¿Y si mando a mi hijo a estudiar al extranjero?
Son muchos los padres que actualmente se hacen esta pregunta a la hora de decidir la mejor opción para la educación de sus hijos. Estudiar fuera de nuestro país puede ser una experiencia muy positiva, pero a la hora de planteárselo hay que tener en cuenta varios factores si no queremos que se convierta en un problema para el niño y en una perdida de dinero y de tiempo que al final únicamente consiga empeorar su rendimiento escolar.
Lo primero y más importante es elegir el plan de estudios, el país, el alojamiento (una residencia, un internado, una familia, etc.) y el resto de factores en función de la personalidad de nuestro hijo. Sus gustos, necesidades e inquietudes académicas se deben escuchar y respetar para que, de esta manera, aproveche la experiencia al 100%. Además, hay que pensar en lo que es más apropiado según su edad y su nivel académico. No conviene mandarles fuera cuando aún son muy pequeños y requieren continuamente de la atención de sus padres o cuando su rendimiento escolar es extremadamente bajo.
A la hora de preparar el viaje, es fundamental rodearse de profesionales del sector que nos asesoren sobre todas las opciones que tenemos a nuestro alcance y que, además, nos ayuden a resolver dudas y posibles inconvenientes que puedan surgir. En cuanto al colegio o centro educativo en el que el niño vaya a realizar sus estudios, los padres deben asegurarse de que se rija por una normativa de acuerdo a la establecida en nuestro país por el Ministerio de Educación y que la titulación que expidan pueda convalidarse sin problemas en España.
¿Un curso de verano o el año académico entero?
El período de tiempo que nuestro hijo pase fuera puede variar. Existe la posibilidad de que se marche en verano para estudiar un idioma fuera durante unas semanas o unos meses en un grupo de colonias o con alguna beca que le permita asistir a alguna escuela extranjera.
Por otra parte, también podemos optar por mandarle fuera durante todo un curso para que realice sus estudios regulares de ESO, bachillerato o universitarios en un centro de otro país. En este caso hay que tener en cuenta que ya no sólo se trata de que el niño aprenda un idioma, sino de que entre en contacto con un sistema de enseñanza distinto al de nuestro país y continúe con su educación en el país en cuestión.
El tiempo de estancia es algo que se debe elegir entre los padres y los hijos. Pero si no lo tenemos muy claro y sentimos cierto recelo ante la idea de que pase mucho tiempo solo, lo mejor sería probar un verano con un curso de unas semanas y, después, pensar en la posibilidad de seguir con los estudios en otro país durante un año entero.
Ventajas e inconvenientes
Estudiar en otro país es una de las formas más eficientes de aprender un idioma. El niño se sumergirá totalmente en la lengua y será capaz de dominarla mucho más rápidamente que si acude durante años a clases particulares.
Su nivel académico puede mejorar considerablemente ya que la calidad educativa de algunos países es superior a la de España y, en la mayoría de ellos, la formación práctica es mayor cuantitativamente respecto a la que se puede recibir en nuestro país. Para el niño supondrá una oportunidad para madurar, aprender a desenvolverse sólo y para conocer gente nueva de otras nacionalidades. Sus experiencias le ayudarán a abrir su mente a otras culturas y le permitirá acceder a mejores puestos de trabajo en el futuro.
En lado negativo nos encontramos con el problema de que el niño pueda sentirse solo o desamparado. Vivir en un país que no conoce sin el colchón de seguridad que supone tener a sus padres al lado puede ser difícil al principio, pero con el tiempo se adaptará y se acostumbrará a esta nueva forma de vida. La inversión económica que conlleva estudiar fuera de España también suele ser un inconveniente para muchas familias. Aunque, lo cierto es que el precio de los cursos en el extranjero puede oscilar mucho según diversos factores y, además, existen una amplia variedad de becas.
Marta Alameda García. www.mujerchicmagazine.com
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