Terrorismo en el Viejo Continente
La prosperidad ha acompañado a Europa generando empleo, seguridad social y sistemas de enseñanza adecuados a los tiempos actuales. El sistema económico del libre mercado ha marcado las pautas a seguir en Europa. Sistema siempre defendido por las democracias del Viejo Continente, el mismo empleado por los EE.UU. No obstante, los norteamericanos se han basado y se basen en crear riqueza, aunque ésta vaya a parar al bolsillo de unos pocos. La Seguridad Social del trabajador en EE.UU., hemos de decir, que brilla por su ausencia. Nosotros, los europeos, nos hemos acostumbrados a que nuestros Estados nos garanticen un empleo seguro para siempre, a modo y manera como si fuésemos funcionarios del Estado. Que se lo digan a los franceses, acostumbrados a que Francia-su Gobierno-, les resuelva contratos de trabajos seguros, y esto sin que los propios trabajadores comprendan que estamos en un mundo competitivo, y que la mano de obra barata está dando al traste como muchas economías estatales. Dicho sea de paso, esto es consecuencia a los espléndidos sueldos-por dineros-, que reciben los políticos. Pues cierto es que se marcan sus propios emolumentos, y el tanto por ciento anual que les viene en gana.
Se han creado unos “estados de bienestar” artificiales-que todos deseamos-, pero los gobiernos de turno no han orientado a los ciudadanos adecuadamente sobre los primeros. La prosperidad económica, y así siempre ha sido, se consigue en el día a día que nos proporciona el sudor de nuestras frentes. Prosperidad equivale a más trabajo competitivo, pero nunca a mayor número de horas trabajadas por día. Nuestra población esta envejeciendo a pasos agigantados, por lo que tenemos que echar mano de los emigrantes, los cuales tapan el vacío dejado por lo jubilados. Si unimos esto al bajo índice de nacimientos- uno o ninguno por matrimonio-, nuestras perspectivas de crecimiento y futuro bienestar no son muy halagüeñas.
Las comunidades islámicas han crecido fuertemente en los últimos diez años, pero con resultados nefastos - de muerte y destrucción-, que han llevado a cabo musulmanes defensores del radicalismo, el fundamentalismo, islamismo, integrismo... Sombras y pocas luces, pocas luces y muchas sombras se vienen sembrando en las últimas décadas -en territorio europeo- por los creyentes de Mahoma, que respetan su religión pero no la de los demás. Este fundamentalismo islámico ha llegado a cotas de terror, miedo e incertidumbre en las sociedades occidentales, y, sin duda, en su más alto grado: muertes masivas de seres humanos civiles e indefensos. Largo y tendido podemos escribir sobre el terror-sus consecuencias-, pero he aquí tres hechos fundamentales: el 11-S (atentados en las torres gemelas de Nueva York, 11-09-2001); 11-M (atentados en la estación de Atocha en Madrid, 11-3-2004), y 7-J (atentados en metro y autobús en Londres, 07-07-2005). Este es, concretamente, el terrorismo en el Viejo Continente.
Cuando pasaron los hechos luctuosos del 11-S, no sacamos las correspondientes lecturas del citado suceso: poner nuestras fronteras a buen recaudo, tamizando los posibles huecos-que los había-, en nuestros puertos, aeropuertos, ferrocarriles y carreteras.
Y es que lo ocurrido en el 11-S (EE.UU.), muy a nuestro pesar, se gesto y se seguirá gestando en naciones-territorios- europeos. En las ciudades hay muchos Abdulah, Musafa, Yasser... dispuestos a morir, si así se lo indican, en cuestión de pocos segundos y empleando técnicas “kamikaces”: basta con sujetarse a la cintura un pequeño número de pequeñas bombas, saltar por los aires, y asunto concluido.
Es curioso: vendrá un día no muy lejano en que, si uno de nosotros nos sentimos amenazados por el terrorismo islámico, a indicaciones de un juez, tendremos que abandonar nuestros domicilios para siempre y marcharnos a ninguna parte. Un sinnúmero de atemorizados vecinos pondrán sus miedos-como denuncia- ante la autoridad anteriormente mencionada, y dicha autoridad para satisfacer esos miedos -incontrolados y contagiosos-, dictará la sentencia correspondiente para que el abandono del domicilio sea ejecutivo. Triste y mala sentencia de su señoría, pero así será... si no llegamos a curarnos en salud, y erradicar de Europa-de una vez para siempre-, el terrorismo islámico.
Mas debemos entender que Europa, aparte de la amenaza totalitaria de raíz religiosa islámica, ha estado enferma y sigue estando como consecuencia de amenazas surgidas dentro de organizaciones extremistas de izquierdas, y que parten como, a manera de sedimento, del ciclo de protestas acaecidas a finales de los años sesenta.
Debemos controlar a los imanes radicales mediante leyes-esfuerzos-administrativas y jurídicas, pues los primeros son directores de conciencia de aquellos musulmanes más débiles, para convertirlos en portadores del terror en Europa. Uno entiende que ha de existir el derecho al pensamiento y a la libertad religiosa, mas hay que combatir al terrorismo islámico con el imperio de la Ley, y siempre dentro del marco democrático con penas más severas. Nunca la pena de muerte, pero sí la cadena perpetua. Esta última existe hoy en día en Francia.
La Coruña, 23 de junio de 2006
Fdo. Mariano Cabrero Barcena
Escritor
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