¡Cuando una Hija muere...Nunca Muere!
Hace 21 años en circunstancias trágicas murió mi hijita NATALIE DEL PILAR y en medio del espanto y el horror, en mis largas noches de locura escribí estas líneas, recogí estas letra del charco inesperado de la muerte, de esa muerte que llegó de improviso; en una noche de luna llena, escribí estas letras, para que sean un himno de Fe y de Esperanza, que dormiten como poéticas plegarías en el regazo de la ausencia, a la espera de aquella aurora escurridiza que se esconde a través del tiempo y detrás de la muerte, pero que llegará a pesar de ella, para hallar a nuestros hijos vivos llenos de vida eterna…esa es nuestra Fe.
Mi verbo, tal vez incendiario ayer, vagó enmudecido por los vericuetos senderos de la poesía en busca de las mejores geometrías literarias; en busca de un oasis que sacie mi desesperanza y minuto a minuto en mi pecho remendado se juntaban la cardiaca sinfonía de amor y dolor…día a día… todos estos años.Y aquí estoy, en medio de tu ausencia, respirando el suplicio del recuerdo, sin geometrías y sin oasis, en la cresta dolorosa del taciturno oleaje de aquel fatídico 4 junio.
Cuando los hijos mueren, no se convierten en cadáveres apilados en la vera del olvido, siguen siendo vida y energía enjaulada en las rejas de la muerte; no fallecen en la precocidad sus ilusiones, siguen siendo gritos detrás de la muerte y realidad a pesar de ella. No se marchitan sus capullos y sus rosas siguen siendo fragancia en la primavera del tiempo; no se oscurecen los infantes días de su vida, siguen siendo luz en medio de la noche; no se terminan tras el epitafio, siguen siendo prólogos abiertos… ¡Esa es nuestra Fe!
Cuando los hijos mueren ¡No mueren!, ¡siguen siendo vida, recuerdo y esperanza!, Cuando los hijos mueren se potencia el dolor y sólo la íntima convicción de que les hallaremos más allá de la vida, detrás de la muerte, llenos de vida eterna, nutre y oxigena nuestras ganas de vivir aún, tenemos la ilusión de que nuevas auroras con sus escarchas saturadas de esperanza… serán las noxas Espartacas que galopen desafiantes en los martirizantes pantanos del recuerdo… ¡Esa es nuestra Fe!
Cuando los hijos mueren abandonan la vida en su expresión corporal y se evanecen en el rutilante camino del misterio, son Almas que se han quedado sin Cuerpo, espíritus que han escalado al inmenso reino de Dios, son fragancia y lozanía que flotan en el cosmos depresivo de nuestras algias, son energía que penetra en nuestros núcleos en busca del ayer ausente y del mañana, en busca del encuentro que se cumplirá mañana o pasado detrás de la muerte y a pesar de ella.
Cuando los hijos mueren ¡No mueren! levanten el ánimo, padres, hermanos, amigos, conviertan el dolor en fe; abran su corazón a JESUS, el amigo que escucha, consuela y da esperanzas, el Dios dueño de la vida que nos quitó lo que un día nos dio en medio de su misericordioso misterio. Natalie del Pilar, han pasado mas de 7000 días de tu ausencia, pero tu recuerdo sigue lozano, fresco e impoluto y aquí nos tienes, nutriéndonos de tu recuerdo, con nuestra inmensa pena encadenada al ayer pero con la íntima y pública esperanza de hallarte viva, llena de vida eterna en medio de la brisa aquella que ondeaba tus cabellos, para abrazarnos y besarnos como ayer y como siempre… ¡Esa es nuestra Fe!
No creas que el polvo del tiempo es polvo de olvido, si crees que eres una cruz de madera en aquel km. 679 de la Panamericana… ¡Te equivocas!, si crees que eres lápida y reja en la tumba aquella… ¡Te equivocas!, eres vida en medio del recuerdo, si crees que han muerto senectas mis nostalgias… ¡Te equivocas!
Sigo esperando lleno de Fe una noche de junio, con su luna llena… blanca muy blanca, como una redoma abierta, palio de perla y nácar, para evanescerme contigo cuando llegue el alba.
Miguel Palacios Celi
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