La cárcel sí tiene curas
Nuestro Sistema Carcelario y Penitenciario es una verdadera porquería. La verdad es que nuestra realidad social desbordó los pocos cálculos, los escasos planes y las casi nulas proyecciones que hizo el Estado sobre el delito y su castigo. La cárcel, en la actualidad, es lo más alejado de esos principios que deben caracterizar la sanción penal y los cuales, se supone, son sus fundamentos, su razón de ser. La cárcel se ha convertido en un antro inhumano, inmundo y aberrante (igual o peor que en el medioevo o en la inquisición), en donde los delicuentes y detenidos son sometidos a cursos intensivos o prolongados de especialización en las diferentes modalidades de agresión a la comunidad y en donde la dignidad humana es sencillamente desconocida, así la misma Corte Constitucional haya reiterado, varias veces, el deber magno de respetarla y promoverla (Ejemplo: Sentencia T-153 de 1998, T-291 de 1999). Sus "condiciones infernales" de hacinamiento, han sido el punto de explosión de esta gran polémica sobre nuestro sistema penitenciario, que lleva ya varios años, pero que no ha terminado con soluciones decentes y realizables.
Un informe del Inpec y del Ministerio de Justicia que data de 1998 y el cual fue citado en la famosa Sentencia T-153 dice: "La mayoría de las cárceles presentan celdas colectivas y no siempre se toma como norma estandarizada los 3.5 m2 por individuo y sus respectivos 3 m3 de aire en clima frío o 4 en clima cálido. A la mayoría de las cárceles construidas se les proyectó una capacidad y luego se les asignó otra, dadas las adecuaciones o ampliaciones. A la mayoría de las cárceles adaptadas no se les calculó técnicamente una capacidad instalada y una de funcionamiento. Las mejoras y ampliaciones cambiaron todo registro y opción de racionalización cuantitativa de los cupos, aun en aquellos sitios donde la construcción es reciente".
Las soluciones que se han intentado hasta ahora son muchas, pero coyunturales. Se ha hablado de mano dura en la dirección de esas instituciones desde el Gobierno Gaviria, en el cual se empezó a nombrar Coroneles para el manejo del Sistema, sin que hasta hoy se haya demostrado que eso sirve para algo. Y es lógico porque los altos mandos militares están capacitados y formados para otras lides, no para resocializar presos ni para administrar prisiones. Se ha hablado de privatización del Sistema Carcelario, sin que hasta el momento se haya ideado siquiera un plan piloto para explorar la efectividad de esta respuesta. Se han planteado muchas cosas. Lo cierto es que las cárceles no le van a servir mejor a la sociedad por el hecho de que lleguen a sus administraciones determinado tipo de profesionales, pues eso sería lo mismo que pensar en que por meter presos a dos curas en la cárcel de Neiva, los reclusos de aquí fueran a seguir la Biblia al pie de la letra (aunque caigo en cuenta de que el ejemplo no sirve porque en este momento pensé, precisamente, en !dos curas que no han seguido la palabra de Dios!).
Pero nuestra cárcel sí tiene curas. Lo que pasa es que el Estado no concluye porque este tema no tiene en concreto alguna solución mágica no descubierta por las administraciones nacionales sino porque la solución depende de políticas macro de lucha contra todas las modalidades de delincuencia, combinado todo ello con una eficiente modalidad de administración carcelaria y un adecuado sistema de financiamiento en los niveles nacional, departamental y municipal para la construcción de centros de reclusión modernos, humanos, dignos y rehabilitadores.
Carlos Mauricio Iriarte Barrios http://carlosmauricioiriarte.blogspot.com
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