Las encantadoras alfombras
Trascendiendo su inicial vocación de proporcionar calor a los suelos, las alfombras han ido evolucionando hasta convertirse en elementos inequívocamente estéticos para tu hogar. Hoy en día constituyen un importante capítulo en la decoración.
Sus orígenes
Aproximarse a este apasionante mundo no es tarea fácil. Los orígenes de las alfombras anudadas se remontan, al parecer, a tribus nómadas o seminómadas, previsiblemente de países fríos (Persia, Asia Central, Armenia, Cáucaso), con necesidad de calentar los suelos desnudos, pero de conservar sus animales, cuyas pieles eran susceptibles de proporcionar calor. Es probable que estos primeros cobertores tuvieran el pelo bien largo, y que sólo más tarde prevaleciera el criterio estético de la tersura y definición del dibujo.
La más sencilla clasificación que puede establecerse entre ellas es: realizadas a mano o en telares mecánicos.
Los pueblos nómadas aún hoy continúan empleando el telar horizontal, más manejable (aunque con él no pueden confeccionarse alfombras muy anchas, pero sí de largo indefinido), quedando el horizontal reservado para uso de los pueblos sedentarios. Se las conoce también con la denominación de "anudadas" (a excepción de los kílims, como veremos).
Los telares mecánicos, por otra parte, cuentan con la posibilidad de trabajar sobre fibras naturales (lana, algodón) o sintéticas (nailon, poliéster), aun cuando lo más frecuente es que éstas se mezclen, con objeto de aprovechar las cualidades de ambas materias primas.
Su procedencia
Por fortuna, el aumento de las publicaciones científicas a partir del estudio de colecciones privadas, permite disponer de mayor información, a pesar de que cualquier clasificación será un tanto inexacta debido a la complejidad de temas, tamaños, texturas, formas y dibujos. He aquí una pequeña muestra, en atención a su lugar de origen:
• Bereberes: proceden de las tribus nómadas del Atlas marroquí. Emplean en su confección tintes vegetales, propiedad de la familia de cada tribu, que producen colores azules, verdes, amarillos o escarlatas.
• Caucasianas: su principal característica es el dibujo del dragón, ligado a arraigadas creencias religiosas. Más adelante se produce una abstracción de los motivos, pasando a ser casi exclusivamente geométricos.
• Dhurries: son muy apreciadas, sobre todo las antiguas; están realizadas exclusivamente en algodón, y su lugar de origen es la India
• Kilims: su procedencia es Oriente. Se trata de alfombras de lana sin pelo, más similares a los tapices por esta razón. Vivos colores y motivos geométricos representan los principales atractivos de los kílims kurdos; los afganos presentan colores más oscuros y un acabado más rústico.
• Persas: poseen una gran densidad de nudos por cm2, a diferencia del resto de las orientales, y son enormemente apreciadas en todo el mundo.
• Españolas: nuestras alfombras se hallan vinculadas a antigua tradición textil de altísimo nivel. Hunden sus raíces la influencia de la penetración islámica, iniciada entre los años 710 y 720.
Sus nudos
Los nudos son segmentos de hilo que constituyen el vello o pelo de la alfombra; en este acabado estriba su diferencia fundamental con otros productos de artesanado textil (tapices, tejidos). Se distinguen tres formas peculiares de enlazar o anudar las fibras:
• Nudo turco y persa, que utiliza dos fibras de urdimbre. La estabilidad y solidez del primero es mayor, y el persa presenta mejores cualidades de contorno y detalles de dibujo.
• Nudo español, que se lleva a cabo sobre un solo hilo. Es menos utilizado y su difusión se limita a España. Su origen se atribuye a los artesanos coptos (cristianos egipcios).
El número de hilera de nudos por metro (o nudos por cm2) determina la calidad de la pieza. Hay ejemplos llamativos de altísimas densidades: en un fragmento de alfombra india, de seda, de la primera mitad del siglo XVII, se pueden llegar a contar 3.900 nudos por cm2. En contrapartida, las calidades corrientes cuentan con 250 a 450 hileras.
Su estética
• Las alfombras aportan calidez, confort e innegables cualidades decorativas.
• Es fundamental escogerlas a partir de la estancia en que deben ir instaladas: su calidad está directamente relacionada con el tipo de uso a que va a exponerse.
• Si se parte de una alfombra de categoría para montar un espacio, el resto de la decoración debe supeditarse a ella.
• En caso contrario (y seguramente más usual) se elegirá ésta en función de los muebles y tapicerías presentes, con los que debe armonizar en cuanto a tamaño y diseño.
• Tapicerías lisas y complementarias admiten alfombras de gran riqueza colorista y dibujos atrevidos.
• Grandes estampados en sofás y cortinajes requieren colores lisos para los suelos, o dibujos muy menudos y compatibles en tonos.
• En las zonas de paso es aconsejable colocar una malla antideslizante por debajo: así no se corre el riesgo de resbalar y, además, la alfombra no se moverá.
• En un pasillo largo es preferible optar por varias unidades. La sensación visual será más favorable (parecerá más corto), y se facilitará la labor de limpieza; amén de que un desgaste mayor en una de ellas no afectará al conjunto.
• La labor de restauración es siempre compleja: su precio no debe rebasar el valor original de la pieza. Contar con la confianza en el restaurador facilitará en gran medida las cosas. Ante la duda, es mejor abstenerse, o encargar solamente la detención exclusiva del daño.
Es importante atender a su conservación, la vida de las alfombras depende del cuidado y el mimo que adoptemos con ellas. Pueden ser verdaderas joyas de arte
para tu hogar
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