y los medios, en su mayoría, no hacen nada; solo les preocupa la vida de tal ignorante o de tal otro personaje. Ya no se propugna ni la cultura.
África paga las consecuencias de nuestro consumismo, nuestra ignorancia e incluso nuestra contaminación; y a cambio les cerramos la puerta en las narices.
Invitaría a los jóvenes a reflexionar sobre el mundo en el que viven, porque, como dijo Gandhi, "todo lo que hagas en la vida, será insignificante; pero es muy importante que lo hagas". No digo que vayamos a cambiar el mundo, pero es importante, muy importante.
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