Espiritualidad: Jesús contra Olodumare ¿Conoces la relación entre el cristianismo y la tradición yoruba?
Las tradiciones yorubas cubanas y el vudú haitiano han evolucionado hacia una forma muy particular de neocatolicismo, aceptada y adorada por una parte importante de la población. La mayoría de los países caribeños y sudamericanos han sufrido una considerable influencia religiosa debido al masivo tráfico de esclavos ocurrido durante los siglos XVI y XVII. Por lo tanto, dichas regiones le dan la bienvenida a una extraña mezcla de monoteísmo y animismo, permitiendo a Jesús y Olodumare trabajar juntos.
En la Religión Yoruba, Olodumare cuyo significado es el “Señor al que va nuestro eterno destino”, es considerado el Dios único, el equivalente al Dios Jehovah en el cristianismo, es decir, omnipotente, creador de todo lo que existe. Olodumare, al tratarse del ser más supremo entre todos, es considerado la pureza en sí misma, por lo que es simbolizado con el color blanco. La religión yoruba trabaja con rituales de velas, conjuros, hierbas, sacrificios de animales y posesiones. Los sincretismos entre el orden cristiano y esta gran herencia africana filtrada por las Antillas han alcanzado su propio lenguaje en las adaptaciones culturales de los años venideros en algunas naciones del continente, encontrando sus fusiones autónomas y originales.
Específicamente, el cristianismo apoya las doctrinas sobre la vida después de la muerte y la salvación del alma, mientras que las prácticas africanas asignan un rol más importante a las tradiciones ancestrales. Cualquiera puede encontrar, sin mucho esfuerzo, un santero o curandero/medio en cada vecindario cubano. Los santeros pueden comunicarse con el “más allá” usando ofrendas y rituales, los cuales les permiten acceder a información privada y predecir eventos futuros. Además, los santeros permiten que los espíritus tomen control sobre sus propios cuerpos y les hagan “hablar en lenguas”, proceso que se asemeja al pentecostalismo, además usan huesos de animales y otros artefactos para comunicarse con parientes fallecidos, pero siempre cuidándose de contactar con espíritus malignos y almas atormentadas.
Los movimientos espirituales no son más que simples reliquias donadas por la superstición medieval y la mistificación de eventos inauditos -definidos por Carpentier como “realismo mágico” o acontecimientos inusuales que reciben una interpretación sobrenatural. Los seres humanos son muy susceptibles a dar explicaciones etéreas a fenómenos desconocidos y, sin embargo, desprecian evidencias, argumentos lógicos y silogismos racionales, siendo estos últimos mucho más convincentes, pero, como hemos comprobado, esto no impide que se forjen estas alianzas tan insólitas entre el cristianismo y la religión yoruba, cuyos diálogos establecen parentescos que evidencian la naturaleza mágica y supersticiosa de las naciones latinoamericanas.
Raúl Quintana Selleras
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