Ciudadanía y Participación
En primera instancia, vale la pena y es necesario detenernos en lo que es y significa la ciudadanía, figura, hecho, fenómeno, realización, etc., tan antigua y tan reciente. La cual ha asumido una gran variedad de matices y acepciones a lo largo de la historia, hasta llegar a convertirse en tema generador de discusión y en torno al cual algunos rebaten las definiciones o explicaciones que otros defienden.
Históricamente, tradiciones como la liberal, la comunitaria y la republicana, deben ser tenidas en cuenta como dadores del origen de la concepción que actualmente se tiene de ciudadanía, en el pensamiento occidental. Así pues, “Las teorías liberalesentienden que la ciudadanía es un estatus, que otorga el derecho a los ciudadanos a disfrutar de un conjunto de derechos garantizados por el estado. Los primeros derechos eran los de carácter civil y político”, posteriormente también se incluyeron los derechos de carácter social. Por otra parte, según la tradición comunitaria “la ciudadanía se define por el hecho de sentirse miembro de una comunidad, de un grupo, y compartir una serie de virtudes cívicas, como el respeto por los otros y el reconocimiento de la importancia del servicio público”. Y finalmente, para la tradición republicana “el ciudadano puede ser entendido como el que comparte una identidad cívica común, modelada mediante una cultura pública común que se alcanza, para muchos autores, a través de la participación en la vida pública”, estando por encima de las identidades particulares.
Todo lo anterior, a mi ver, aporta significativamente en la construcción de una definición de ciudadanía. Y aunque es verdad que las tradiciones hacen énfasis en algunos aspectos más que en otros, lo importante es que se descubre la preocupación por dar respuesta a las necesidades que surgen al interior de las comunidades, conformadas por individuos, que son en últimas los que dan sentido y razón de ser a las sociedades. Así las cosas, está muy bien que se hable y haga énfasis en los derechos (civiles, políticos, sociales) pero como indudablemente no todo termina allí, con igual ponderación se destaca el hecho de que también se reconozca la urgente necesidad de observar las responsabilidades que todos los individuos, como miembros de la sociedad o conglomerado humano deben poner en práctica de forma espontánea, como cosa de la naturaleza, de la misma naturaleza que nos hace reconocernos como parte de los otros, y por lo tanto nos lleva a actuar de una forma tal que en nada perjudiquemos a quienes están a nuestro alrededor y con quienes compartimos unos contextos y ejecutamos ciertos roles como parte del Estado en el que fundamentamos nuestro devenir social, sin olvidar, claro está, la trascendencia de las fronteras nacionales que se evidencia en este tiempo gracias a las herramientas tecnológicas y las políticas social-económicas que imperan.
Pero bueno, aterrizando, después de realizar este sobrevuelo fugaz, volvemos al tema que nos compete, ya hemos preparado el camino. La denominada ciudadanía activa, implica superar la pasividad de los observadores, de quienes por temor, ignorancia u omisión, se hacen ajenos al compromiso político-social que poseen por naturaleza y derecho. Hacerse conscientes de la necesidad de hacer evidente esta práctica es el primer momento, para después lanzase a descubrir todo el cúmulo de posibilidades que existen para participar y protagonizar el cambio social que se gesta en la base, esto es en el pueblo.
Los individuos están llamados a participar de una forma activa en la toma de decisiones importantes que los afectarán y redundarán en su bienestar o infortunio. Los derechos políticos que el hombre posee lo hacen capaz de elegir a unos representantes para que asuman una porción de poder y gobiernen en favor de todos. Sin embargo, eso no significa que el grueso del pueblo olvide su corresponsabilidad a la hora de obrar según el papel protagónico que poseen, cada uno con lo que tiene de suyo.
Lastimosamente ocurre que las leyes, elaboradas por aquellos que fueron elegidos para representar el sentir de la mayoría, en ocasiones son ambiguos o limitan el actuar de las personas que hacen parte de la comunidad, defendiendo al parecer intereses individualistas; otras veces, es prolija la ignorancia respecto de todas las formas y figuras legales existentes y de las que los individuos, los grupos, asociaciones, etc., se pueden valer para interactuar con los estamentos legalmente constituidos y que representan las políticas públicas del Estado; incluso, es notorio el grado de apatía que existe en una gran mayoría de ciudadanos cuando se piensa que de lo que se trata es de participar en asuntos de “política o politiquería”, se prefiere no involucrarse y seguir tan tranquilos como si nada pasara o en nada pudiera llegar a afectar, convencidos de un pensamiento totalmente erróneo.
Por ejemplo, en la Junta de Acción Comunal del barrio San Antonio, es curioso notar el número de asociados, pareciera que estás cosas sólo interesaran a unos pocos. Y por otra parte, la manera en que más hacen uso de las herramientas que poseen para participar en las políticas públicas es a través de la gestión de recursos económicos por medio de la presentación de microproyectos ante la Administración Municipal, para mejorar las condiciones de vida “material” de los asociados que lo puedan estar necesitando. Asociaciones como ésta fácilmente puede llegar a ser “manoseada” inescrupulosamente por partidos y candidatos políticos en tiempo de elección para, después de la efervescencia del momento, seguir en las mismas, sin cambios radicales y de fondo.
Finalmente, se puede concluir que está discusión en torno a la temática que nos compete puede llagar a ser bastante larga y dar buenos frutos. Lo importante es descubrir algunas cuestiones importantes y no tragar entero. Reconocer la ciudadanía, no como un regalo, caído del cielo, sino un constitutivo del ser humano, que por naturaleza y al convivir en sociedad se hace consiente de los derechos que posee y las responsabilidades o deberes que está llamado a observar. Igualmente, a partir de los derechos políticos, todo individuo asume un actuar protagónico, que debe valorar para no convertirse en una ficha más del juego, pronto a ser sacrificada, sino el baluarte en torno al cual giran las leyes, que están a su servicio y no al contrario. Todo individuo participando, cumpliendo un rol protagónico desde las distintas agremiaciones y organizaciones sociales que por derecho puede conformar, no para recibir migajas, sino para tomar decisiones y transformar aquello que está mal y puede ser mejorado redundando en un beneficio común.
Óscar Fernando Zúñiga Peña
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