Como México no hay dos

En la actualidad México se encuentra inmerso en un mundo globalizado desde todos los puntos de vista. Podemos ver la diversidad de marcas, productos y demás bienes y servicios con tendencia a la internacionalización. No es raro encontrarnos con situaciones en ocasiones por demás injustas en cuanto a salarios se trata, toda vez que cada vez más los empresarios buscan mano de obra barata para poder competir y buscan las mejores plazas a los mejores precios.

La ley de la oferta y de la demanda es la que ahora nos rige casi en un sentido estricto, pues son muy pocos los productos y servicios que están regulados por el gobierno, incluso, podemos ver que están desapareciendo los subsidios.

La globalización no necesariamente nos trae progreso y mejores oportunidades como nos han hecho creer los políticos y gobernantes, ya que no es secreto que cada vez los niveles de pobreza están aumentando a tasas descomunales. También se abre más la brecha entre los pobres y los ricos, y en realidad, estamos viviendo una forma moderna de explotación humana y denigración social.

La mayoría de los mexicanos hemos aprendido una dura lección de comprar a crédito, pagar con tarjetas plásticas, lo cual no es otra cosa que una compraventa de dinero, y desafortunadamente, cada vez es más caro y abre la puerta a problemas como el que tuvieron hace unos años los bancos y el famoso rescate del Fobaproa, que los conciudadanos tuvimos y tenemos que seguir pagando.

La clase privilegiada está bien delimitada, los tecnocratas dominan el país y los intelectuales hasta parece que se ubican a la izquierda en defensa del pueblo sufrido, ya se vislumbra como una utopia la justicia social y vemos como las grandes empresas extranjeras dominan los mercados no sólo de México, sino del mundo entero. Estamos viviendo una realidad donde los peces grandes se comen a los chicos hasta su total extinción. En cualquier ciudad basta observar en quincena (y aún en cualquier día) los compradores aglutinados en las grandes cadenas de tiendas de autoservicio y en contraste, los minisuper´s y tienditas locales cada vez más solas y hasta tienen que cerrar porque no pueden competir con las “ofertas” de aquellas.

Basta con ver nuestras prendas, utensilios cotidianos y demás productos domésticos para darnos cuenta de que nos invade el mercado internacional, dejando a México atrás en la manufactura de los mismos, ya que existen países que producen a niveles estratosfericos bajando con ello los costos  de producción. No es novedad que China está hasta en nuestros zapatos, casa, oficina y hasta en los postres. Esos y más objetos los conseguimos a un bajo costo y desafortunadamente también con una mala calidad. Dada la situación económica de nuestro pueblo, tenemos que optar muchas de las veces por estos productos, porque no podemos darnos el lujo de comprar mercancías nacionales por el precio que es ciertamente mayor. Esto desencadena una situación donde no compramos lo nuestro, ya después no se produce y cierran los negocios que no pueden competir.

La diversificación de los productos que usamos cotidianamente pareciera que cambia nuestra forma de ver nuestra realidad, esto es, cuando vamos al supermercado y nos percatamos de que el producto básico indispensable en cualquier hogar como es el maíz, nos damos cuenta de que los campos de cultivo están siendo desdeñados por otras actividades que rindieran más dividendos, tal como sería la migración y hasta las tortillas ya son producto de masa cultivada en Canadá, Estados Unidos o cualquier otro país que ha decidido aprovechar el mercado que se le ofrece. Los mexicanos ya no somos los típicos que comemos tortillas hechas a mano, ahora consumimos pizzas, hamburguesas, sándwiches, hotdogs, etc.

El mexicano contemporáneo tiene inmerso su ámbito social arraigado en usos y costumbres, a diferencia de otras personas de distintas nacionalidades, toda vez que representan una verdadera tradición las fiestas patronales, celebraciones nacionales y festejos populares. Mismos que si bien es cierto que,  por un lado significan una raíz de identidad, por otro se pudieran traducir en pretextos para eludir obligaciones laborales y soslayar responsabilidades. Es bien sabido que a nivel internacional gozamos de la fama de desidiosos y de fiesteros.

Necesitamos con urgencia buscar al mexicano del futuro, que sea capaz de seguir con sus tradiciones culturales originadas desde las raices mestizas que corren por nuestras venas, hasta la internacionalización que vivimos hoy en día.

Podemos sacar provecho de las oportunidades que se nos presentan ahora, sin dejar de ser los mexicanos con tradiciones que orgullosamente somos. En el aspecto económico, debiéramos de buscar nuevos mercados lejos de nuestras fronteras y lanzarnos a la aventura de cambiar nuestra mentalidad en el sentido fundamental de buscar oportunidades y ganarnos el respeto internacional. Porque cuando respetamos a los demás podemos iniciar un verdadero diálogo que conllevaria a  mejorar e intercambiar relaciones sociales, culturales y hasta económicas. Debemos buscar ser más productivos y creativos, pero no para perder nuestra cultura, sino para enriquecer la idiosioncracia en el sentido más provechoso.  Inculcar en el mexicano del mañana los valores de puntualidad, creatividad, y sobre todo, de competencia y de excelencia.

Estamos a tiempo, todavía podemos transformar a México en un país competitivo, responsable de su autoconsumo y económicamente fuerte, conservando sus tradiciones que nos han dado un lugar especial dentro del panorama internacional, respetando aquella frase que reza: “COMO MEXICO NO HAY DOS”.