El Sexto Mandamiento de la vida en pareja...
No invadirás la vida de tu pareja, y no permitirás que invadan la tuya.
Todos los seres humanos contamos con una privada, personal. Nos movemos en diferentes esferas en la relación con nosotros mismos y con los demás, de manera que nuestra vida es excepcional en ese sentido.
Vida pública: esta es la cara que tenemos hacia la vida social, el trabajo, la familia, la escuela de los hijos, la profesión, las amistades. Todos tenemos diferentes roles en los que nos desenvolvemos, en un momento somos alumnos, en otro profesores, licenciados, padres, hijos, abuelos, amas de casa, etc.
En esta vida pública mostramos y damos una imagen, estamos en el mundo de las apariencias, y no tenemos que dar explicación a nadie acerca de cómo nos sentimos, lo que pensamos en nuestro ser más íntimo. Es adaptativa porque nos permite desempeñar nuestras actividades en el mundo.
Vida Privada: el ámbito de lo privado se encuentra en relación directa con nuestras relaciones más cercanas, aquellos con los que convivimos en el día a día. La familia, los hijos, la pareja por supuesto. En este lugar nos mostramos aún más como somos. Mal humorados, alegres, despertamos de malas o de buenas, nos enojamos porque no estamos listos a tiempo. Es decir, expresamos con menos caretas quienes somos. Por eso reza el dicho: “Sí quieres conocer a Andrés, vive con el un mes”.
Y en realidad así es, entonces sabremos como deja la pasta de dientes, la toalla mojada, sí es ordenado, desordenado, sus hábitos de higiene, de alimentación y hasta su rutina sexual. Empezamos a vivir en la esfera de la intimidad.
Vida Íntima: es el espacio que solo está reservado para nosotros mismos. En este lugar estamos con nosotros mismos y sólo Yo se que hay en él. Nuestros anhelos más profundos, nuestros miedos más aterradores, nuestra bondad más esperada, nuestra maldad, qué se Yo. También es el lugar de los recuerdos, de la infancia, de la adolescencia, del nacimiento de los hijos. La muerte de algún ser querido. En esta vida íntima se encuentran nuestras alegrías más sublimes y también los recuerdos dolorosos de nuestra vida. La relación con Dios, si somos creyentes o con el absoluto se encuentra en esta intimidad. Esta vida íntima es sólo de mi pertenencia y yo decido sí la comparto o no. Yo decido si quiero hablar de ella o me la callo. Yo decido qué hacer con ella.
Cómo puede observarse el traspaso o la pérdida de los limites para cualquiera de las tres esferas de nuestra vida es un abuso. La invasión de querer saber de manera obsesiva qué piensa la pareja, dónde está y cuáles son sus intenciones o sentimientos más profundos es una intrusión que traspasa el respeto y la dignidad humana.
Las parejas de pronto viven con la idea de fusionarse y en lugar de ser dos, quieren ser uno y estar pegaditos siempre. Es deseable, pero no posible. Y es en ese momento, en el que la invasión a la vida del otro se pone en juego, cuando se inician los problemas de relación en la pareja.
Seguir a la pareja, interrogarla, prohibirle actividades, decirle cuando hablar, cuando callar, a dónde ir, etc, son invasiones hacia la vida privada.
Y eso no es amor, se llama control y una fuerte necesidad de posesión. Sólo veo a mi pareja en función de lo que yo necesito. Ya no es una vida de a dos, sino de a uno solo que imponer su visión del mundo en la pareja.
Vale la pena reflexionar en este punto de la pareja…En nuestro boletín puede descargar completo, el libro: Los Diez Mandamientos de la vida en pareja.
Gracias por leerme, mi misión e intención es la calidad de vida emocional…
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Ana Giorgana
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