Nunca es tarde para empezar una nueva vida
Cuando Susan Boyle se presentó al programa Britain’s got talent, supongo que traía, como su canción de presentación lo decía I dreamed a dream (soñé un sueño), un bagaje de ilusiones, pero también supongo que jamás creyó que iba a llegar donde llegó.
Con cuarenta y siete años y un aspecto que no coincidía en lo absoluto con el glamour televisivo, y modales ligeramente toscos, fue vista con gran escepticismo por los jueces. Pero bastaron algunos segundos desde que comenzara a cantar para que todos transformaran sus caras escépticas en rostros de asombro total.
Es que la voz no solo era melodiosa y potente, sino que además de entonar maravillosamente tenía un tono personal, único y distintivo que la hacían diferente a cualquier otra voz escuchada con anterioridad.
En el programa de televisión en el que hicieron una pequeña sinopsis de la historia de su vida, los presentadores comentaron que una hora después de haberse presentado a la audición, recibieron llamadas de todo el mundo para aclamar su actuación.
No obstante y por esas cosas caprichosas que tiene el destino, no ganó la competencia.
Su vida hubiera quedado completamente destrozada si Simon Cowell no hubiera sentido la necesidad de grabar un disco con su voz.
Hoy es record de venta en música pop. Y como ella mismo dice pasó de ser alguien que al mirarse al espejo no se gustaba mucho, a ser una dama sofisticada.
Esta es una historia en millones. De eso no tengo dudas. Es como dijeron en el programa una película hollywoodense. Única e irrepetible.
Pero hay algo que ninguno de los seres de este planeta debería de dejar de tener en cuenta tomando como base esta historia. No hay edad para comenzar una vida nueva.
Si de verdad tenemos un sueño, deberíamos dedicar la vida entera a cumplirlo. Levantarnos una y mil veces cada vez que caigamos. Llorar el fracaso si lo necesitamos. Pero sólo unos minutos y luego sonreír y prepararnos para comenzar de nuevo.
Aunque ese sueño sea pequeñito no deberíamos dejar de cumplirlo. Y no olvidar jamás que nunca es tarde para empezar a conseguirlo.
Yo había soñado toda mi vida con vivir fuera de Argentina. Estaba tan cansada de los vaivenes políticos y económicos. Tantos habían sido mis fracasos financieros! Y no siempre por culpa mía, al contrario, la mayoría fueron por las circunstancias que ese país nos ha ofrecido a lo largo de los años, a casi todos los argentinos, repitiendo una y mil veces los mismos errores económicos.
Pero nunca había tenido el coraje de hacerlo.
Cuando mi hija decidió quedarse a vivir en Europa, yo sentí que era mi última oportunidad de lograr mis sueños. Esperé a cumplir los sesenta años, jubilarme y venir a su lado.
No tenía muchos medios económicos para sobrevivir. Sólo algunos ahorros que sabía que no durarían mucho. Pero pensaba que era la última oportunidad que tenia de salir de allá y aunque el único apoyo incondicional que tuve fue el que me proporcionaron mis hijos, puesto que mis familiares y amigos no lo consideraron una idea lógica e intentaron hacerme desistir, decidí no desaprovecharla.
Llegué a España y el INEM (Instituto Nacional de Empleos) me ofreció gratuitamente diferente cursos. Y yo, que para poder usar el mouse, sólo el mouse, estuve, no recuerdo cuanto tiempo practicando porque no lograba que se dirigiera a donde yo necesitaba, tuve la oportunidad de aprender a usar Internet, Word y Excel entre otras cosas. Claro que para eso necesité no sólo que el INEM me diera la oportunidad de concurrir a esos cursos gratuitamente, sino de la paciencia infinita que tuvo Marcos, el profesor que dictaba estos cursos en Los Cristianos Tenerife.
Con esas herramientas me animé a escribir una novela que publiqué en estas páginas (no creo que lo hubiera hecho sobre un cuaderno por lo engorroso de las correcciones. De hecho la idea del argumento estuvo rondando por años en mi cerebro sin decidirme a escribirla).
Y tuve la alegría de ver que el domingo 13 alguno de mis capítulos estaba entre los más leídos, los mas votados y los mas comentados. De eso deduje que a algunas personas les había gustado mi narración (por lo menos, es la impresión que me dieron al ver que comenzaban con un capítulo y seguían con los siguientes hasta el final.) y entonces descubrí que a los 65 años podía empezar una nueva etapa de mi vida, dejando atrás mi profesión de médica pediatra.
Por eso quiero insistir una vez mas No hay edad para comenzar una nueva vida. Sólo hay que tener un sueño y tratar de que se haga realidad. Sólo el tiempo nos dirá a donde nos llevan.
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