La formación de los huracanes
Huracán es el nombre que se le da a los ciclones tropicales cuando estos remolinos alcanzan el Caribe.
La velocidad de rotación del viento en torno al eje del huracán puede alcanzar los 300 km/h, velocidad sólo superada por los tornados de las llanuras americanas. La velocidad de desplazamiento del huracán es de unos 20-30 km/h, y los efectos a su paso son devastadores, arrastrando todo lo que encuentran a su paso.
Para que se produzca un huracán, la temperatura del agua debe estar por encima de los 24°C.
El tamaño de un huracán se encuentra entre 100 y 300 km, mientras que el de un ciclón extratropical puede tener entre 1.000 y 3.000 km de diámetro. Al moverse sobre superficies líquidas tropicales, los huracanes van incrementando su tamaño.
Al llover, el aire se calienta, se expande y se eleva, funcionando el huracán continuamente como un motor térmico mientras tenga calor. Si dibujamos una sección, entra aire caliente saturado que asciende y se enfría, condensándose parte del líquido que viene con él, y formándose nubosidades en los alrededores del ciclón.
Al centro del huracán se le llama ojo y puede llegar a medir entre 5 y 15 km. El ojo del huracán es una zona de muy baja presión que es capaz de aspirar todo lo que encuentra en su camino, todo ello acompañado de enormes precipitaciones provocadas por la gran cantidad de humedad que el huracán almacenó a su paso por las aguas cálidas del Caribe. Estas nubes pueden producir lluvias de hasta 5 millones de m3 por hora.
La duración de un huracán puede ser de varias semanas y pueden producir grandes inundaciones. Mientras esté sobre el océano va incrementando su virulencia. Cuando el huracán penetra en las llanuras americanas a través del valle del Missisippi, deja de recibir el aporte energético del aire cálido y saturado, por lo que el huracán acaba por agotarse.
El eje del ciclón tiende a situarse paralelo al eje de la Tierra. En tierra firme, que esta fría y sin humedad, pierde las condiciones de regeneración y va desapareciendo.
Otros huracanes, sin embargo, no penetran por el valle del Missisippi, sino que avanzan por la costa atlántica, empujados por la corriente del golfo, situada hasta 40° de latitud Norte, pudiendo llegar hasta Nueva York (por supuesto no llegan ya con la fuerza que tenían en la zona tropical, sino que más bien han degenerado en un ciclón extratropical).
Algunos ciclones que llegan hasta Europa tienen su origen en ellos.
Es de destacar el hecho de la periodicidad de la formación de huracanes. Puede haber varios huracanes ai año, pero todos ellos se dan en el mismo periodo, generalmente a la caída del verano.

Miguel Angel Vicente Pérez Ingeniero de Caminos





































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