William Brust. 1956 – 1989
Fragmentos
Agosto 17 de 1987
Otro día encerrado en esta sucia habitación. Las paredes corroídas claman por su porción de pintura anual. Este año se deterioraron más que de costumbre; debe de ser por el invierno que decidió durar un par de meses de más, el resto, todo se encuentra tan normal, desayuno siempre a la misma hora, la comida es la misma cada día, una para cada día; atún los lunes, pastas los viernes y la sopa de patatas de los miércoles. Salgo a caminar a la misma hora, evitando siempre a las mismas personas.
Apenas ahora me estoy acostumbrando a la ausencia de “el flaco”, hace un mes que se fue y aún ignoro por qué, pero no está de más no hacer preguntas.
Agosto 20 de 1987
Hoy he terminado mi segundo libro de la semana. Me pregunto si en el mundo existen los suficientes escritores para que no tenga que repetir alguno de estos libros antes de largarme de aquí.
En ocasiones, me pregunto si todavía existe un mundo diferente a mi entorno inmediato, no me fio de la televisión; ni siquiera sé quién maneja el control remoto, y los programas se vuelven tan aburridores, nada impredecible, nada de acción; son demasiados documentales del África, siempre viendo a los mismos predadores cazando a las mismas presas.
Deseo todos los días llegar a la noche agotado, al menos así dormiría plácidamente y no me quedaría observando el pálido techo que nada aporta a mi estadía. Me regocija saber que todavía te veo en mis sueños.
Septiembre 3 de 1987
La semana pasada tu madre vino de visita, todavía no le agrado; me reprocha una y otra vez de porqué le quite a su hija, siempre le digo lo mismo pero parece que nunca entenderá el amor que nos une y que tu corazón es y será siempre mío.
Es fácil saber que terminara marchándose, insultándome y llorando, Lo que no logro descifrar es la relación que tiene con el tipo de saco y corbata que siempre la espera en la puerta. Recuerdo cuando llegue aquí, el tipo me hizo muchas y repetitivas preguntas sobre ti. He terminado por suponer que tu madre deseaba que te casaras con él, y yo estaba en lo cierto, fui afortunado en asegurar que tu corazón sólo me perteneciera a mí.
Septiembre 7 de 1987
Creo que en estos días fue mi cumpleaños, nadie viene a felicitarme, no debí haber venido por aquí, pero no me importa mucho que nadie me recuerde. Es más doloroso saber que me estoy perdiendo de tus aniversarios, saber que ya no veo tu hermosa sonrisa cada vez que apagabas las velas, no importaba si se encontraban en un simple ponqué y sobre un enorme pastel, la alegría siempre era la misma. Te prometo que cuando regrese te celebrare todo los cumpleaños a los que he faltado, sólo espero que te encuentres en donde te deje la última vez. Sé que estarás ahí.
Septiembre 10 de 1987
Sabías que ya te he perdonado, tal vez me enoje más que de costumbre la última vez pero tienes que comprenderme, eres la persona que más quiero sobre esta tierra y me irrito mucho verte coquetear con el tipo de tu trabajo. No me importa cuanto lo niegues, sé que lo estabas haciendo. No sabes cómo me sentía en esos días, no podía imaginar la vida sin ti, eres todo para mí, te di todo de mí y en esa misma medida esperaba que lo hicieras. No es que sea tan intenso e insoportable como decías que era, no me puedes culpar por querer estar siempre a tu lado, eso es lo que quiere todo enamorado, sólo que me enamore más de lo normal, te convertiste en mi razón de vivir y no podía perderte, yo te amo, eres todo para mi, todo. Por eso es que ahora te perdono. Sé que no estarías feliz pensando que aún estaba enojado, tu felicidad es todo lo que quiero, y ahora, sabiendo que nunca me dejaras, no tengo motivo para estar enojado.
Septiembre 21 de 1987
Por estos días han venido muchos extraños. Me desesperan. Preguntan y preguntan de ti, debes haberte hecho muy famosa, hasta recuerdo haber visto tus fotografías en la televisión y a pesar que hace rato no sales en ella, todavía me preguntan mucho sobre ti. No sé si sentirme feliz por ese motivo, sé que era una de las cosas que deseabas pero no puedo imaginar que propuestas te pueden hacer esos tipos si te encontrarán, por eso siempre niego tener cualquier conocimiento, además, si no te han encontrado es porque tampoco lo has permitido, eso me alegra mucho, quiere decir que aún me amas y esperas por mi regreso.
Octubre 5 de 1987
Últimamente hay mucho alboroto por este lugar, me sacan de aquí y me llevan a esas aburridas juntas en donde todo el mundo habla de ti, de mí y de ese amiguito tuyo de la oficina. Siempre son las mismas preguntas y siempre doy las mismas respuestas, pero esta última ocasión no vino el tipo que me señalaba lo que debía decir y que no, el que llego dice ser el nuevo encargado de la defensa, no sé de qué. Al parecer el alboroto se debe porque el tipo con el que coqueteabas le dio por aparecer o lo encontraron, y a mí que me importa, me importas tú y nadie más, que venga el que tenga que venir, yo aguardare por ti.
…Esas reuniones me sacan de quicio, me tratan como la peor persona, muestran fotos que ni siquiera sé de qué son; algunas son tuyas y de tu compañero. Creo que me están echando en cara tu infidelidad, buscan sacarme de juicio pero lo he sabido soportar, ya te lo he dicho, te he perdonado.
Octubre 9 de 1987
Hoy si he recibido una noticia desagradable, al parecer también te han encontrado, lo han hecho días atrás pero tardaron en reconocerte, no puedo imaginar todo lo que has debido cambiar durante todo este tiempo, ya quisiera verte, pero me preocupa que te hallan encontrado casi al tiempo que encontraron a tu amigo, ¿acaso estabas con él? No me atrevo a imaginarlo.
Porqué no has venido aquí si ya te han encontrado, o es que están mintiendo. Debe ser una trampa para que diga dónde te encuentras, no caeré en ella, y si realmente estas con ellos, se que tu corazón aun esta conmigo, lo guardo muy dentro de mí.
Octubre 15 de 1987
El día de hoy ha sido diferente, el tipo que se sienta en la silla más alta ha batido con fuerza su martillo, siempre me pareció gracioso cuando lo hacía. Hoy no hubo discusiones ni llamaron a nadie a sentarse en la silla que da a la izquierda del hombre del martillo. Las personas de los asientos preferenciales redactaron una carta que fue leída en voz alta y después se dijo algo de una pena de muerte bla bla bla… Muchos se alegraron, algunos mantuvieron la postura y otros tantos me miraron con una cara que no sabría explicar, pero al final estoy feliz, te habrán podido encontrar y sabe Dios dónde te ocultaron, pero si algo entendí de todas esas reuniones, es que jamás hallaron tu corazón…
Cesar Alejandro Carmona J.
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