El juego de la Vida
Todos los seres humanos tenemos cualidades positivas y negativas con las que sorteamos nuestra existencia en este mundo, las cualidades positivas nos hacen “ser mejores personas” y de esta manera trascender en todos aquellos que nos rodean de una manera positiva, sumando actitudes y siendo modelo o ejemplo digno de imitar, pero desafortunadamente aquellas cualidades no tan positivas que tenemos, también marcan a todos aquellos con los que compartimos parte de nuestra existencia. Por lo general todas aquellas actitudes que no les agradan a los demás, de nosotros mismos, son las que tratamos de ocultar, juzgando que esta, es una de las causas por la que nos critiquen, rechacen o en su caso hasta se aprovechen de nosotros, ocasionando que nos lleguemos a sentir poco valorados, poco comprendidos y hasta en ocasiones no respetados. El sentirnos de esta manera nos obliga por todos los medios que tengamos disponibles a nuestro alcance, el buscar presentar una imagen diferente, con lo que suponemos ahora sí vamos a ser aceptados, respetados, valorados y por que no hasta el sentirnos amados. Valdría la pena reflexionar, si no es que desde la infancia fue donde aprendimos a hacer uso de esas mascaras, que presentan una imagen diferente de nuestra persona, o quizás en nuestra etapa de madurez cuando al sentirnos vacios, solos o tristes, nos motiva a hacer uso de la mascara del “todo va bien”, donde ocultamos nuestros sentimientos, pues aparentamos que ante los demás que todo marcha sobre ruedas. Considerando, que solo tenemos una oportunidad para vivir esta experiencia de vida y que en ocasiones el hacer uso de máscaras, causamos mucho daño a nosotros mismos, y a todos aquellos que nos rodean, pues nos desgastamos internamente en tratar de aparentar algo que no soy, creando heridas mutuas que en ocasiones son difíciles de sanar y no cicatrizan tan fácilmente. Por lo que tenemos el compromiso por esforzarnos y ser auténticos, honestos y sinceros con nosotros mismos y los demás pues es la única forma de volvernos sensibles y vulnerables, capaces de reconocer y crear lazos de pertenencias profundas y permanentes con todos aquellos que nos rodean. Claro esta que para llegar a este nivel de crecimiento se requiere de un autoconocimiento y un alto grado de humildad, para poder medir nuestras limitaciones y al mismo tiempo aceptar que tenemos errores y que es factible que en este periodo de autoconocimiento y aceptación se puedan ir mejorando algunos aspectos negativos de nuestra vida. Esta no es una tarea fácil, pero tampoco se puede decir que sea imposible, solo bastaría con iniciar todos los días aplicando este principio, “soy lo que soy donde estoy”, solo de esa manera llegaremos a encontrar un grado de libertad y felicidad en nuestras relaciones interpersonales.
Ing. César X. de los Santos Hdez.Unidad Xalapa.
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