El aspecto femenino de la divinidad
Uno de los puntos mas espinosos e incomprendidos de las enseñanzas acerca de la auto-realización íntima del Ser es el hecho de que, a veces, da la sensación de que este es un trabajo exclusivamente masculino, donde la mujer queda relegada a un lugar secundario, creando un sentimiento de frustración y abandono en algunas personas. Nada mas lejos de la realidad.
Lo que ocurre es que algunos de las mas relevantes movimientos místicos en los tiempos actuales han confundido el ‘masculino genérico’ que usamos tanto en español como en otros idiomas, con el ‘masculino a secas’.
Por esto hay quien cree que un ‘Maestro’ debe ser un hombre (masculino); pero esto no es así. Un ‘Maestro’ es un grado, es el Ser expresándose a través de la humana persona, siendo esta, indistintamente, de género masculino o femenino. Lo mismo ocurre cuando se habla de un iniciado o de un estudiante; se está hablando de la parte psicológica, independientemente de la polarización del cuerpo físico. Así pues, tanto las mujeres como los hombres tenemos los mismos derechos, las mismas posibilidades de auto-realización íntima y el mismo trabajo que realizar dentro de nuestro interior.
En todas las teogonías de la antigüedad, el panteón estaba compuesto tanto por dioses como por diosas, en una proporción prácticamente paritaria. A nadie extrañaba entonces hablar de la diosa Venus o de la diosa Luna, etc., al lado del dios Marte o de Júpiter. Cada uno de ellos representa diversos aspectos de las fuerzas ocultas que rigen la naturaleza y, como es natural, entre estas fuerzas se encuentran las de tipo femenino y maternal.
El Ser en sí mismo está mas allá de las diferencias masculino-femeninas y puede, por lo tanto, expresarse a través de cualquiera de estos aspectos cuando la humana persona despierta su conciencia.
El Maestro Samael Aun Weor dice en uno de sus libros: “Dios como Padre es Sabiduría. Dios como Madre es Amor. Dios como Padre reside en el Ojo de la Sabiduría. El Ojo de la Sabiduría se halla situado en el entrecejo. Dios como Amor se halla en el Templo-Corazón”.
Tambié ;n dice este Maestro: “Nuestra Madre Divina vive en nuestra intimidad, mas allá del cuerpo, de los afectos y de le mente. Ella es por sí misma un poder ígneo superior a la mente”. “Nuestra Madre Divina particular, individual, mediante sus poderes flamígeros puede reducir a polvareda cósmica a cualquiera de esos tantos "Yoes", que haya sido previamente observado y enjuiciado”.
De ninguna manera podríamos tener éxito en el trabajo interior si no tuviéramos presente este aspecto femenino de lo divinal.
La obsesión de las grandes religiones de masas en presentar solamente el aspecto paternal de la divinidad ha calado profundamente en el subconsciente colectivo (incluso en los no creyentes) relegando a la mujer a ocupar un lugar secundario en los distintos estamentos sociales.
Pensar en Dios-Madre nos aporta una perspectiva diferente e innovadora sobre nuestra relación con nosotros mismos y nos permite comprender la naturaleza y sus fuerzas ocultas de una manera nueva, muy distinta de la que nos muestran las formas religiosas y filosóficas tradicionales.
La ‘Pachamama’ de los andinos, la ‘Tonantzin’ de los aztecas, la ‘Isis’ egipcia, la ‘Atenea’ de los antiguos griegos, representan, junto con la innumerable cantidad de ‘diosas’ que pueblan las distintas mitologías alrededor del mundo, este elemento femenino de lo divinal guiando los destinos de la humanidad, y que, en realidad, se encuentra en forma latente en el interior de cada persona.
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