El trabajador alienado
Hoy en día el trabajo forma parte principal de la vida de todo ciudadano del llamado ‘primer mundo’. Tanto es así que nos pasamos gran parte del tiempo trabajando. Es el precio que hemos de pagar por pertenecer a esta sociedad donde predominan valores tan banales como el culto al dinero y el consumismo sin límites.
El trabajador alienado.
La alienación o enajenación es el fenómeno de suprimir la personalidad. Desposeer al individuo de su personalidad o deshacer la personalidad del individuo, controlando y anulando su libre albedrío, para hacer a la persona dependiente de lo dictado por otra persona u organización.Existen muchos casos de trabajadores que, con tal de ganar más dinero, o por mantener su puesto de trabajo, tienen extensas jornadas laborales, y a veces sin apenas descanso. Así es como se crea la alienación en las personas.
Trabajo versus vida familiar.
El trabajador alienado no se da cuenta de lo que le está sucediendo hasta que, en muchos casos, es demasiado tarde. La persona alienada está tan inmersa en ese mundo cerrado que conforma su trabajo que no puede (y en ocasiones no quiere) disfrutar de su familia y amistades.
Esto deriva en divorcios, pérdida de contacto con los hijos, distanciamiento de los amigos y familiares y, en definitiva, en una notable pérdida de calidad de vida del individuo.
Un cambio de actitud.
El trabajador alienado se olvida de uno de los recursos más importantes que poseemos: el tiempo. Y muchas veces una buena gestión del tiempo puede hacer que el trabajo sea más eficaz.
Los compromisos laborales del trabajador alienado son muy fuertes. Y el individuo no es capaz de respetar su propio tiempo de ocio. Y cuanto mayor es el cargo en la empresa, más responsabilidades y tareas ha de desempeñar. Además, con ánimo de aumentar el salario, se aceptan condiciones laborales peores y retribuciones que no se corresponden, en muchas ocasiones, con lo que realmente deberían ser.
Por lo tanto, se hace necesario un cambio en la mentalidad del trabajador. Hay que comprender que no merece la pena malgastar tu tiempo por un puñado de euros, si ello supone el deterioro de tu vida social y familiar.
Quizá una mejor organización dentro del trabajo, una reestructuración de la jornada laboral, o tomar consciencia de que no merecen la pena según qué lujos a ese precio. Cada caso es un mundo, pero siempre se pueden mejorar las cosas. Y es que la salud es un bien del que no somos conscientes hasta que lo perdemos.
Hay un dicho que me viene muy bien para terminar este artículo y que resume perfectamente lo anteriormente expuesto: ‘trabaja para vivir, no vivas para trabajar’.
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